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11 - Enero - 2024
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Nunca ha existido un primate tan grande como el Gigantopithecus blacki. Los adultos de este antiguo simio medían unos 3 metros y podían pesar más de 226 kilos, y deambulaban por los espesos bosques de la antigua China durante la última Edad de Hielo. Desde su descubrimiento hace casi un siglo, los paleontólogos se han preguntado por qué se extinguió este impresionante herbívoro. Pero ahora, un nuevo análisis sugiere que el singular estilo de vida del primate lo hizo vulnerable. Al cambiar rápidamente el hábitat boscoso del Gigantopithecus, el simio no pudo adaptarse a las praderas en expansión. Un nuevo estudio publicado esta semana en Nature combina fechas geológicas, registros de polen y pistas conservadas en el interior de dientes fósiles para presentar una cronología detallada de cuándo y cómo se extinguió el Gigantopithecus blacki. Los resultados han revelado con todo detalle el declive y la desaparición final de la criatura.

"Mi colega Yingi Zhang llevaba más de una década trabajando en las pruebas de G. blacki", explica Kira Westaway, autora principal del nuevo estudio y geocronóloga de la Universidad Macquarie de Sídney (Australia). Una de las mayores incógnitas era el momento de la desaparición del primate gigante. Westaway trabajó para obtener fechas más precisas para los sedimentos en los que se han encontrado fósiles de Gigantopithecus. Si los investigadores conseguían determinar la cronología, podrían investigar mejor cómo era el mundo de Gigantopithecus y qué pudo erradicar al simio. Aunque los expertos habían especulado anteriormente con la posibilidad de que el Gigantopithecus se extinguiera a medida que sus hábitats forestales preferidos se volvían más escasos, los fósiles conocidos del simio carecían de fechas definidas para poner a prueba la idea. "Sin una cronología firme, uno acaba buscando pistas en lugares equivocados", afirma Westaway. La supervivencia de otros simios que coexistieron con Gigantopithecus no hizo sino ahondar el misterio. El Pongo weidenreichi, un pariente del orangután actual, sobrevivió a los cambios que condenaron a Gigantopithecus. Westaway y sus colegas descubrieron que el Gigantopithecus vivió en China hace entre 2,3 millones y 215 000 años. "En las primeras cuevas, de hace unos 2 millones de años, encontramos cientos de dientes de G. blacki", dice Westaway; "pero en las cuevas más jóvenes, de hace unos 300 000 años, al borde de la extinción, sólo encontramos unos pocos".

Un grupo de Gigantopithecus blacki, el primate más grande que ha existido, representado en un bosque del sur de China. Cuando los frondosos bosques dieron paso a praderas abiertas, este simio gigante se vio abocado a la extinción.

Los estudios del polen fósil de los yacimientos de Gigantopithecus también permitieron a los investigadores estudiar cómo fue cambiando el hábitat del animal durante este intervalo. Hace unos 700 000 años, los densos bosques de pinos, abedules y castaños parientes dieron paso a hábitats más abiertos con mayores extensiones de pastizales. Gigantopithecus declinó y luego desapareció a medida que este cambio ambiental se afianzaba. El enorme simio habría sentido los cambios, como queda registrado en sus dientes. En sus dientes fósiles hay huellas geoquímicas influidas por las plantas que comía el simio. Antes de hace 700 000 años, los Gigantopithecus y los Pongo weidenreichi vivían en bosques con copas altas donde comían hojas, frutos y flores, con una vegetación deliciosa disponible gran parte del año. Sin embargo, a medida que los cambios estacionales se acentuaban y el bosque se volvía más abierto, el Gigantopithecus fue teniendo cada vez más dificultades para encontrar sus alimentos preferidos. Mientras tanto, el Pongo weidenreichi cambió su dieta para subsistir a base de plantas fibrosas que estaban más fácilmente disponibles.

El escultor Bill Munns junto con su reconstrucción del Gigantopithecus blacki.

"Los autores hacen un trabajo fantástico al demostrar que G. blacki estaba demasiado especializado para adaptarse a los cambios ambientales que se produjeron", afirma Julien Luoys, paleontólogo de la Universidad Griffith de Australia, que no participó en el nuevo estudio. Según Luoys, en la época del simio gigante, el Sudeste Asiático estaba experimentando cambios ambientales radicales, ya que una placa tectónica de la zona se hundió y modificó el clima y los hábitats locales. "Imagínate que la mayor parte de la zona central de EE. UU. se sumergiera bajo el agua, y pudieras empezar a apreciar los enormes cambios que se producirían", señala.

Sin embargo, lo que llevó a G. blacki a la extinción no fue simplemente el cambio ambiental, sino la incapacidad de adaptarse con suficiente rapidez. "Fue la respuesta del G. blacki a estos cambios lo que selló su destino", afirma Westaway. Estos simios gigantes eran tan grandes que tenían que moverse por el suelo y estaban limitados en cuanto a lo lejos que podían aventurarse, intentando aprovechar al máximo las ramitas, cortezas y otros alimentos duros que aún eran accesibles. No fue suficiente.

Las Montañas Dinghu podrían ser un análogo moderno de los hábitats de Gigantopithecus en el Pleistoceno temprano.

Hace unos 215 000 años, el último Gigantopithecus pereció, ya que estos primates no pudieron seguir el ritmo de los cambios de hábitat. Sin embargo, conocer el final de la historia de este simio no cierra el caso del primate gigante. Por razones aún desconocidas, dice Westaway, algunos de los últimos Gigantopithecus fueron los más grandes habidos nunca. Además, señala Luoys, se han descrito fósiles de Gigantopithecus en Tailandia, Vietnam y posiblemente Java. ¿Siguieron estos enormes primates el mismo camino hacia la extinción o la historia varió según el lugar? "Lo que este trabajo consigue es un nuevo nivel de detalle que contribuye en gran medida a nuestra comprensión de la dinámica de extinción en el sudeste asiático durante esa época", afirma Luoys, abriendo nuevos interrogantes a la vez que explica la desaparición del simio más grande de la Tierra.

Nota de prensa, Enero 2024:

Descubren una avanzada cultura material de hace 45.000 años que adelanta la llegada del Homo Sapiens a China en cinco milenios.

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