www.juezyverdugo.es --- contacto@juezyverdugo.es

 

29 - Noviembre- 2019
>>>> Destacado

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Si nos preguntáramos cuál es el lugar con más radiación del mundo, muchos de nosotros tendríamos una respuesta clara: Chernóbil. Cuando supiéramos que esa no es la respuesta correcta, automáticamente nos acordaríamos de otra ubicación: Fukushima. Pero la contestación también es errónea. Y es que el lugar más peligroso del planeta se encuentra en mitad del océano Pacífico y, ahora, el cambio climático nos amenaza con convertirlo en una catástrofe nuclear.

Allá por la década de los sesenta del pasado siglo, EEUU encontró en Micronesia un lugar idóneo para llevar a cabo una serie de pruebas nucleares. Las Islas Marshall se convirtieron en el punto elegido para lanzar hasta 67 cabezas nucleares para comprobar qué potencial tenían ese tipo de bombas. Cuando terminaron con los tests, el gobierno norteamericano comenzó a realizar pruebas biológicas en la zona para, en 1979, proceder a sepultarlo en un enorme ataúd.

Fue entonces cuando se construyó 'La Tumba', una cápsula hecha con 358 paneles de hormigón de 45 centímetros de grosor que fue levantada en la isla de Runit. Esta cúpula guarda en su interior los restos que quedaron del mayor campo de pruebas nucleares de Estados Unidos, cuyos cálculos son abrumadores: se estima que guarda unos 85.000 metros cúbicos de desechos radioactivos. Pero, ahora, la posibilidad de que queden al descubierto es más que real.

Hace solo unos meses, un estudio aseguraba que las islas Runit, Enjebi, Bikini y Naen a día de hoy tienen unos niveles de plutonio 239 y 240 entre 10 y 1.000 veces más altos que los se han encontrado en Fukushima, y unas 10 veces más elevados que los Chernóbil. Es decir, una radiación muy superior a zonas en las que no se podrá albergar vida durante los próximos 24.000 años. Pero eso no es lo peor: el cambio climático multiplica el peligro.

'La Tumba', la estructura de las Islas Marshall que está rompiendo.

Tal y como se explica en un reportaje de 'Los Angeles Times', 'La Tumba' está resquebrajándose. Cuarenta años después de su construcción, está empezando a sufrir fugas en su estructura, que pueden suponer un verdadero peligro para la vida. Pero, ¿por qué se está rompiendo? Los expertos tienen una respuesta clara: el cambio climático ha provocado que suban las temperaturas y, con ello, el nivel del mar. El calor y la subida del agua están erosionando su superficie.

Según las investigaciones, las Islas Marshall han visto aumentar el nivel del mar por encima de la media del resto del planeta. Los estudios señalan que, desde 1993, se ha incrementado en un centímetro por año, lo que supone más del doble que en el resto del mundo. Si el nivel del mar sigue creciendo al ritmo que lleva haciéndolo en los últimos 25 años, se calcula que para el año 2100 este archipiélago estará completamente sumergido bajo el mar, con el peligro que conlleva.

Algunos científicos, como el investigador del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, Terry Hamilton, intentan quitar hierro al asunto, asegurando que la situación no es tan preocupante ni tan extrema como puede parecer. Pero lo cierto es que si 'La Tumba' de las Islas Marshall queda sepultada bajo el agua, las consecuencias para la vida pueden ser desastrosas: un vertido de 85.000 metros cúbicos de desechos radioactivos al Pacífico no sería, ni mucho menos, una broma.

Las Islas Marshall son, aparentemente, un lugar paradisíaco en medio del mar, pero guardan un oscuro secreto relacionado con las pruebas nucleares de EEUU en plena Guerra Fría.

Una de las pruebas nucleares llevadas a cabo en las Islas Marshall en 1946.

El 26 de abril de 1986, lo que iba a ser una prueba rutinaria en la central nuclear de Chernóbil terminó por convertirse en el mayor desastre medioambiental de la historia de nuestro planeta. Al mismo nivel de aquella catástrofe también está lo sucedido el 11 de marzo de 2011, cuando un terremoto en Japón provocaba el accidente nuclear de Fukushima. Ahora, los expertos han descubierto que hay un lugar en el mundo con mucha más radiación que en aquellas ciudades marcadas de por vida.

Era un día más en la central de Chernóbil, en el que los expertos que allí trabajaban tenían prevista una prueba. Sin embargo, una concatenación de errores iba a provocar que aquel test se convirtiera en el accidente más grave de todos los tiempos: una explosión en el reactor 4 dio lugar a que se liberara a la atmósfera un material radioactivo equivalente a 500 veces la bomba de Hiroshima, un desastre que a día de hoy continúa teniendo consecuencias.

Cuando Chernóbil parecía olvidado, 25 años más tarde fue la propia tierra la que se encargó de darnos una nueva lección. Un terremoto de magnitud 9 en la costa noroeste de Japón provocó que varios reactores de Fukushima se quedaran sin electricidad. Los motores auxiliares a base de diésel mantuvieron la actividad, hasta que un tsunami inundó la central, de la que se perdió el control, teniendo como resultado la fusión del núcleo de tres de sus reactores.

En 1529 la expedición del navegante español Álvaro de Saavedra Cerón desembarcó en este atolón, convirtiéndose en el primer europeo en poner pie en este territorio. Le puso a la isla el nombre de "Los Jardines". Entre el 17 y el 23 de febrero de 1944 se libró aquí la batalla de Enewetak en el marco de la campaña del Pacífico (en la Segunda Guerra Mundial). En 1999 la población ascendía a 820 personas.

El 1 de noviembre de 1952, Estados Unidos hizo estallar en Enewetak la primera bomba termonuclear, con graves efectos para la flora y fauna local. Nada sobrevivió. En el centro de la explosión se alcanzó la increíble temperatura de 15 millones de grados, temperatura que se estima que tiene el núcleo del Sol. Esta temperatura solo se alcanzó durante unos segundos, pero fue más que suficiente para volatilizar todo aquello que se hallaba cerca.

Vista del atolón Enewetak antes de la explosión y el enorme crater generado.

Ambas catástrofes son consideradas por las autoridades como los únicos dos accidentes graves en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares pero, ahora, un equipo científico ha descubierto que ninguno de ellos es el lugar más peligroso de la Tierra... sino que está en medio del mar. Han sido los investigadores de la Universidad de Columbia los que han hallado la evidencia, descubriendo que la zona con más radiación del planeta son las Islas Marshall.

Situado en Micronesia, se trata de un conjunto de islotes de unos 181 kilómetros cuadrados de superficie que, en pleno Océano Pacífico, un día se hicieron famosas de la mano de Estados Unidos. Y es que el país norteamericano llevó allí a cabo, durante la Guerra Fría, sus pruebas con sus nuevos armamentos, especialmente con bombas nucleares, de las que llegaron a lanzar 67 en este pequeño territorio. A día de hoy, se han detectado niveles de radiación realmente elevados.

Este estudio, publicado en PNAS, ha descubierto niveles elevados de elementos radioactivos como el americio 241, el cesio 137 y dos tipos de plutonio en sus 11 islas, siendo la más destacada la isla Bikini, donde Estados Unidos llevó a cabo la prueba de la mayor bomba de hidrógeno nunca lanzada en la Tierra. Es más, los isótopos radioactivos descubiertos en aquella zona contienen 1.000 veces más plutonio que el descubierto en los dos accidentes nucleares.

Estas islas, que están deshabitadas en su mayoría salvó en el caso de algunos atolones, fueron el mayor campo de pruebas nucleares de Estados Unidos, por lo que ahora las autoridades advierten que puede ser un lugar peligroso. Los investigadores han descubiertos que las islas Runit, Enjebi, Bikini y Naen a día de hoy tienen una radiación superior a las zonas circundantes de Chernóbil y Fukushima que están deshabitadas y que no podrán albergar vida en los próximos 24.000 años.

Los expertos tomaron 38 muestras en las 11 islas Marshall y la sorpresa fue descubrir que es la zona más peligrosa del mundo. Los niveles de plutonio 239 y 240 son entre 10 y 1.000 veces más altos que los se han encontrado en Fukushima, mientras que son unas 10 veces más elevados que los Chernóbil. El lugar con más radiación del mundo está en medio del mar, donde Estados Unidos llevó a cabo decenas de pruebas nucleares y que, ahora, lo convierten en un lugar inhabitable.

Emergiendo unos pocos metros sobre el nivel del mar se encuentra una estructura circular y semiesférica construida de hormigón bajo la cual se acumularon unos 73.000 metros cúbicos de desechos radioactivos recogidos en las zonas afectadas por las pruebas de bombas atómicas de Estados Unidos del proyecto Cactus. Esta especie de cúpula construida por Estados Unidos entre 1977 y 1980 (cuando las Marshall todavía eran parte del territorio en fideicomiso administrado por Estados Unidos en las islas del Pacífico) es conocida como Runit Dome (la cúpula de Runit) o The Tomb (la Tumba).

La cúpula del atolón de Runit fue construida entre 1977 y 1980 por Estados Unidos.

Runit es una isla del atolón Enewetak, situado en las Islas Marshall, país insular independiente desde 1990, en el Océano Pacífico. En uno de los extremos de este pequeño arrecife coralino que emerge pocos metros sobre el nivel del mar se encuentra esta estructura circular y semiesférica construida de hormigón bajo la cual se acumularon los desechos radioactivos recogidos en las zonas afectadas por las pruebas de bombas atómicas de Estados Unidos del proyecto Cactus. Esta especie de cúpula construida por Estados Unidos entre 1977 y 1980 (cuando las Marshall todavía eran parte del territorio en fideicomiso administrado por Estados Unidos en las islas del Pacífico) es conocida como Runit Dome (la cúpula de Runit) o The Tomb (la Tumba).

Proceso de construcción de la estructura de hormigón en el atolón de Runit.

No es ningún secreto que los residuos de las pruebas con bombas atómicas en las islas Marshall siguen emitiendo radioactividad, los residuos pueden mantenerla durante miles de años. La periodista de Los Angeles Times Susane Rust explicó en este nuevo reportaje firmado en Majuro, capital de la República de las Islas Marshall, que “ahora el ataúd de hormigón, que los lugareños llaman ‘la Tumba’, corre el riesgo de colapsar por el aumento del nivel del mar y otros efectos del cambio climático” como el aumento del las mareas. Rust recuerda que los estados insulares del Pacífico, entre ellos las Islas Marshall, se encuentran entre los más amenazados del planeta por la elevación del nivel del mar y otros procesos asociados al calentamiento global como la mayor peligrosidad de los huracanes y ciclonesEl reportaje recoge por otra parte declaraciones de científicos como Michael Gerrard (Universidad de Columbia, EE.UU.) recordando que Estados Unidos suma el doble mérito negativo de ser el país que históricamente más ha contribuido a la acumulación en la atmósfera de gases que provocan el cambio climático y de haber generado la mayor cantidad de desechos atómicos por pruebas de armamentos. En diversos puntos del reportaje se recuerda que el gobierno de las Islas Marshall, junto al otros países de la zona, han reiterado hasta la saciedad la necesidad de que países ricos como Estados Unidos asuman sus responsabilidades y lideren la lucha contra el cambio climático.

En tres artíulos simultáneos publicados en Julio de este año en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por un equipo de investigación dirigido por Emlyn Hughes y Malvin Ruderman, del Centro de Estudios Nucleares de Columbia, se presentan datos actualizados sobre la concentración de isótopos nucleares en algunas de las islas Marshall afectadas por las explosiones. En la práctica totalidad de las localizaciones se muestra que la radioactividad está muy por encima del límite de exposición legal establecido en los acuerdos entre los Estados Unidos y la República de las Islas Marshall. Los estudios sobre contaminación radioactiva se llevaron a cabo con muestras de suelo, sedimentos oceánicos y diversos vegetales.

Los expertos de la Universidad de Columbia recuerdan que las 67 bombas nucleares que el ejército de Estados Unidos detonó entre 1946 y 1958 en Marshall dejó una contaminación generalizada en esta cadena de atolones situado entre Australia y Hawái. La detonación nuclear de mayor potencia, conocida como Castle Bravo, se produjo en 1954 en el atolón Bikini y tenía un poder destructivo 1.000 veces superior al de las bombas lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Los niveles más elevados de contaminación radioactiva se detectan actualmente en los atolones Bikini, Enewetak, Rongelap y Utirik. Los expertos y las autoridades locales coinciden en que la radioactividad en estas pequeñas islas impide por completo el regreso de las poblaciones humanas.

Además de los problemas generales de radioactividad ambiental, en puntos como la isla Runit, los expertos están muy preocupados por la seguridad de la cúpula de hormigón y acero construida hace más de 50 años para contener los materiales radioactivos en el punto de impacto de una de las bombas nucleares.

"Basándonos en nuestros resultados, llegamos a la conclusión de que para garantizar una reubicación segura en los atolones de Bikini y Rongelap, sería necesaria una mayor remediación ambiental para evitar la exposición potencialmente dañina a la radiación", relatan de forma técnica los autores del estudio.

En el caso concreto del atolón de Runit, el problema es doble porque Estados Unidos debería mejorar la seguridad de una estructura de su responsabilidad (con un hormigón que se ha estado deteriorando con el paso de los años) y debería tener en cuenta que retirarse del Acuerdo de París no es una decisión aceptable para un país que ha sido y sigue siendo parte principal en la crisis climática que vive el planeta.

Cinco pequeñas islas del Pacífico han desaparecido debido a la subida del nivel del mar y la erosión costera, según una investigación publicada en la revista Environmental Rechearch Letters . Las islas sumergidas están al norte del archipiélago de las Islas Salomón, donde se han registrado ascensos anuales del nivel del mar de 7 milímetros, más del doble de la media global. Las islas tragadas por el mar tenían una superficie de entre 1 y 5 hectáreas y ninguna de ellas estaba habitada. Son (o eran) Kale, Rapita, Rehana, Kakatina y Zollies. Las cuatro últimas se han esfumado entre los años 1962 y el 2002, mientras que Kale ha desapareció en 2016.

Además, otras seis pequeñas islas cercanas han perdido más del 20% de su superficie entre 1947 y el 2014, y en dos de ellas, que estaban habitadas, han quedado destruidas las aldeas, por lo que su población ha debido ser realojada. En tres islas (Hetaheta, Sogomou y Nuatambu) ha desaparecido más del 50% de la superficie, a causa de un fenómeno que se ha acelerado sobre todo desde el año 2002.

Para llevar a cabo su trabajo, los científicos usaron, entre otros datos, imágenes de satélite disponibles desde 1947 para un total de 33 islas. El archipiélago de las Salomon lo integran cientos de islas que suman 640.000 habitantes y se extienden a unos 1.600 kilómetros al noreste de Australia. El estudio apunta que la erosión costera (y la desaparición de las islas) no sólo se debería a la subida del nivel del mar, sino que incide también la alta energía de las olas en zonas localizadas, así como la fuerza de los vientos y otros factores de la dinámica marina, como la Oscilación Decadal del Pacífico.

La gravedad y frecuencia de la subida del mar en las Islas Salomón ha obligado a recolocar a diversos núcleos de población. En el pueblo de Nuatambu, en la isla de Choiseul, en donde viven 25 familias, la mitad de las casas han sido tragadas por el océano y ha hecho inhabitable esta zona. El fenómeno se lleva produciendo de forma paulatina desde hace unos años, según dicen los afectados a los investigadores. Muchas familias han trasladado su residencia a zonas más altas de esta isla volcánica, aunque las familias más pobres simplemente han rehecho sus casas en zonas vulnerables de Nuatambu.

En cambio, en el pueblo de Mararo (al este de la isla de Malaita) los realojamientos a causa de la erosión han sido organizados, de manera que toda población de la costa se ha trasladado en áreas situadas a más de 20 metros por encima desnivel del mar. “El mar empezó a entrar tierra adentro; nos obligó a subir a la colina y reconstruir nuestra aldea lejos del mar”, declaró a los investigadores Sirilo Sutaroti, de 94 años, uno de los realojados de Mararo.

Los autores apuntan en un comentario a su estudio que “ésta es la primera prueba científica que confirma las numerosas explicaciones anecdóticas a los largo del Pacífico respecto a los dramáticos impactos del cambio climático en la costa y la población”. Sin embargo, uno de los investigadores, Simon Albert, matizó ayer a la prensa que no hay que hacer una equiparación directa entre subida del nivel del mar y cambio climático. Dijo que en la subida del nivel del mar había influido vientos excepcionalmente fuertes: y que, aunque éstos son parte de un ciclo natural, su intensificación reciente se relaciona con el calentamiento atmosférico. “El aspecto clave es que estas observaciones de las Islas Salomón son un aviso de lo que vendrá con independencia de si lo ocurrido se debe solo al cambio climático o interviene una suma de factores”, explicó.

Estudios previos ya habían remarcando un significativo ascenso de las aguas en esta zona del Pacífico (oeste), sobre todo desde 1990. El mar subió en las Islas Salomón unos 15 centímetros entre 1994 y el 2014 (una media de 7 mm al año). Y las proyecciones indican una subida de entre 24 y 80 cm entre 1996 y el 2090, según el escenario que se dibuje en función de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Se esperan para este siglo subidas anuales del mar de 7 mm o más. Además, las subidas medias globales del nivel oceánico se superpondrán a la variabilidad natural y a los movimientos tectónicos, aunque se considera que éstos no son un factor primario determinante en la erosión costera. La comprensión de los factores que inciden en el rápido retroceso costero es catalogado por sus autores un elemento crucial para sentar las bases de la adaptación futura al cambio climático, según añaden en el trabajo.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Durante gran parte de los años de la Guerra Fría, las dos grandes potencias en las que se dividió el mundo protagonizaron una carrera por fortalecer su arsenal bélico, especialmente el nuclear. Parte de las imágenes inéditas que demuestran esa disputa llegaron a YouTube en 2017. Entre 1945 y 1962, Washington autorizó 210 pruebas nucleares atmosféricas para intentar mejorar su capacidad de destrucción nuclear. Cada uno de los experimentos fueron documentados en unas 10.000 películas que, abandonadas al deterioro del tiempo, fueron rescatadas, analizadas, desclasificadas y finalmente, subidas al canal de videos de Google. Investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, dependiente del gobierno de Estados Unidos, comenzaron recoger estas cintas inéditas en diferentes puntos del país hace cinco años para ponerlas bajo un mismo techo. Ya se han rescatado unas 4.500 y 750 desclasificadas para su difusión al público. En YouTube, bajo el canal del laboratorio (LLNL) puede encontrase una lista de reproducción con más de un centenar de estas películas. En la tarea trabajan expertos en cinematografía, desarrolladores informáticos y pasantes. La primera horneada de material se subió en marzo de 2017, con una segunda posterior de 62 videos más.

Algunos de ellos incluyen fotogramas de la Operación Teapot (1955), Operación Hardtack (1958) y Operaión Dominic (1962), entre otras. Todos ellos son inéditos.

El objetivo, aseguran desde el centro, es doble: "preservar este registro de valor histórico incalculable antes de que se pierda para siempre y proporcionar datos científicos más precisos sobre el poder de destrucción de una detonación de este tipo". El físico de armas Gregg Spriggs a cargo del proyecto explica en un comunicado del Laboratorio Lawrence Livermore que para medir los efectos de una explosión nuclear se usan simulaciones informáticas ya que hace 25 años que se realizó el último ensayo nuclear.

Una detonación nuclear a gran altitud se ajusta a los marcos de una película de prueba nuclear recientemente desclasificada.

"Esas simulaciones son buenas únicamente en la medida en la que los datos que contienen son correctos y se necesita una información precisa para hacer los cálculos sobre si las reservas de armas nucleares son seguras". Precisamente, la falta de datos rigurosos fue lo que llevó a Spriggs a esta aventura. Hace diez años le encargaron que escribiera un código informático relacionado con los efectos de las armas nucleares. Lo que descubrió es que sus cálculos no coincidían con los tomados manualmente entre los años 50 y 60, las diferencias de las medidas variaban a veces hasta en un 20 o 30%.

Para el doctor mexicano Ernesto Belmont, profesor de física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la información que puede obtenerse de estas películas es "muchísima",declaró en su momento. "Hay varios fenómenos físicos que se pueden calcular a partir de las imágenes: la energía liberada, cómo se disipó esa energía, si levantaba mucha tierra, si vaporizaban mucha agua". Belmont relata que la única otra forma de obtener esta información sería "realizando otra prueba nuclear atmosférica pero no es posible por varias razones, incluyendo acuerdos internacionales". "Las películas existentes parecen ser la única fuente de datos de estas detonaciones ya que los cálculos manuales eran aparentemente poco confiables", señala.

Las cintas se deterioran porque están compuestas por material orgánico que se degrada con el tiempo.

Greg Mello, que dirige el Grupo de Estudio de Los Álamos que supervisa los laboratorios nucleares y favorece el desarme, le contó a BBC Mundo que el valor científico no es tal. "La ciencia de los fenómenos nucleares en la atmósfera se entiende lo suficiente como para que tenga que utilizarse para calcular la producción nuclear". El experto cree que tampoco es útil a nivel militar porque "no existe un valor directo, ya que ninguna de estas pruebas de armas involucra las reservas de armamento nuclear que existen hoy en día. Las de los videos son explosiones muy antiguas".

El lago Salton Sea, en California, fue localización de algunos test nucleares realizados por Estados Unidos y los ecologistas reclaman hoy que está contaminado.

Mello agrega que la precisión en los datos que se ha conseguido en los últimos años compensa cualquier tipo de desfase que se haya podido hacer sobre el terreno y que, quizás, este estudio sirva solo para que quienes diseñan armas nucleares modifiquen un poco lo códigos informáticos que utilizan. Paul Rogers, físico de armas y profesor de en la Universidad Bradford, al norte de Inglaterra, coincide en su análisis con Mello y añade: "El único valor en términos de interés público es que pueden cumplir una función educativa para explicar la potencia de las armas nucleares. La mayoría de personas menores de 40 años no tiene conciencia, al contrario de lo que ocurre con con aquellos que todavía recuerdan todas las controversias de los años de la Guerra Fría".

En 1945, un dedo y un botón supusieron un cambio en el mundo que durará milenios.Unas semanas después, a más de 3.000 kilómetros de distancia, los científicos de Kodak, la gran compañía experta en fotografía, reciben perplejos extensas broncas de sus jefes. Cientos de clientes han vuelto a las tiendas con quejas de placas y placas de cinta sensible a rayos X estropeadas. No lo entienden, una de las razones por las que los científico se sienten orgullosos es por su esmero en cuidar sus preciadas películas. Nunca les había pasado esto. ¿Qué ha podido salir mal?

Por supuesto, en aquél entonces los físicos estaban ya bien enterados de cómo funciona la radiación y otros aspectos físicos de la radiación. Por eso, Julian H. Webb, uno de los físicos más importantes de Kodak, creía saber a ciencia cierta el origen de la contaminación. Las películas sensibles a rayos-x, o películas radiográficas, son materiales muy, muy sensibles, utilizadas normalmente en medicina. Por todo ello, el esmero en su cuidado ha sido siempre excelente. La propia Kodak mantenía un control estricto en la producción de los envases y continentes de estas películas.

Esto se debe a que en los cuarenta, según un artículo del propio Webb, el papel era recuperado de los excedentes militares, los cuales estaban contaminados por radio. ¿Por qué radio? Muy sencillo, porque la producción de papel se hacía en tiempos de guerra en fábricas destinadas también a la construcción de otros elementos en los que era indispensable el radio. El radio, como sabréis, es un elemento natural radioactivo que crea una contaminación persistente. El papel utilizado en los envases, aunque no era peligroso, podía estropear las delicadas películas radiográficas.

Esto se debe a que la radiación contaminante actúa como si de rayos x s tratasen, creando una especie de "neblina" en la película. Por ello, Kodak se esmeraba en conseguir papel nuevo y en buen estado, sin ningún tipo de contaminación. Así que, Webb, estaba convencido de que ésta era la fuente del problema. Hasta que hizo las pruebas correspondientes. Su conclusión fue la siguiente: "la radiación no proviene del papel. Es un tipo nuevo procedente de una fuente desconocida hasta el momento".

Así fue como Webb se topó, aunque sin saberlo, con el primer ensayo nuclear de la historia. Como decíamos, por aquel entonces estábamos muy enterados de qué y cómo actúa la radiación, sin duda. Hacía ya tiempo que los estadounidenses jugaban con la energía nuclear. Años antes, la famosa carta de Einstein advirtiendo que lo alemanes perseguían la bomba nuclear inició el proyecto Manhattan, que pretendía adelantarlos en la creación de una arma de destrucción masiva. Un poco más tarde, los primeros informes afirmaban que "se puede crear un artefacto terriblemente poderoso". Para ello, se debía emplear uranio enriquecido o, como se supo después, plutonio.

La cosa casi estaba en marcha. En 1942, el proyecto Manhattan es aprobado en financiación y actuación un mes después de la entrada de EEUU en la guerra. Sólo tres años después de su aprobación, los estadounidenses tenían lista a "Gadget".

Esto es el "Gadget", la bomba en sí misma.

Este es el nombre con el que se conocía la bomba causante del primer ensayo nuclear de la historia de la humanidad. Y el lugar no era otro que "Trinity". A las cinco de la mañana, un botón y un dedo iniciaron el ensayo que cambiaría la historia. Pero no sólo la historia. También el mundo. Y es que con esa primera detonación, las partículas radioactivas comenzaron a esparcirse por el globo como una señal. Había comenzado la era del átomo.

Esta es la única foto conocida a color del ensayo.

Lo que encontró Webb fueron restos de cerio 141, radiactivo. Para ello, el físico determinó la vida media de la sustancia que estaba emitiendo radiación, que resultó ser de 30 días. Esto lo inquietó al máximo. Este isótopo del cerio es el rico subproducto de una reacción de fisión y no es estable, como casi ninguna sustancia radiactiva, en condiciones naturales. Entonces, ¿de dónde venía? Tras mucho deducir y pelear con hipótesis, Webb llegó a una conclusión: el cerio radiactivo provenía del agua. Es más, tras unas intensas lluvias observó que la radiación en las muestras era aún mayor: los restos radiactivos provenían del cielo. Efectivamente, como buen subproducto de la explosión atómica, el "polvo" de cerio 141 se había quedado en la atmósfera. Las instalaciones donde se elaboraban los envases de las películas radiográficas se encontraban relativamente cerca de la zona de pruebas. Así, los papeles contaminados debido al agua de los ríos que pasaban junto a la fábrica (y la lluvia) terminaron por contaminar el papel, estropear los materiales y alertar a los físicos de Kodak.

La compañía amenazó con denunciar al gobierno por las pérdidas y el estropicio en materiales que le había causado

Al principio, tanto Webb como el resto de los físicos de la compañía estaban atónitos. ¿De dónde provenían estos vientos radiactivos? Tres semanas después de Trinity, dos bombas golpearon duramente Hiroshima y Nagasaki. Pero estas ciudades (o lo que quedaba de ellas) estaban muy lejos. ¿Podría ser que algo hubiese estallado en suelo americano? Sin duda, esta era la única posibilidad. Años después, según se mantenían las pruebas nucleares, Kodak, alertó en privado al gobierno de los Estados Unidos, quienes, como se supo más tarde, ya eran más que conscientes del problema. De hecho, la compañía amenazó con denunciar al gobierno por las pérdidas y el estropicio en materiales que le había causado. Sin embargo, ambas partes llegaron a un acuerdo. El gobierno prometió avisar y ayudar a la compañía para que protegiera sus materiales y escogiera adecuadamente el lugar de producción. A su vez, Kodak debía mantener en total secreto lo que había descubierto sobre las pruebas nucleares.

Esta es una fotografía de la bola de fuego causada por Trinity, el primer ensayo nuclear.

A día de hoy hay quién se pregunta si Kodak tenía la obligación moral de avisar sobre las pruebas que estaba realizando el gobierno. Aunque los ataques de Hiroshima y Nagasaki fueron una prueba más que suficiente de la actuación del gobierno, poco se sabía de la experimentación del campo al respecto. No obstante, los verdaderos efectos nunca terminaremos de conocerlos bien. Las diversas pruebas nucleares, así como el terrible accidente de Chernobyl y, más recientemente, Fukushima han marcado el mundo con radiación. Una radiación que, aunque casi siempre "inofensiva", resulta permanente, en nuestro cómputo de tiempo. Tanto es así, que puede usarse para datar restos y otras operaciones técnicas. Pero que también supone un símbolo de cuando el mundo dio un paso adelante con un poder del que es difícil medir las consecuencias.

En el otro bloque no se quedaron cortos.

En la mañana del 14 de septiembre de 1954, en los montes Urales, a unos 960 kilómetros al sureste de Moscú, los militares soviéticos hicieron explosionar una bomba atómica en el aire, sobre unos 45.000 soldados del Ejército Rojo y miles de civiles, según una información publicada ayer en el diario estadounidense The New York Times. Nunca se ha sabido cuántas personas resultaron muertas o heridas. Una película del ensayo nuclear, obtenida recientemente de los archivos secretos de los militares soviéticos, arroja nueva luz sobre las pruebas nucleares realizadas durante la guerra fría y sobre el uso de personas como auténticos cobayas de laboratorio, según aseguran especialistas nucleares.

Entre las revelaciones de la película, que fue proyectada parcialmente en París a finales de 1993, destaca el hecho de que en un solo ensayo nuclear los soviéticos expusieron a sus tropas a niveles de radiación 10 veces superiores al máximo permitido para las tropas estadounidenses en un año. También revela que las tropas fueron expuestas a altos índices de radiactividad por un largo período de tiempo, al menos un día entero. El objetivo de la prueba nuclear, según explica el narrador oficial de la película, era comprobar si los soldados podían participar en una batalla inmediatamente después de resultar alcanzada la zona de combate por una bomba atómica.

Un comité de veteranos de guerra soviéticos ha exigido al Gobierno indemnizaciones y atención médica especial por lo que consideran años de enfermedades producidas por la radiactividad. La película aporta la primera prueba documental de que hubo tal ensayo. Generales del Ejército ruso indicaron recientemente a los veteranos que la explosión fue una "imitación" de un estallido atómico. En octubre de 1991 el diario Pravda informó por primera vez de la prueba secreta y desde entonces los veteranos de guerra han hablado abiertamente del caso. La explosión se produjo cerca de la localidad de Totskoye. Las cámaras filmaron el estallido tal como ocurrió, a unos 350 metros de altura. Los soldados, en endebles refugios, se hallaban a menos de cuatro kilómetros del centro de la explosión. La película muestra a continuación como los soldados, con escasa protección, avanzan a través de un infierno de polvo, calor y radiactividad.

Según The New York Times, todas las potencias nucleares expusieron a sus hombres a los efectos de la radiación durante la guerra fría para estudiar sus reacciones. Estados Unidos habría efectuado pruebas en el desierto de Nevada y en el Sur del Pacífico. Y Francia habría utilizado el desierto argelino como campo para sus ensayos nucleares.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NUBE DE

ETIQUETAS

LIBRERÍA

RELACIONADA

FILMOGRAFÍA

RELACIONADA

NOVEDADES EDITORIALES