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20 - Febrer0 - 2024
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Los elefantes asiáticos (Elephas maximus) son animales que se encuentran en peligro de extinción. En muchos países del continente los pobladores los utilizan como medio de transporte o como animales de carga al igual que sucedió con Som Boon, una elefanta asiática de 87 años que pasó una gran parte de su vida sirviendo a un grupo de humanos, quienes se aprovecharon de su fuerza y tamaño para transportar personas, cargar troncos, dentro de desfiles ceremoniales y hasta para pedir dinero en la calles de Camboya. Una vez que Som Boon “dejó de ser útil”, su dueño la entregó al santuario de elefantes Save Elephant Foundation (SEF), donde voluntarios se conmovieron con su historia de supervivencia y se encargaron de darle la libertad que durante más de 80 años le fue negada. Finalmente, dentro de su nuevo hogar, la paquiderma pudo gozar de caminar sin cadenas y darse baños con lodo sin preocuparse por tener que trabajar nunca más.

A través de un emotivo video publicado en la red social TikTok, el SEF compartió la historia de la “abuela” Som Boon. Los trabajadores del santuario indicaron que la elefanta tiene 87 años y que parece ser el último gigante que queda de la ronda final de elefantes salvajes legales de Camboya. Som Boon pasó la mayoría de su vida sirviendo como elefante para transportar troncos. “Cuando estaba en la provincia de Khao Yai (Tailandia), la ‘abuela’ trabajó como ofreciendo paseos, pidiendo dinero en la calle y dentro de desfiles ceremoniales”, declaró en el video Phanthakan Chaemram, antiguo dueño de la elefanta.

Som Boon recibió un baño y tratamiento dermatológico antes de ser trasladada a su nuevo hogar.

Chaemram añadió que Som Boon viajó a pie a lo largo de toda la provincia, mientras que de noche descansaba al lado de la carretera. Debido a la falta de oportunidades laborales, el hombre se mudó junto a la elefanta para buscar trabajo. En su nuevo hogar, Som Boon trabajó dando paseos por hasta ocho horas al día, toda la semana, durante más de 30 años. En su recinto improvisado, la paquiderma tenía prohibido dar más de un par de pasos, pues en cuanto intentaba avanzar más, una gruesa cadena de hierro se lo impedía.

Al conocer su historia, las autoridades del SEF decidieron darle una nueva oportunidad a la elefanta, aunque admitieron en la descripción del video que a pesar de los desafíos que supone rescatar paquidermos ancianos, les garantizan un viaje seguro hacia la libertad siempre. “El proceso es exigente y requiere un cuidado meticuloso en todos los aspectos, desde la reubicación hasta la gestión de riesgos. Nuestro compromiso se intensifica al llegar a su nuevo hogar, lo que implica esfuerzos rigurosos en una cocina rica en nutrientes y una atención persistente a los síntomas relacionados con la edad”, escribieron las autoridades del SEF en la descripción del TikTok. La elefanta fue liberada de sus cadenas, recibió tratamiento dermatológico y un aperitivo compuesto por plátanos, sandías y otras frutas antes de ser trasladada al santuario dentro de un camión acondicionado.

Por primera vez en más de 80 años, Som Boon disfrutó de la libertad que siempre le fue negada.

Una vez que el emotivo viaje llegó a su fin, Som Boon pudo caminar libre por primera vez en su vida luego de que, según las autoridades del santuario, fuera arrancada de la naturaleza y de su familia y de recibir entrenamiento para ser explotada durante décadas. “Queda poco tiempo y nuestro objetivo es brindarle el amor, la felicidad y la libertad que perdió durante ocho décadas”, agregaron los miembros de la organización.

La elefanta se mostró alegre durante todo su traslado.

La malnutrida y descuidada elefanta ahora goza de caminar libremente por su nuevo hogar, al mismo tiempo que disfruta darse baños con lodo. “Ver su primer día dentro de su nuevo hogar lo significa todo para mí, ahora la ‘abuela’ Som Boon tiene aproximadamente 87 años. Si ella se queda aquí por un par de días y muere está bien para mí, pues aunque sea por unos instantes disfrutó su vida siendo feliz”, concluyó entre lágrimas Tasaneewan Thaosan, voluntaria del santuario.

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