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1 de Mayo de 2020

El 1 de mayo de 1945, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del tercer Reich, se suicidaba junto con su esposa y sus seis hijos en el búnker de Berlín. Con su muerte y la de Adolf Hitler, el partido Nazi tocaba a su fin.

Un día después de que Adolf Hitler se suicidara para no ser apresado, condenado, vejado y probablemente torturado, Joseph Paul Goebbels, el temido ministro de propaganda del Reich, hizo lo propio en el búnker de Berlín. Ocurrió exactamente el 1 de mayo de 1945, pocos meses antes del final de la Segunda Guerra Mundial, y con él murió un hombre al que sus adversarios políticos consideraron siempre un peligroso demagogo y un agitador de masas.

Durante su infancia, Goebbels sufrió una poliomelitis por la que tuvo que someterse a una intervención quirúrgica a los diez años, lo que le provocó una parálisis parcial en una pierna y le obligó a llevar una prótesis y unos zapatos especiales, lo que le impediría participar en la Primera Guerra Mundial. De este modo, su niñez y adolescencia estuvieron marcadas por los complejos causados por su enfermedad y por su cojera permanente. Hasta tal punto llegó a marcarle su mala salud, que Goebbels afirmó amargamente que se había convertido en un "lobo solitario", aunque esta soledad no le impidió tener numerosas amantes a lo largo de su vida.

Considerado un maestro de la manipulación, Goebbels aprovechó su infancia y su juventud para leer y formarse. Impulsado por un enfermizo narcisismo, necesitado de un constante reconocimiento dentro del movimiento nacionalsocialista (al que se había unido en la década de 1920) y dotado de una oratoria fluida y convincente, fue capaz de encandilar a todos los que le escuchaban con sus discursos cada vez más virulentos y racistas.

En 1926, el Partido Nacionalsolcialista Obrero Alemán le nombró líder del partido en Berlín. Con el populismo de sus discursos explotaba los miedos de la sociedad alemana, expandiendo el odio hacia lo extranjero y haciendo creer a todos que sólo una persona podía salvarles del desastre y la humillación que había significado la firma del Tratado de Versalles, que marcó el fin de la Primera Guerra Mundial. Ese salvador no era otro que Adolf Hitler. De este modo, y con un país a las puertas de una crisis sin parangón, se empezaron a dar los primeros pasos para que el Partido Nazi tomara las riendas.

Ya con Hitler en el poder, Goebbels fue nombrado ministro de Propaganda y de Información, cargo con el que se mantuvo fiel a las políticas que había propugnado en el NSDP (Partido Nacionalsolcialista Obrero Alemán). Fue en 1930, en un mitin, cuando Goebbels conoció a Johanna Maria Magdalena Behrend, una mujer divorciada que se había unido al partido unos meses antes, y con la que se casaría el 19 de diciembre de 1931 (el propio Adolf Hitler fue su padrino de bodas). La pareja tuvo seis hijos –unos años después, los pequeños serían víctimas de la terrible decisión sobre sus vidas que tomó su madre, Magdalena Goebbels, una decisión por la que sería tristemente recordada–.

Durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, el papel que tuvo el ministerio de Goebbels fue centralizar el control de la vida cultural e intelectual de Alemania, haciendo hincapié en la radio. A través de este medio –sin el cual el sistema hubiera carecido de apoyo popular y no hubiera podido mantener su férreo control contra la propaganda antinazi– mantuvo la maquinaria propagandistica del Tercer Reich engrasada y activa.

Tal era la fe del pueblo alemán en las palabras de Goebbels, que en los últimos días de la contienda, cuando la derrota del ejercito alemán ya era inminente, el ministro hizo creer a la gente a través de enfervorecidos mensajes radiados que la victoria aún era posible. En 1943, Goebbels pronunció su discurso más largo y famoso de la historia del Nacionalsocialismo, en el que llamó a los ciudadanos a una guerra total y a "soportar valientemente la batalla para alcanzar la grandeza".

En 1945, con el ejercito ruso y los aliados a las puertas de Berlin, Goebbels encerrado con su familia en el búnker de Hitler, discutió con el Führer la posibilidad de negociar la paz, una idea que el líder nazi rechazó de plano, respondiendo que tenía intención de permanecer en el búnker hasta el final, y que, junto con su esposa, Eva Braun, había planeado suicidarse si los soviéticos entraban en la ciudad. Mientras, Magdalena Goebbels, que era una ferviente y fanática seguidora de Adolf Hitler, se hallaba sumida en una profunda depresión, a la que se unía una dolorosa neuralgia que le dejó la mitad del rostro paralizado. Así, la esposa del ministro de Propaganda tomó una terrible decisión: acabar con la vida de sus hijos, preveyendo el final que les esperaba tras la caída de Berlín. "Es mejor que mis hijos mueran a que vivan en la vergüenza y el oprobio", comentó Magdalena a la secretaria del Führer antes de administrarles a cada uno de ellos el cianuro que acabaría con sus vidas. Posteriormente, y tal y como el intrigante ministro de Propaganda del caído Reich había previsto, un oficial de las SS disparó al matrimonio Goebbels un tiro en la nuca y luego procedió a quemar sus cadáveres para sustraerlos a la furia de los invasores soviéticos.

2 de Mayo de 2020

Alzando una bandera sobre el Reichstag es el nombre de una histórica fotografía tomada el 2 de mayo de 1945 por el fotógrafo Yevgueni Jaldéi en Berlín, Alemania nazi. Muestra a soldados del Ejército Rojo alzando la bandera de la Unión Soviética sobre el Reichstag alemán, en ruinas, en la Batalla de Berlín durante el fin de la Segunda Guerra Mundial. La foto, que significaba la toma de uno de los edificios nazis más emblemáticos, fue muy popular, siendo reimpresa en cientos de publicaciones con fines propagandísticos. Llegó a ser considerada en el mundo como una de las más importantes y reconocibles de la guerra, representando el fin de la Alemania nazi. Debido al simbolismo y al momento histórico que representa, las identidades de los hombres que aparecen en la imagen son objeto de controversia, aunque se supone que el soldado que sostiene la bandera era Melitón Kantaria. El fotógrafo, Yevgeni Jaldéi, no fue identificado como autor sino hasta el fin de la URSS. La foto es la reconstrucción de la toma del Reichstag, efectuada el 30 de abril, pero que había sido pasado por alto por las cámaras soviéticas. La famosa imagen sigue rodeada de leyendas, como los posteriores retoques fotográficos que sufrió, la identidad de los soldados y el origen de la bandera.

La batalla de Berlín fue la última ofensiva y operación militar importante del teatro europeo de la Segunda Guerra Mundial. A partir del 16 de enero de 1945, el Ejército Rojo quebró el frente alemán, como resultado de la Ofensiva del Oder-Vístula y avanzaron hacia el oeste a través de Alemania, tan rápido como 30-40 kilómetros al día. La batalla de Berlín duró desde finales de 20 de abril de 1945 hasta la mañana del 2 de mayo y fue una de las batallas más sangrientas de la historia. Como Berlín cayó a manos del Ejército Rojo, el fotógrafo Yevgueni Jaldéi reunió a algunos soldados con la esperanza de conseguir una fotografía como la tomada por los estadounidenses en Iwo Jima, Japón.

Un sello azerbaiyano que conmemora el 65 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria.

Tras el revelado en la agencia de Moscú, los soviéticos se dieron cuenta de que un soldado tiene varios relojes en sus muñecas, prueba del saqueo de los soviéticos. En el cuarto oscuro manipularon la imagen para que los relojes fueron eliminados. Del mismo modo se añadió humo en el fondo para darle más dramatismo. Algunas teorías, sin embargo, afirman que el soldado llevaba un reloj y una brújula de mano. Aunque la práctica de llevar una brújula y un reloj era común en los soldados del Ejército Rojo, la brújula podía ser confundida con un reloj por ojos civiles.

La bandera original (denominada Bandera de la Victoria) actualmente se expone en el Museo Central de las Fuerzas Armadas de Rusia.

El 9 de mayo de 1945 la bandera fue entregada al estado mayor de la División 150 y en vez de ella apareció otra sobre el Reichstag. El 20 de junio de 1945 la bandera, llamada ahora Bandera de la Victoria, fue trasladada a Moscú en un avión de carga, y desde entonces está en el Museo Central de las Fuerzas Armadas. La bandera se convirtió en una reliquia que representa la Gran Guerra Patriótica.

5 de Mayo de 2020

La Asociación Guipuzcoana de Familiares y Personas con Problemas de Salud Mental selecciona cada año las diez imágenes más votadas por el público. Es asombrosa la gran participación y calidad de los trabajos presentados año tras año, así como la diversidad y los diferentes puntos de vista desde los asomarse al sufrimiento psíquico.

6 de Mayo de 2020

El 6 de mayo de 1937, el Hindenburg, el orgullo de la flota de dirigibles de la Alemania nazi, estalló en llamas en el cielo de Nueva Jersey cuando iba a realizar las maniobras de atraque. Esta tragedia marcó el final de la era dorada de los zepelines.

El 6 de mayo de 1937, la era de los dirigibles tocaba a su fin cuando, durante la maniobra de atraque, el cielo de Nueva Jersey se convertía en testigo del dramático final del Hindenburg, el colosal dirigible alemán y joya de la corona del régimen nazi. Construido en honor del presidente de Alemania, Paul von Hindenburg, en 1932, el dirigible, fabricado completamente de duraluminio –un material consistente en una aleación de aluminio cobre, maganesio, manganeso y silicio–, alcanzó los 245 metros de largo por 41 de diámetro y su capacidad era de 200.000 metros cúbicos de gas. La velocidad a la que este colosal artefacto se desplazaba por los aires, alcanzada gracias a cuatro motores diésel Daimler-Benz, era de 135 km/hora.

Durante su primer año de vuelo, que tuvo exclusivamente fines comerciales, recorrió más de 308.000 kilómetros, llegando a transportar 2.798 pasajeros y 160 toneladas entre carga y correo. Cruzó diecisiete veces el Atlántico hasta los Estados Unidos, su destino más habitual. En uno de esos viajes de regreso desde Alemania, en el que se alcanzó el récord de sobrevolar el océano Atlántico dos veces en cinco días, voló como pasajero el famoso boxeador alemán Max Schmeling tras convertirse en campeón del mundo de boxeo al batir al mítico Joe Louis.

El régimen nazi no tardó en apropiarse de la imagen de grandeza y poderío que reflejaba el Hindenburg, y ya en la inauguración de los Juegos Olimpicos de Berlín de 1936, se organizó un vuelo del dirigible sobre el estadio justo cuando Adolf Hitler hacía acto de presencia.

Definido como un palacio flotante, y compitiendo en lujo con el famoso Titanic, hundido en 1912, la construcción del Hindenburg no estuvo exenta de dificultades. Los ingenieros alemanes lo diseñaron para contenter helio, pero como los norteamericanos tenían copadas la reservas mundiales de este gas y no estaban dispuestos a vender, los ingenieros alemanes se decidieron por el hidrógeno, un gas mucho más inflamable con el que, sin saberlo, quizá sentenciaron al dirigible.

Aquel 6 de mayo de 1937, y en medio de una noche tormentosa, el dirigible, comandado por el capitán Max Pruss, empezó la maniobra de atraque que, como siempre, resultaba sumamente peligrosa. Los operarios lanzaban maromas a tierra desde el morro del dirigible, un proceso muy peligroso ya que a veces las cuerdas, al ser sujetadas por el personal de tierra, se elevaban y los hombres caían al suelo resultando heridos o incluso muertos. A las 19:25, con 248 obreros de tierra preparados para el amarre, alguien observó una chispa que partía de la popa del dirigible. El fuego se propagó tan rápidamente que en cuestión de cuarenta segundos el Hindenburg cayó a tierra convertido en una enorme bola de fuego.

Herbert Morrison, un periodista norteamericano que había acudido al aeródromo a cubrir la noticia, pronunció una frase que pasaría a la historia: "Oh, the humanity!". De las 97 personas que viajaban aquel día en el Hindenburg, murieron 13 pasajeros y 22 tripulantes; pocas víctimas para un desastre de tal magnitud.

La tragedia del Hindenburg dejó varías teorías para explicar el accidente. La más aceptada fue que una chispa de electricidad estática provocada por un relámpago durante la tormenta junto con el hidrógeno expulsado por el dirigible en la maniobra de atraque provocaron la fatal explosión. Otra hipótesis fue el sabotaje. Las investigaciones llevadas a cabo por el FBI apuntaron al ingeniero alemán Eric Spehl, cuya novia comunista no simpatizaba con el régimen nazi, y también al acróbata Joseph Spa, que también odiaba a los nazis. La tercera y última de las hipótesis fue la del suicidio de un pasajero, ya que se encontró una pistola Luger entre los restos del zepelín, y, curiosamente, le faltaba una bala ...

7 de Mayo de 2020

Se cumplen 105 años del naufragio en la costa irlandesa del famoso transatlántico Lusitania, joya de la compañía británica Cunard Line. A día de hoy aún perdura la polémica sobre las extrañas circunstancias que rodearon el hundimiento del barco a causa de un torpedo lanzado por un submarino alemán durante la Primera Guerra Mundial. ¿Fue un acto de guerra de dudosa ética o fue la excusa perfecta para que los Estados Unidos entraran en la contienda?

El 1 de mayo de 1915, negros nubarrones cubrían la ciudad de Nueva York. A pesar de la climatología adversa, el Lusitania, el hermano gemelo de otro de los grandes transatlánticos de la época, el Mauritania, zarpó con destino a la ciudad británica de Liverpool. Los pasajeros de primera de aquel buque de lujo admiraban los ascensores, la escalinata, las columnas corintias, la cúpula de nueve metros de altura y los muebles estilo Luis XIV del comedor principal, decorado con madera de caoba y elementos dorados. No sabían que seis días más tarde, el 7 de mayo de 1915, un torpedo alemán pondría fin a sus vidas.

En 1915, los submarinos alemanes desplegados en el Atlántico intentaban poner coto al tráfico comercial en dirección a Gran Bretaña. En su afán por combatirlos, el por aquel entonces Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, ordenó camuflar buques de guerra como si fueran barcos mercantes, lo que provocó que los submarinos alemanes, tras torpedearlos, abandonaran a la tripulación a su suerte una vez alcanzado su objetivo.

Salón y sala de música del Lusitania.

Unos días antes de que el Lusitania se hiciera a la mar, la embajada alemana había publicado en varios periódicos norteamericanos el siguiente anuncio: "Se recuerda a los viajeros que tengan la intención de cruzar el Atlántico que existe el estado de guerra entre Alemania y sus aliados y Gran Bretaña y sus aliados; que la zona de guerra incluye las aguas adyacentes a las islas británicas y que, según advertencias formales del Gobierno Imperial Alemán, los barcos que lleven la bandera de Gran Bretaña, o de cualquiera de sus aliados, son susceptibles de ser destruidos en estas aguas y que los pasajeros que viajen a la zona de guerra en barcos de Gran Bretaña o de sus aliados lo hacen por su cuenta y riesgo".

William Turner, capitán del Lusitania, tras ser informado por el Almirantazgo, había redoblado la vigilancia, pero cuando llegó a las costas de Irlanda no encontró ningún buque de la Royal Navy para escoltarlos, como era costumbre, hasta el puerto. A pesar de ello tomó la decisión de proseguir la ruta para llegar a Liverpool cuanto antes. Pero justo en aquel momento la niebla le jugó una mala pasada y tuvo que aflojar la velocidad hasta los quince nudos.

Eran las 14.00 horas del 7 de mayo de 1915. El submarino U-20 de la marina alemana al mando del capitán Walther C. regresaba a su base tras haber consumido casi todo el combustible. Tan sólo le quedaba un torpedo en los tubos de lanzamiento tras haber hundido ya tres buques. Observando la superficie a través del periscopio, el marinero Walther Schwieger divisó un enorme barco que navegaba por estribor. En el cuaderno de bitácora se anotó lo siguiente: "Un cuatro chimeneas y dos mástiles. Parece ser un buque de pasajeros de grandes dimensiones". La decisión de atacar el navío se retrasó diez minutos, el tiempo justo para que el cielo se abriera ante ellos, y aprovechando la lenta velocidad del transatlántico, el U-20 se colocó frente al objetivo a una distancia de unos 700 metros. Entonces, el capitán ordenó disparar el único torpedo que le quedaba.

El informe oficial dejó anotado lo siguiente: "Impacto detrás del puente. La nave se detiene y escora rápidamente. Al mismo tiempo se hunde a proa". Tras el impacto, el Lusitania sólo pudo arriar seis de sus cuarenta y ocho botes salvavidas. Dieciocho minutos más tarde, el enorme transatlántico se hundía para siempre en el fondo del mar con sus 1.192 ocupantes, entre los que se contaban 94 niños y 35 bebés, que murieron en el mayor desastre marítimo ocurrido en el transcurso de la Primera Guerra Mundial.

La magnitud de la tragedia conmocionó enormemente al Reino Unido y a los Estados Unidos, de donde procedía la mayoría de los pasajeros fallecidos. Aquella fue la primera ocasión en la que se habló de "crimen de guerra".

Pero el paso del tiempo sugiere un cambio de paradigma. El mar del Norte, donde se produjo el hundimiento, había sido declarado zona de guerra por los propios británicos, que eran partidarios de mandar al fondo del mar cualquier embarcación con pabellón alemán, aunque ésta sólo transportara alimentos. Esta estrategia se apoyaba en el poderío naval británico que imponía su superioridad en los mares. Sin embargo, el Almirantazgo no tuvo en cuenta la irrupción de los submarinos U-Boot, a los que Londres despreciaba por considerarlos un arma "huidiza, tramposa y asquerosamente no inglesa". Sin embargo estas "armas huidizas" resultaron ser terriblemente efectivas y letales.

Por su parte, Alemania se defendió de las acusaciones argumentando que el Lusitania era realmente un barco militar, aunque iba camuflado como un barco de pasajeros. Su misión era la de romper el bloqueo de las Islas británicas y por ello, en sus bodegas, viajaban cuatro millones de proyectiles fabricados en Estados Unidos repartidos en 5.400 cajas, además de cobre y latón para uso militar. El paso de los años ha demostrado que era cierto. Según se pudo comprobar por los manifiestos de carga reales, que fueron sustituidos por otros que sólo informaban del embarque de comida y pasaje, entre las provisiones que se subieron al barco en Nueva York figuraba el denunciado material de guerra.

Años más tarde, todos estos datos fueron ratificados por una expedición submarina que en verano de 2011 accedió a los restos del Lusitania que descansan en el fondo del mar. La investigación confirmó que los alemanes no mentían y que las bodegas del gran transatlántico estaban repletas de munición cuya presencia explicaría las diversas explosiones que se sucedieron a causa del impacto del torpedo alemán y que acabaron hundiendo al Lusitania pese a que fue alcanzado por un solo impacto. Este descubrimiento también daría respuesta a la siguiente pregunta: ¿Por qué se hundió tan rápido un barco de su tamaño, construido con compartimentos estancos?

Se acusó a Churchill de saber que la probabilidad de un ataque contra el transatlántico era elevada y más aún cuando en una reunión mantenida en la sala de mapas del Almirantazgo, el 1 de mayo, se le advirtió de que espías británicos desplegados en Alemania habían informado de la salida del U-20 del capitán Schwieger y de que éste podía cruzarse en la ruta del Lusitania. A pesar de las advertencias, Churchill ordenó que el Juno, el crucero que debía escoltar al Lusitania una vez hubiera entrado en el mar del Norte, abandonase la zona y se dirigiera a puerto.

El hundimiento del Lusitania deja varias preguntas en el aire: ¿Fue el gran transatlánticouna víctima sacrificada ex profeso para que los Estados Unidos pudieran justificar su participación en la Primera Guerra Mundial? ¿Fueron las 1.200 personas que murieron en el ataque "daños colaterales" perfectamente asumibles? Y aunque los Estados Unidos no participaron en la contienda hasta dos años más tarde, con la declaración del presidente Woodrow Wilson, muchos historiadores han considerado que el ataque al Lusitania fue un acontecimiento determinante para que Washington decidiera participar en el conflicto.

10 de Mayo de 2020

Probablemente hayas visto alguna vez la imagen de una pila enorme de libros quemados mientras decenas de personas realizan el saludo nazi. Ocurrió en mayo de 1933 y fue una acción planeada por el propio Goebbels, ministro de Propaganda del régimen.

Cientos de personas se reunieron en la Plaza de la Ópera (Berlín) el 10 de mayo de 1933, brazo en alto, para quemar los libros que consideraban subversivos.

Las quemas de libros fueron orquestadas por Goebbels y organizadas por las ligas estudiantiles.

El gobierno nazi quería hacer creer que se trató de un gesto improvisado que mostrara la manera de pensar de los alemanes.

Miles de personas quemaron libros considerados como subversivos por el gobierno nazi.

El poeta Heinrich Heine había escrito años antes: "donde se queman libros, al final también se acaba quemando gente". Sus libros desaparecieron devorados por las llamas ese aciago 10 de mayo de 1933.

Hitler ascendió al poder, iniciándose de esta manera el conocido como Tercer Reich, el 30 de enero de 1933. Solo unos meses más tarde, en mayo de ese mismo año, ocurriría la conocida quema de libros por parte de los nazis. Exactamente el 10 de mayo de 1933 fueron quemados en las plazas de muchas universidades miles de ejemplares de autores de la talla de Karl Marx, Sigmund Freud, Erich Maria Remarque, Carl von Ossietzky y Kurt Tucholsky. El partido nazi quería controlar todos los ámbitos de la vida y, evidentemente, la cultura y el conocimiento era un obstáculo importante para lograr dicho objetivo.

Desde aquel momento las obras de estos autores se consideraron representativas de la "decadencia moral" y del "bolchevismo cultural". Las hogueras se encendieron en todas las universidades, fueron organizadas por las ligas estudiantiles y casi todos los profesores participaron en ellas, demostrando así que de la universidad no surgiría ninguna oposición al nuevo régimen. Sin embargo, no se trató, como se quería hacer creer, de un gesto improvisado que demostrara los sentimientos más auténticos de los alemanes, sino de una acción planeada, orquestada y coordinada por Joseph Goebbels, que también pronunció en Berlín un discurso violento e injurioso contra los autores condenados. La quema no fue solo un acto de barbarie, sino que demostró la pretensión del gobierno nazi de conquistar la hegemonía cultural.

Las imágenes de las llamas que reducían a cenizas los libros dieron la vuelta a Europa y suscitaron una enorme indignación. Muchos intelectuales alemanes en el exilio consideraron este acto como la confirmación de la degradación de la democracia y la confirmación de la deriva nacionalsocialista que les había llevado a adoptar la dolorosa decisión de su partida. Por ejemplo Einstein, había dejado Alemania en diciembre de 1932, apenas un mes antes del ascenso al poder de Adolf Hitler.

Nuestra bibliotecaria habla de libros prohibidos.

12 de Mayo de 2020

La Asociación Alemana de Fotografía de la Naturaleza convoca cada año sus premios. Acaban de anunciar los ganadores de este año y las fotografías son, además de una ventana al mundo, maravillosas.

"Debido a la pandemia, por primera vez en la historia de la asociación la votación no se ha llevado cabo durante la reunión general anual, sino que se ha realizado online, con una gran participación de sus miembros", explican desde la organización. Siete son las categorías principales de la convocatoria: Aves, Mamíferos, Otros Animales, Plantas y Hongos, Paisajes, Estudio de la Naturaleza y la categoría especial: Agua. Un total de 5.046 imágenes han sido presentadas en el concurso; de las cuales, tras una primera preselección, un jurado experto tuvo que seleccionar sus favoritas entre 10 imágenes de cada categoría.

El sueño de una liebre, por Peter Lindel. Fotografía ganadora absoluta.

De esta forma, el fotógrafo alemán Peter Lindel se hacía con el máximo galardón con una foto donde una liebre europea es la protagonista. Al fotógrafo le apasiona la fauna local y africana. La imagen ganadora pertenece a una serie tomada en el norte de Dortmund, "en comparación con muchas localizaciones internacionales de fotografía de naturaleza, esta región a priori tiene poco que ofrecer", han dicho desde GDT. "Peter Lindel invirtió mucho tiempo,sangre, sudor y lágrimas trabajando en este proyecto a la puerta de su casa. En estos tiempos, el tema adquiere un significado especial. También es una hermosa declaración para la exploración a largo plazo de una sola especie y región", explican valorando la capacidad de hacer grande lo que muchas veces se nos antoja común.

20 de Mayo de 2020

La Asociación Española de Fotógrafos de Naturaleza organiza el Primer Concurso AEFONA de Fotografía de Naturaleza para la Conservación

Decía Jacques Cousteau que “El hombre solo protege aquello que ama, y solo ama aquello que conoce”. En AEFONA, piensan que una de las mejores formas de contribuir a que todas las personas - y en especial las nuevas generaciones - nos comprometemos con la Conservación toda nuestra vida, es dar a conocer la belleza de la Naturaleza, a través de la fotografía. Por ello, con este concurso buscan imágenes espectacularmente bellas que, además, inspiren en el espectador la necesidad de conservar la maravillosa naturaleza que nos rodea, y contribuyan a la educación y sensibilización ambiental.

22 de Mayo de 2020

El 22 de Mayo de 2018, una tormenta de lluvia y granizo cayó el pasado martes sobre París, provocando inundaciones en varias de sus calles y el cierre de algunas estaciones de metro. Sin embargo, uno de sus habitantes supo sacar provecho a aquel temporal: Bertrand Kulik, de 38 años, inmortalizó la imagen de un relámpago azotando la cima de la Torre Eiffel, que cada año recibe a millones de personas (tan solo en 2017 tuvo más de seis millones de visitas). "Hay que ser muy vigilantes, no es algo automático, ni es evidente. Tenía los dos aparatos prendidos al mismo tiempo, tenía que ir rápido", comenta por teléfono este violinista profesional y apasionado de la fotografía. Para ello, se sirvió de dos cámaras fotográficas Canon con un sistema que detecta los rayos antes de que caigan, y de una vista privilegiada en una octava planta en un edificio del distrito XV, muy cerca de la torre.

Fue la pasión por la astronomía la que lo acercó a la fotografía, el gusto por lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. A partir de ahí, este fotógrafo autodidacta se interesó por la relación entre el hombre y la naturaleza. "No importa el medio, siempre se pueden ver cosas", asegura Kulik, a quien le gusta ir a los parques a retratar personas, plantas, animales e insectos. Pese a que el parisino colabora en periódicos y revistas, vive de la música (trabaja en diferentes orquestas). Ahora está trabajando con un pianista en un proyecto que entremezcla música y fotografía, en la búsqueda por comunicar lo que siente a través de distintos medios de expresión. Las tormentas se han convertido en otro de sus temas predilectos, hasta tal punto que sigue la información sobre el tiempo para saber en qué momento van a caer. De la Torre Eiffel también tiene una amplia colección de fotos en las que se la ve envuelta por un arcoiris, nubes extrañas, a través del reflejo de un cristal o envolviendo a la luna.

26 de Mayo de 2020

Govert De Roos es un fotógrafo holandés que ha tenido la suerte de capturar en su objetivo a los rostros más populares de la cultura pop; ante su cámara y sus ojos han pasado Mercury, Bowie, The Jacksons 5, ABBA o Deborah Harry. Pero, él también tuvo que buscarse la vida en sus inicios, tuvo que utilizar el ingenio y la constancia para conseguir su propósito, ser el retratista de todas esas celebridades que tenían algo que contar y algo que decir.

Este acontecimiento llevó a la filmación del documental Bed Peace, filmado por Nic Knowland y producido por Bag Productions.

Lennon, que siempre fue un abanderado de la paz mundial, durante la Guerra de Vietnam en 1969, presentó junto a su esposa Yoko Ono el mítico "Bed-In for Peace" en el Hilton Amsterdam; Govert De Roos era un fotógrafo de 15 años, en ese momento, que quería desesperadamente cubrir el evento, y logró colarse haciendo su propio pase de prensa falso.

De Roos explica, "En esos días, solo tenía un objetivo en la vida, quería ser fotógrafo; leí en el periódico que Lennon y Ono estaban dando una conferencia de prensa, así que pensé que tenía que entrar en esa sala como fuera". El adolescente llevó una tarjeta de prensa falsa que hizo él mismo en el hotel y, se puso en la fila para entrar en la habitación como periodista fotográfico.

Afortunadamente para De Roos, su pase falso funcionó y logró tomar una serie de fotos que marcaron un antes y un después en su carrera y en su vida; el fotógrafo es el claro ejemplo de que la suerte hay que buscarla que, la mayoría de las veces, no va a llamar a nuestra puerta. En el siguiente vídeo, De Roos comparte cómo logró perpetrar su engaño para capturar la serie de memorables fotos en la habitación 702; el vídeo fue producido para celebrar el 50 aniversario de este momento histórico y emblemático de la cultura popular.

La encamada por la paz de John y Yoko (los medios de la época tradujeron "La cama de la paz") fue un acontecimiento ocurrido durante la guerra de Vietnam, en 1969. John Lennon y Yoko Ono llevaron a cabo 2 encamadas de dos semanas de duración en pro de la paz, en Ámsterdam y en Montreal, las cuales fueron su forma no violenta de protestar contra las guerras y promover la paz. Este acontecimiento llevó a la filmación del documental Bed Peace, filmado por Nic Knowland y producido por Bag Productions.

Sabiendo que su casamiento el 20 de marzo de 1969 sería un gran acontecimiento, John y Yoko decidieron usar la publicidad para promover la paz mundial. Pasaron su luna de miel en la suite presidencial en el Hotel Hilton de Ámsterdam durante una semana, invitando a la prensa mundial en su habitación del hotel. Después de sus escándalos juntos como la cubierta desnuda del álbum Two Virgins, la prensa esperaba que ellos tendrían relaciones sexuales enfrente de las cámaras, pero la pareja estaba sentada en la cama todo el tiempo. Después de siete días, viajaron a Viena, Austria, donde se celebró una conferencia de prensa.

Grabando "Give Peace a Chance" en Montreal.

La segunda encamada fue planeada para tener lugar en Nueva York, pero John tenía prohibido entrar al país a causa de su consumo de cannabis en 1968. En su lugar, realizó el evento en las Bahamas en el Hotel Sheraton Oceanus, pero después de pasar una noche muy calurosa, decidieron mudarse a Montreal. Volaron a Montreal el 26 de mayo donde se alojaron en las habitaciones 1738, 1740, 1742 y 1744 en el Hotel Queen Elizabeth. Durante su estancia de siete días, invitaron a Timothy Leary, Tommy Smothers, Dick Gregory, Murray el K, Al Capp, y otros. Todos ellos, excepto Capp cantaron el himno de paz Give Peace a Chance, grabada por Perry André en el Hotel Sala el 1 de junio. En diciembre de 1969 John y Yoko difundieron sus mensajes de paz con carteles que decían WAR IS OVER! If You Want It - Happy Christmas From John and Yoko. (¡LA GUERRA HA TERMINADO! Si tú quieres - Feliz Navidad les desean John y Yoko).

En 2019 al cumplirse 50 años de la famosa acción de John y Yoko por la paz, la Royal Canadian Mint de Canadá decidió hacer una moneda conmemorativa de edición limitada. Es de plata pura de valor 20 dólares canadienses con una foto de ambos en pijamas sosteniendo una flor cada uno. La moneda se podrá conseguir a 99,99 dólares canadienses.

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