www.juezyverdugo.es --- contacto@juezyverdugo.es

 

13 - Enero - 2020
>>>> Destacado

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Una instalación diseñada (entre otras cosas) para resolver los misterios de la materia oscura ahora lleva oficialmente el nombre de Vera Rubin, la científica que concluyó que la misteriosa sustancia debe existir. El anuncio se hizo público hace unos días en la 235ª reunión de la Sociedad Astronómica Americana, durante una jornada dedicada a lo que hasta la fecha se ha llamado el Gran Telescopio para Rastreos Sinópticos o, en inglés, Large Synoptic Survey Telescope (LSST). El ahora llamado Observatorio Vera C. Rubin contará con un telescopio de 8,4 metros capaz de examinar la totalidad del cielo visible, en el norte de Chile y para entrar en funcionamiento en el año 2022.

"Es un cambio de nombre importante por el de una astrónoma pionera, que está íntimamente relacionada con una de las áreas de la ciencia clave para este proyecto", anunciaba Ralph Gaume, Director de la División de Ciencias Astronómicas de la Fundación Nacional de Ciencias. El Observatorio Vera C. Rubin es un proyecto dirigido por la National Science Foundation y el Departamento de Energía de los Estados Unidos. Sus primeros 10 años de trabajo se dedicarán por completo a un proyecto ahora conocido como Legacy Survey of Space and Time, o lo que es lo mismo, una forma de seguir conservando las siglas del antiguo proyecto, LSST.

Luz verde al telescopio más grande del mundo.

Hasta su muerte en 2016, Rubin figuraba con frecuencia como candidata al Premio Nobel de física, pero nunca lo consiguió (en vida). Su descubrimiento más importante fue que las galaxias giran tan rápido que tendrían que dispersarse. El hecho de que no lo hagan, razonó, es una prueba de que hay una gran cantidad de ‘algo’ en el universo que los humanos aún no podian estudiar directamente, lo que ahora llamamos materia oscura.

Cuando consiguió dejar huella en la comunidad científica, trabajó para hacer extensible esa aceptación a toda la sociedad. Por lo que su legado no es sólo fundamental para la ciencia, sino un ejemplo a todos los niveles. El Observatorio Vera C. Rubin espera, en poco tiempo, empezar a dar los primeros pasos para resolver el rompecabezas de la materia oscura que Rubin descubrió en su camino para convertirse en una importante figura de la astronomía.

El 11 de Febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Pese a que el panorama va cambiando lentamente, la presencia de mujeres en ciertas áreas científicas, como la física y las ingenierías, es muy inferior a la de los hombres. La astronomía no es una excepción.

En astrofísica y cosmología física, se denomina materia oscura a un tipo de materia que corresponde aproximadamente al 30% de la materia del universo, y que no es energía oscura, materia bariónica (materia ordinaria) ni neutrinos. Su nombre hace referencia a que no emite ningún tipo de radiación electromagnética (como la luz). De hecho, no interactúa en ninguna forma con la radiación electromagnética, siendo completamente transparente en todo el espectro electromagnético.

Su existencia se puede inferir a partir de sus efectos gravitacionales en la materia, tales como las estrellas o las galaxias, así como en las anisotropías del fondo cósmico de microondas presente en el universo.

La materia oscura fue propuesta por Fritz Zwicky en 1933 ante la evidencia de una "masa no visible" que influía en las velocidades orbitales de los cúmulos en las galaxias. Posteriormente, otras observaciones han indicado la presencia de materia oscura en el universo: estas observaciones incluyen la citada velocidad de rotación de las galaxias, las lentes gravitacionales de los objetos por los cúmulos de galaxias, tales como el Cúmulo Bala (1E 0657-56) y la distribución de la temperatura del gas caliente en galaxias, cúmulos de galaxias y nebulosas.

Vera Rubin con John Glenn.

La materia oscura también desempeña un papel central en la formación de estructuras y la evolución de galaxias y tiene efectos medibles en la anisotropía de la radiación de fondo cósmico de microondas. Todas estas pruebas sugieren que las galaxias, los cúmulos de galaxias y todo el Universo contiene mucha más materia que la que interactúa con la radiación electromagnética: lo restante es llamado "el componente de materia oscura". La composición de la materia oscura se desconoce. Algunos de los candidatos a materia oscura pueden ser neutrinos ordinarios y pesados, partículas elementales recientemente postuladas como los WIMPs y los axiones, cuerpos astronómicos como las estrellas enanas, los planetas (colectivamente llamados MACHO) y las nubes de gases no luminosos.

Las pruebas actuales favorecen los modelos en que el componente primario de la materia oscura son las nuevas partículas elementales llamadas colectivamente materia oscura no bariónica.

El componente de materia oscura tiene bastante más masa que el componente "visible" del Universo. Actualmente, se estima que la densidad de bariones ordinarios y la radiación en el Universo equivalen aproximadamente a un átomo de hidrógeno por metro cúbico de espacio. Aproximadamente, sólo el 5% de la densidad de energía total en el Universo (inferido de los efectos gravitacionales) se puede observar directamente. Se estima que en torno al 23% está compuesto de materia oscura. El 72% restante consistiría en energía oscura, un componente incluso más extraño, distribuido difusamente en el espacio.

Alguna materia bariónica difícil de detectar contribuye a la materia oscura, aunque algunos autores defienden que constituye sólo una pequeña porción. Aun así, hay que tener en cuenta que el 5% de materia bariónica estimada (la mitad de ella todavía no detectada) se puede considerar materia oscura bariónica: todas las estrellas, galaxias y gas observables reúnen menos de la mitad de los bariones que se supone debería haber.

Se cree que toda esta materia puede distribuirse en filamentos gaseosos de baja densidad, formando una red por todo el universo, en cuyos nodos se encuentran los diversos cúmulos de galaxias. En mayo de 2008, el telescopio XMM-Newton de la agencia espacial europea encontró pruebas de la existencia de dicha red de filamentos. La determinación de la naturaleza de esta masa no visible es una de las cuestiones más importantes de la cosmología moderna y la física de partículas. Las denominaciones "materia oscura" y "energía oscura" expresan principalmente nuestro desconocimiento, casi como los primeros mapas etiquetados como "Terra incógnita".

Vera Rubin nos dejó a finales de 2016. Nació en 1928 en Filadelfia, y no pudo ir a la Universidad de Princeton porque en los años cuarenta no aceptaba mujeres para estudiar Astronomía. De hecho, siguió sin aceptarlas hasta 1975. Pero Rubin pudo estudiar en otros centros norteamericanos menos retrógrados, y acabó haciéndose con un buen aparato astronómico (espectrómetro) en la Institución Carnegie de Washington. Eso le permitió concluir que la Física de su tiempo estaba mal. Una provocación en toda regla. Allá lejos, en el cielo nocturno, camuflada entre las estrellas de la constelación de Andrómeda, visible a simple vista pese a que su luz tarda dos millones y medio de años en llegar a nuestros ojos, se exhibe al mundo la galaxia más próxima a nuestro arrabal del cosmos: la galaxia de Andrómeda, el grumo espiral de materia más cercano, y más similar, a la Vía Láctea. Rubin la enchufó con su telescopio de alta tecnología, y lo que vio la dejó perpleja. Las galaxias no giraban de acuerdo con las leyes de Newton o de Einstein, que obligaban a las estrellas centrales a rotar mucho más deprisa que a las exteriores. Más bien, todas las estrellas giraban al mismo ritmo. O las leyes estaban mal, razonó Rubin, o había en las galaxias un montón de materia que no podíamos ver, pero que regía su comportamiento gravitatorio. La materia oscura.

Hoy calculamos que la materia oscura que descubrió Rubin da cuenta del 25% del universo; otro 70% consiste en energía oscura, la “constante cosmológica” que Einstein inventó para que el cosmos no se colapsara, y que hoy explica que se esté expandiendo de forma acelerada. Solo el 5% restante es lo que solemos llamar materia, esa cosa que estudiamos en el colegio y que constituye por entero nuestro cuerpo y nuestra mente.

El hallazgo de Rubin no fue precisamente una nota al pie de la Física. Más bien aspiraba a constituir el texto principal. Hoy seguimos sin saber qué es la materia oscura, pero también seguimos sabiendo que tiene que existir. O que nuestras leyes están mal. Es odioso generalizar sobre los sexos, pero también lo es ignorar la historia de la ciencia del siglo XX. Henrietta Leavitt descubrió la cinta métrica de medir el cosmos que permitió a Hubble postular la expansión del universo; Barbara McClintock descubrió los transposones, o genes saltarines esenciales para el desarrollo y la evolución humana; Lynn Margulis descubrió el origen de la célula moderna.

Y Vera Rubin descubrió el 25% del cosmos. Vaya tontos que fueron en Princeton.

La edificación del Telescopio finalmente es una realidad, tras décadas de planificación y recaudación de fondos. Con financiación tanto pública como privada (Bill Gates aportó 10 millones de dólares al proyecto y Charles Simonyi -ex ejecutivo de Microsoft y conocido filántropo-, 20 millones de dólares), está integrado por científicos de la Universidad de Washington (EE.UU.) y otras instituciones. Ubicado en la cima de una montaña en el desierto de Atacama de Chile, en el Cerro Pachón, en la Región de Coquimbo, a 2682 m. de altitud. La elección de esta localización se debe a que cuenta con las mejores condiciones atmosféricas y con el mayor número de noches despejadas por año, características que favorecen su desempeño a nivel astronómico.

Un telescopio de 8.4 metros capaz de examinar la totalidad del cielo visible, esto es, escaneará por completo el cielo cada 3 o 4 noches con su cámara de 3.200 megapíxeles, analizando las imágenes en tiempo real y detectando cualquier cambio en el cielo en cuestión de segundos (por ejemplo el acercamiento hacia la Tierra de un asteroide). El telescopio espacial Hubble necesitaría 120 años para lograr el mismo rendimiento. Se espera que pueda llegar a tomar más de 200.000 fotografías al año. Como curiosidad, cuando el gran telescopio funcione a pleno rendimiento, requerirá de más de 100 Gbs de ancho de banda por segundo. El coste de su construcción alcanzará los 700 millones de dólares y los astrónomos del proyecto esperan recibir los primeros datos en 2019, aunque su puesta en marcha oficial está prevista para 2022. Una vez hecho, todos los datos e imágenes serán libres, esto es, estarán a disposición de cualquier persona. Lo cierto es que LSST nos ofrecerá la película más grande del cielo, lo que permitirá a los científicos rastrear el movimiento de miles de millones de objetos y ver cómo las estrellas nacen y mueren. “Con su capacidad para detectar objetos débiles y mirar en los confines del universo, LSST ha sido diseñado para hacer frente a algunos de los mayores desafíos de la astronomía”, afirma Steven Kahn, director del proyecto LSST.

Un gran espejo primario de 8.4 metros, la cámara digital más grande del mundo, imágenes que cubren 40 veces el área de la Luna en una sola exposición y el conjunto de datos públicos más grande del mundo: LSST aprovecha las nuevas tecnologías para proporcionar una cualitativamente nueva capacidad para la astronomía.

Si uno conoce las leyes gravitatorias y observa una galaxia, descubrirá que rota mucho más rápido de lo que debería. La masa de sus estrellas no basta para impulsarla hasta la velocidad que alcanzan. Esta discordancia hizo pensar que existía una materia distinta, que no emitía ni reflejaba luz, y que vistos sus efectos sobre la gravedad, era más abundante que la convencional. Nunca se ha detectado de forma directa, pero el encaje de las observaciones indirectas con las teorías gravitacionales hace muy plausible su existencia. Se ha encontrado en todas las galaxias estudiadas. Salvo en una.

En Marzo de 2018, un equipo internacional de científicos liderado por Pieter van Dokkum, de la Universidad de Yale (EE UU), publicaba la primera observación de una galaxia sin materia oscura (o al menos con la misma materia oscura que materia visible): NGC1052-DF2. Ese hallazgo sorprendente podría cambiar la idea que se tiene sobre la formación de las galaxias.

Uno de los planteamientos más aceptados implica que la materia oscura tiene un papel fundamental en el origen de las galaxias. Las acumulaciones de grumos de esta sustancia adquieren tirón gravitatorio y forman halos de materia oscura que empiezan a atrapar gas. Cuando hay una cantidad suficiente, se encienden las estrellas y poco a poco aparecen galaxias como la que nos da cobijo. La nueva galaxia pone en duda, al menos, que ese modelo sea el único.

Los investigadores detectaron por primera vez la acumulación de estrellas con el Dragonfly Telescope Array, un telescopio construido a medida en Nuevo México (EE UU) para capturar la luz de estas “galaxias ultradifusas”. Después, los telescopios hawaianos Gemini y Keck permitieron analizar con detalle los movimientos de algunos grupos de estrellas de NGC1052-DF2. Se desplazaban más despacio de lo esperado, algo que se podía explicar si solo contasen con la masa que se veía desde los observatorios y no existía una gran cantidad de materia oscura produciendo una aceleración extra. Van Dokkum considera que este descubrimiento confirma que la materia oscura es real, que tiene “una existencia separada independiente de otros componentes de las galaxias”.

El Dragonfly Telescope Array, dando el cayo.

Sven Heinemeyer, investigador del IFCA y el IFT, reconoce que el artículo “le ha sorprendido bastante”. Para él, como para los autores, las implicaciones más interesantes son las que tienen que ver con la dinámica de formación de galaxias. “Creemos que entendemos cómo se formaron las galaxias y el papel de la materia oscura es central”, señala. “Pero parece que puede haber circunstancias en las que se formen galaxias sin materia oscura”, añade. “Estas galaxias superdifusas parecen ser algo muy especial, que pudo formarse en una región del universo en la que había poca materia oscura”.

En cualquier caso, advierte de que, aunque muy interesante, “se trata solo de una observación”. Ahora, tanto los autores del trabajo como otros grupos de astrónomos de todo el mundo tratarán de buscar más galaxias sin materia oscura. Van Dokkum y sus colegas ya han analizado imágenes de 23 de estas peculiares galaxias difusas y tres comparten características con NGC1052-DF2. En los próximos meses, los telescopios hawaianos las escrutarán para comprobar si también forman parte de esta nueva especie galáctica.

Dos ambiciosos experimentos trataron en 2017 de echarle el lazo a la materia oscura, uno de los retos más gigantescos de la física contemporánea.

Las reglas del juego indican claramente que, para que todo funcione, el 27% del universo debe estar compuesto de esta sustancia, que no es materia ni interactúa con ninguna otra fuerza, que no emite luz ni energía de ningún tipo... simplemente, tiene que estar ahí, aunque no la veamos. Algo que también dicen esos modelos cosmológicos, el libro de instrucciones de todo cuanto existe, es que en raras ocasiones esa materia oscura puede interactuar con la visible.

Estos dos últimos intentos trataban de resolver el problema desde distintas perspectivas, pero en ambos casos se buscaba una esquiva partícula llamada WIMP, acrónimo en inglés de "partículas masivas que interactúan débilmente".

En el primero de ellos, un grupo de científicos chinos lo intentaron con una cámara llena de xenón líquido y gaseoso llamada PANDAX-II, perfectamente preparada para detectar esas partículas WIMP si se les ocurría aparecer. En el segundo, científicos del Laboratorio Nacional Gran Sasso de Italia trataron de hacer lo mismo con su experimento XENON1T.

El funcionamiento de estos sistemas es básicamente, introducir xenón en un tanque ubicado a muchos metros bajo tierra. Si alguna partícula WIMP atravesara la Tierra y llegara a estos tanques, podría interactuar con el xenón ya que tiene un átomo con mucha masa. Y si esto sucediera, el impacto liberaría luz y carga eléctrica.

El resultado, en ambos casos, fue el mismo. Se fueron con las manos vacías.

Lo mismo ocurre con todos los intentos del CERN, de la NASA o de los múltiples telescopios, en la Tierra o en el espacio, que se han propuesto detectar en algún momento alguna pista de qué es esa materia oscura que está ahí fuera. En definitiva, de que el modelo sobre el que se basa todo lo demás es correcto.

En algunos aspectos, sí que ha habido avances. Por ejemplo, contamos cada vez con mapas más sofisticados que muestran cómo se reparte esa materia por el universo. Uno de los últimos, presentado en agosto de 2017 en el University College de Londres, incluía 26 millones de galaxias.

Así se reparte la materia oscura a lo largo de 26 millones de galaxias.

Pero incluso en ese momento, uno de los autores del trabajo, Ofer Lahav, declaraba "no podemos simplemente decir que no sabemos lo que es la materia oscura, tenemos que hacer el esfuerzo de saber qué es". Sabemos que las estrellas se mueven más rápido de lo que uno esperaría en base a la materia visible, y eso significa que hay más masa de la que podemos medir u observar. Esa masa extra, en teoría, es la materia oscura y es seis veces más abundante que la que nos rodea y podemos ver, que llamaremos materia bariónica.

"Uno de los grandes problemas es que hay aspectos del modelo cosmológico —que a gran escala funciona— que están en crisis, sus predicciones no concuerdan con lo que observamos", dice a Teknautas Amina Helmi, profesora en la Universidad de Groningen, "y estos aspectos son precisamente los que podemos testear con la Vía Láctea, nuestra propia galaxia, por eso es tan importante. Aún no sabemos por qué no logramos detectar la materia oscura, si es porque no entendemos bien el modelo, porque no entendemos bien cómo interpretar las observaciones —que hasta el momento han sido limitadas— o si realmente es que la materia oscura no es materia oscura y toda la teoría de gravitación debería cambiar". Forma parte de la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea, un satélite lanzado en 2013 para recoger información del movimiento de unas 1.000 millones de estrellas de nuestra galaxia. "Esperamos reconstruir la genealogía de la galaxia, cómo se formó... todos los procesos físicos que llevaron a lo que es la Vía Láctea en este momento", explica la astrónoma.

El objetivo al medir los movimientos de las estrellas es comprender qué fuerzas actúan en torno a la Vía Láctea, y ahí es donde entra en juego otra vez la materia oscura. "Tanto Gaia como Euclid, otra sonda que la ESA lanzará en 2022, nos ayudarán a mapear la distribución de masa en el universo, lo que nos ayudará a su vez a entender qué son la materia oscura y la energía oscura", explica Helmi, "pero al mismo tiempo tiene que producirse una detección", no por parte de ella o su equipo, sino de sus compañeros: los físicos de partículas.

¿Pero y qué partícula será esa? Los dos últimos experimentos fallidos parecen haber cerrado la puerta a las, hasta el momento, principales candidatas. "No es una retirada por completo del paradigma WIMP, pero definitivamente hay un cambio en el énfasis", dijo recientemente a Nature el físico Dan Hooper, del Fermilab, el equivalente estadounidense del CERN. "El rango posible es muy amplio, y nos hemos focalizado demasiado en un cierto tipo de partículas fundamentales", añade Helmi. Ese momento en que uno no sabe si cerrar ya el libro o empezar otro capítulo define actualmente la vida de un científico en materia oscura.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NUBE DE

ETIQUETAS

LIBRERÍA

RELACIONADA

FILMOGRAFÍA

RELACIONADA

NOVEDADES EDITORIALES