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1 de Junio de 2023

La fotografía llegó a Valencia, España, en 1840. La Real Sociedad Económica de Amigos del País, organismo puntero en importar los nuevos conocimientos, recibió unos daguerrotipos del dentista Juan José Vilar, realizados durante una estancia en París. Algo después, José Monserrat y José Gil, dos alumnos de la Facultad de Químicas de la Universidad de Valencia, captaron unas vistas de la ciudad, facturadas con los equipos técnicos de revelado de la época. Cinco años más tarde, se abrió el primer estudio retratista valenciano, a cargo de Pascual Pérez Rodríguez, sacerdote salesiano y cofundador del periódico El Mercantil Valenciano. “El proceso de profesionalización, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, fue constante y se asentó década tras década, pero la demanda era escasa y su coste elevado, hasta que apareció la carta de visita en 1864. Muchos pintores miniaturistas dejaron su empleo y se pasaron a la fotografía”, cuenta José Aleixandre Porcar (Valencia, 1954), fotoperiodista e historiador de la fotografía valenciana.

Los fotógrafos valencianos más relevantes durante las últimas décadas del siglo XIX fueron Vidal, Valentín Pla, Hules Derrey y Antonio García Peris: “Joaquín Sorolla entró a trabajar en el estudio de Antonio García, situado en la Bajada de San Francisco, en Valencia, coloreando fotografías. Esa técnica de iluminación fotográfica influyó en su posterior modo de pintar”, apunta Porcar. Antonio Sanchis (Valencia, 1944) es el nieto del fundador de la estirpe de fotógrafos Sanchis. Su abuelo, Francisco Sanchis, comenzó a trabajar de aprendiz, a los doce años, en el estudio de Antonio García, yerno del pintor Joaquín Sorolla. Allí aprendió el oficio, hasta que al alcanzar la mayoría de edad se independizó para crear su propio negocio. Se empleó por pueblos como Algemesí o Xàtiva, hasta que, en 1901, fundó su estudio en el número 19 de la calle Alboraia, que después trasladó a un palacete anexo al Museo de Bellas Artes de Valencia. En 1922 se estableció en pleno centro de la ciudad, en el 27 de la calle Serranos.

Antonio Sanchis, tercera generación de una dinastía centenaria de fotógrafos, dona a la Diputación de Valencia todo su legado particular: 125.000 fotografías que muestran la historia de la ciudad desde 1901 hasta la actualidad.

"Me he deshecho de todo y, tras 121 años, ya no existe el Estudio Sanchis", explica el veterano retratista. "Mi hijo fue la cuarta generación de fotógrafos de la familia pero, en noviembre de 2022, falleció a los 48 años y yo me vi arrollado por el enorme archivo del estudio", añade. "Decidí donarlo, y una parte fue al Museo de Bellas Artes de Valencia, otra al Museo Benlliure, así como a la Catedral de Valencia, al Museo Fallero y a la Casa Museo Concha Piquer. El grueso de esta donación se la ofrecí a la Diputación de Valencia, una institución con la que la familia Sanchis ha trabajado desde siempre y que la actual presidencia de Toni Gaspar acogió con gratitud”. Se trata de un legado de más de 125.000 instantáneas que refleja la historia del siglo XX valenciano. Frente al objetivo de esta saga familiar han desfilado desde Joaquín Sorolla o los hermanos Mariano y José Benlliure, a Genaro Lahuerta y Sara Montiel. Además de la familia real en tiempos de Alfonso XIII, destacando los retratos de los infantes Jaime y Juan, y de la reina consorte Victoria Eugenia de Battenberg. “En la década de los años 20, mi abuelo se trasladó al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, en Segovia, para fotografiar a la familia real durante un verano. Siempre destacó por sus retratos y por su fotografía de obras de arte y arquitectura. De aquella experiencia, el periodista Rafael Brines publicó, en 2001, el libro Un fotógrafo valenciano en la corte del rey Alfonso”, incide el camarógrafo.

Última actuación de Concha Piquer en Valencia. (Estudio Sanchis).

En 1973, tras finalizar sus estudios en Bellas Artes, Antonio se hizo con las riendas del estudio. “Mi abuelo me enseñó a tomar fotos tal y como él aprendió”, recuerda Sanchis. Lo hacía siempre de manera manual, principalmente retratos y a todo tipo de personajes: "Retraté a la mítica Blanquita, moradora de las calles del barrio de El Carmen con sus enaguas blancas, al último ermitaño valenciano, a todas las falleras mayores desde finales de los años sesenta y a los grandes artistas del momento”. La céntrica falla de la Plaza del Doctor Collado nombró fallera mayor especial a Rocío Jurado, en 1982. El presidente de la falla propuso al retratista fotografiarla y la artista acudió al estudio para posar. “En algún retrato aparece también su hija Rocío junto a ella. Era habitual que los artistas visitaran al Estudio Sanchis”, rememora Antonio, “por aquí han pasado Antonio Ferrandis, Sara Montiel, Carmen Sevilla, Maribel Verdú o José Sacristán, entre muchos otros”.

Palacio de la Exposición, en 1909. (Estudio Sanchis).

Durante el mes de diciembre de 2022 el fotógrafo se desprendió del estudio, del equipo y de todo el archivo acumulado a lo largo de 120 años de historia: “Descansé. Lo único que conservo es la última cámara que adquirió mi hijo". La conclusión del retratista es clara: "Ya no me importa nada de lo material. Las valoraciones económicas que, por ley, debía realizar a algunas instituciones las saldé al precio de 1 euro”.

8 de Junio de 2023

El denso humo de los incendios de Canadá, que actualmente azotan su territorio, se puede observar desde el espacio, informó la NASA. La agencia espacial de Estados Unidos compartió algunas imágenes satelitales que revelan la intensidad del fuego. Esta última foto fue tomada el 7 de junio por el satélite GOES-16, operado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Los vientos suelen mover el humo de los incendios de Canadá hacia el este y hacia el mar, pero este junio una persistente corriente baja costera lo desvió hacia Nueva York y Pensilvania. Pero el humo ya era visible desde antes, el satélite Aqua de la NASA capturó esta imagen el pasado 3 de junio

El humo de las llamas provocó advertencias sobre la calidad del aire en Quebec y Ontario. Sin embargo, los incendios también afectaron regiones como Nueva Escocia y obligaron a la evacuación de miles de personas. El aire contaminado se originó a partir de un aumento en la actividad de incendios forestales en Quebec a principios de junio. Luego, un sistema meteorológico empujó el humo de esos incendios hacia los estados del noreste y del Atlántico medio, trayendo aire peligroso a las regiones densamente pobladas de Estados Unidos.

En Nueva York y buena parte del noreste de Estados Unidos la visibilidad se redujo casi por completo. Además, el cielo adquirió una coloración amarillenta, propia de las tormentas de arena de otras latitudes.

Manhattan fue una de las zonas afectadas por el humo.

El Departamento de Medio Ambiente del Estado de Nueva York emitió una alerta por mala calidad del aire, vigente hasta la medianoche del miércoles.

La provincia canadiense de Quebec se ha convertido en el punto crítico más reciente, con alrededor de 160 incendios ardiendo el martes, la mayoría fuera de control. En la región de Abitibi-Temiscamingue, la más afectada de la provincia, más de 650 kilómetros al norte de Montreal, los incendios que han perturbado las explotaciones mineras y forestales son “preocupantes”, declaró el primer ministro de Quebec, François Legault. “Estamos experimentando una situación nunca antes vista en todo Quebec“, advirtió Francois Bonnadel, ministro de Seguridad Pública de la provincia.

En los últimos años, Canadá se ha visto afectado repetidamente por fenómenos meteorológicos extremos, cuya intensidad y frecuencia han aumentado debido al calentamiento global. Tras los grandes incendios registrados en mayo en el oeste del país, sobre todo en las provincias de Alberta y Saskatchewan, la lucha se ha desplazado en las últimas semanas a Nueva Escocia, en la costa Atlántica, y a Quebec. Decenas de incendios siguen ardiendo en el oeste del país: 62 en Alberta, 76 en la Columbia Británica más occidental y 24 en Saskatchewan. Por su parte, Quebec ha registrado 424 incendios forestales desde el deshielo de primavera, más del doble de la media anual de la última década.

15 de Junio de 2023

Mi foto destapó un montaje de la CIA en Nicaragua en los años 80 y desató un escándalo político en EE.UU.

17 de Junio de 2023

El Álbum de Auschwitz es un registro fotográfico del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Este y las fotografías del Sonderkommando son la única evidencia pictórica conocida del proceso de exterminio dentro de Auschwitz II-Birkenau, el campo de exterminio alemán en la Polonia ocupada. La identidad del fotógrafo es incierta, pero puede haber sido Ernst Hoffmann o Bernhard Walter, dos hombres de las SS responsables de tomar huellas digitales y tomar una identificación con fotografía de los prisioneros que no fueron seleccionados para el exterminio. El álbum tiene 56 páginas y 193 fotografías. Originalmente, tenía más fotos, pero antes de ser donadas a Yad Vashem, el museo del Holocausto en Israel, algunas de ellas fueron entregadas a sobrevivientes que reconocieron a familiares y amigos.

Judíos húngaros desembarcando del tren. Una de las imágenes del álbum.

Las imágenes siguen el procesamiento de los judíos húngaros recién llegados de Rutenia subcarpática a principios del verano de 1944. Documentan el desembarco de los prisioneros judíos de los vagones del tren, seguido del proceso de selección, realizado por doctores de las SS y guardianes del campo, que separaba a los que se consideraban aptos para el trabajo de los que iban a ser enviados a las cámaras de gas. El fotógrafo siguió a grupos de los seleccionados para el trabajo, y los seleccionados para la muerte a un bosque de abedules a las afueras de los crematorios, donde se les hizo esperar antes de ser asesinados. El fotógrafo también documentó el funcionamiento de las instalaciones de almacenamiento Canadá, donde las pertenencias saqueadas de los prisioneros eran clasificadas antes del transporte a Alemania. La supervivencia del álbum es notable, dados los arduos esfuerzos realizados por los nazis para mantener la "Solución Final" en secreto. También es notable la historia de su descubrimiento. Lili Jacob (más tarde Lili Jacob-Zelmanovic Meier) fue seleccionada para trabajar en Auschwitz-Birkenau, mientras que los otros miembros de su familia fueron enviados a las cámaras de gas.

El preso polaco Wilhelm Brasse tomó decenas de miles de imágenes de los presos, trabajando como fotógrafo para los alemanes en Auschwitz.

El campo de Auschwitz fue evacuado por los nazis cuando se acercó el ejército soviético. Jacob pasó por varios campos, llegando finalmente al campo de concentración de Dora, donde finalmente fue liberada. Al recuperarse de una enfermedad en un cuartel desocupado de las SS, Jacob encontró el álbum en un armario al lado de su cama. En el interior, encontró fotos de sí misma, sus familiares y otras personas de su comunidad. La coincidencia fue asombrosa, dado que el campamento Nordhausen-Dora estaba a más de 640 km, y que más de 1,100,000 personas fueron asesinadas en Auschwitz. La existencia del álbum se conocía públicamente al menos desde la década de 1960, cuando se utilizó como prueba en los Juicios de Auschwitz en Fráncfort. El cazador de nazis Serge Klarsfeld visitó a Lili en 1980 y la convenció de que donara el álbum a Yad Vashem. El contenido del álbum se publicó por primera vez ese año en el libro «The Auschwitz Album», editado por Klarsfeld.

El Álbum de Höcker (o Álbum de Hoecker) es una colección de fotografías que se cree que fueron recopiladas por Karl-Friedrich Höcker, un oficial de las SS durante el régimen nazi en Alemania. Contiene más de cien imágenes de las vidas y condiciones de vida de los oficiales y administradores que administraron el complejo de Auschwitz. El álbum es único y es un documento indispensable sobre el Holocausto. Ahora está en los archivos del Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos en Washington D. C.

Según el museo, el álbum de fotos fue encontrado por un oficial de contrainteligencia estadounidense no identificado que fue alojado en Frankfurt después de la rendición de Alemania en 1945. Este oficial descubrió el álbum de fotos en un apartamento de allí, y cuando regresó a los Estados Unidos, trajo el álbum con él. En enero de 2007, el oficial estadounidense donó el álbum al Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos, con la solicitud de que no se revelara su identidad. Los títulos de las fotografías y las personas que aparecen en las imágenes confirmaron rápidamente que representa la vida en los campos de Auschwitz y sus alrededores. La primera fotografía es un doble retrato de Richard Baer, comandante del campo de Auschwitz entre 1944 y 1945, y el ayudante de Baer, Karl Höcker.

El álbum contiene 116 fotografías, todas en blanco y negro, y casi todas muestran a oficiales alemanes. Se cree que fue propiedad de Höcker porque aparece en muchas más imágenes que cualquier otro individuo. Debajo de una página con Höcker y Richard Baer, SS Sturmbannführer, está escrito "Con el comandante de las SS Stubaf. Baer, Auschwitz 21.6.44", identificando a Höcker como el propietario del álbum. También es la única persona en el álbum que aparece sola en alguna de las imágenes. Algunas de las imágenes representan eventos formales, como funerales militares y la dedicación de un nuevo hospital. También incluyen imágenes de los oficiales del campamento relajándose en un retiro para el personal conocido como Solahütte, una cabaña rústica a solo 20 millas del complejo de Auschwitz. Estas imágenes son consideradas como las más llamativas, ya que muestran a los alegres oficiales del personal cantando, bebiendo y comiendo mientras, en el campamento, se está produciendo un tremendo sufrimiento. Varias de las fotografías muestran a agentes relajándose en compañía de mujeres jóvenes: taquígrafos y mecanógrafos, formadas en la escuela de las SS en Obernai, conocidas generalmente como SS Helferinnen, la palabra alemana para "ayudantes" (mujeres).

Los dos comandantes más conocidos del campo, Richard Baer y Rudolf Höss, son visibles en las fotografías. Pero posiblemente la figura de Auschwitz más notoria que aparece en el álbum es el Dr. Josef Mengele, conocido por los prisioneros de campo como el "Ángel de la Muerte". Mengele, un médico experimentado, dirigió los experimentos médicos en niños gemelos en el campamento. Participó regularmente en la "selección" en la plataforma de llegada del tren, juzgando qué prisioneros serían ejecutados inmediatamente y cuáles podrían vivir y realizar trabajos en esclavitud. En total, el álbum contiene ocho fotografías en las que aparece Mengele. Antes de la donación del álbum al museo, no se sabía que existieran imágenes que lo mostraran dentro del campamento.

Las fotografías del Álbum de Höcker se consideran especialmente escalofriantes debido al tiempo durante el cual fueron tomadas, entre junio y diciembre de 1944. Los archiveros e historiadores han señalado que este período se superpone con el exterminio masivo de cientos de miles de judíos húngaros en la primavera y el verano de 1944-un evento conocido como el Transporte Húngaro. Estos judíos fueron reunidos y enviados a Auschwitz después de la invasión de marzo de 1944 por los nazis de Hungría. Tantos judíos húngaros fueron asesinados en el complejo de Auschwitz durante ese período que los crematorios fueron incapaces de consumir todos los cuerpos y se excavaron pozos abiertos con este propósito. Según Rebecca Erbelding, la archivista del museo que recibió el álbum de su donante y la primera en reconocer su importancia, "El álbum nos recuerda que los autores del Holocausto fueron seres humanos, hombres y mujeres con familias, niños y mascotas, que celebraron días festivos y tomaron vacaciones ... Estas personas eran seres humanos ... y estas fotografías nos recuerdan que los seres humanos son capaces de sucumbir al antisemitismo, el racismo y el odio".

En 1965 Höcker fue condenado a siete años de prisión por su complicidad en la muerte de internos de Auschwitz. Fue puesto en libertad en 1970. El 3 de mayo de 1989, un tribunal de distrito de la ciudad alemana de Bielefeld condenó a Höcker a cuatro años de prisión por su participación en la muerte por gaseamiento de prisioneros, principalmente judíos polacos, en el campo de Majdanek en Polonia. Los registros del campamento mostraron que entre mayo de 1943 y mayo de 1944, Höcker había adquirido al menos 3610 kg (kilogramos) del venenoso Zyklon B para su uso en Majdanek de la firma de Tesch & Stabenow (Testa) en Hamburgo.

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