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5 - Febrero- 2020
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Más de 1.200 investigadores de 70 centros en 37 países distintos. Esas son las cifras del consorcio Pan-Cancer Analysis of Whole Genomes Project (PCAWG), que ha analizado más de 2.600 genomas de 38 tipos de tumores primarios para investigar las causas, métodos de prevención, diagnósticos y tratamientos del cáncer.

Este fue el punto de partida de 16 grupos de trabajo que estudiaron múltiples aspectos de la progresión y clasificación de la enfermedad. Se trata del proyecto de análisis más completo hasta la fecha que, según los autores, permite comprender la complejidad genética del cáncer y los cambios biológicos que impulsan su desarrollo.

Los expertos han podido identificar al menos una mutación causal en el 95% de los pacientes, lo que puede ayudar al desarrollo de nuevos medicamentos Para hacerse una idea, los anteriores estudios se centraron en el 1% del genoma, mientras que el Proyecto Pan-Cancer exploró con mucho más detalle el 99% restante, incluyendo regiones clave que controlan la activación y desactivación de los genes.

Este análisis se detalla en seis artículos publicados esta semana en Nature, como parte de una colección de 23 investigaciones, que podrían trasladarse en un futuro a posibles tratamientos clínicos.

Una de las principales contribuciones de España al proyecto es el análisis de 95 muestras de leucemia linfática crónica desde el Centro de Regulación Genómica (CRG) y el estudio de los retrotransposones –una parte de nuestro material genético hasta hace poco considerado ADN basura– en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer en la Universidad de Santiago de Compostela.

"El hallazgo más sorprendente es lo diferente que resulta el genoma del cáncer de una persona del de otra", explica a SINC Peter Campbell, investigador en el Wellcome Sanger Institute de Reino Unido y autor de uno de los nuevos estudios.

"Miles de combinaciones diferentes de mutaciones causan cáncer; más de 80 procesos subyacentes distintos generan esas mutaciones, como envejecimiento, causas hereditarias o estilo de vida", añade. "Sin embargo, uno de los temas más interesantes que han surgido ahora es que podemos empezar a discernir patrones recurrentes entre toda esta enorme complejidad".

Así, los expertos han podido identificar al menos una mutación causal en el 95 % de los pacientes, y para muchos tumores entre 5 y 10. De ahí que estas mutaciones conductoras –aquellas que le confieren a una célula cancerígena mayor capacidad de crecimiento– puedan ser objetivos para el desarrollo de nuevos medicamentos.

Además, se ha conseguido definir la secuencia de eventos durante el desarrollo de un cáncer, y muchos de los tipos de tumores estudiados muestran que los primeros eventos clave ocurren décadas antes del diagnóstico, a veces incluso en la niñez.

Muchos de los tumores estudiados muestran que los primeros eventos clave para el cáncer ocurren décadas antes del diagnóstico, a veces incluso en la niñez "Esto supone que la ventana para la intervención temprana es mucho más amplia de lo que esperábamos", subraya Campbell, lo que aumenta las oportunidades de pronta detección del cáncer en el futuro.

De la misma forma, los científicos de Pan-Cancer han desarrollado un método para averiguar de dónde provienen los cánceres –encontrando la célula de origen– en pacientes en los que no era posible de identificar utilizando técnicas de diagnóstico estándar.

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"A partir de los patrones de las mutaciones y de los genes a los que afectan, podemos detectar qué tipo de cáncer tiene un paciente, incluso para el 1-5 % en los que las técnicas convencionales fallan", indica a SINC Ivo Gut, director del CNAG-CRG y líder de uno de los grupos de trabajo que forman el PCAWG.

Gracias a este estudio, los investigadores pueden ahora datar los cánceres con carbono e identificar la edad de los tumores y las etapas genómicas clave por las que pasan.

"Esto ha ayudado a identificar cuáles son los cambios más tempranos en la evolución de muchos tipos de cáncer, con el potencial de desarrollar nuevas estrategias para diagnosticar o intervenir antes. Aún no hemos llegado a eso, pero este sería el objetivo", subraya Gut.

Este trabajo ayuda a entender por qué dos pacientes con el mismo cáncer responden de manera muy diferente al mismo tratamiento. "Los nuevos hallazgos son clave para el desarrollo de una medicina personalizada, una vez que la secuenciación del genoma de un cáncer sea común en el ámbito clínico", afirma el experto.

Los nuevos hallazgos son clave para el desarrollo de una medicina personalizada, una vez que la secuenciación del genoma de un cáncer se haga de forma rutinaria "En un futuro no demasiado lejano podremos diagnosticar el tumor con precisión y predecir con más certeza la progresión y el tratamiento", añade. El experto incide también en que los datos del Proyecto Pan-Cancer están a disposición de la comunidad de investigación de forma gratuita, lo que ayudará a acelerar otros descubrimientos adicionales.

"El análisis de los datos ha sido un obstáculo importante para mejorar el acceso a la secuenciación del genoma del cáncer en el pasado, por lo que se trata de un avance importante del que se beneficiarán los pacientes", sostiene el científico.

Por su parte, Peter Campbell revela con optimismo cómo ahora se pueden secuenciar los genomas de prácticamente todos los cánceres: "Cada tipo de tumor es diferente, representando su propio rompecabezas para ser reconstruido, pero Pan-Cancer muestra que tenemos todas las piezas listas para su análisis". Sin embargo, este proceso que ha comenzado para todos los tipos de tumores comunes y algunos de los raros, necesitará miles de genomas de cada tipo de cáncer para entenderlo completamente.

"Esto requerirá que desarrollemos marcos para acceder y analizar los genomas de pacientes como parte de su atención clínica rutinaria. Ya existen programas nacionales en Inglaterra, Países Bajos, Corea del Sur y Norteamérica para incorporar estas tecnologías en los diagnósticos rutinarios", concluye Campbell.

¿Qué se requiere para combatir el cáncer? La investigación. Desde 1946 se han invertido más de 4.500 millones de dolares (USD) en fondos que van hacia la investigación sobre el cáncer para encontrar y mejorar tratamientos, descubrir factores que puedan causar el cáncer y mejorar la calidad de vida de los pacientes. El cáncer se puede originar en cualquier parte del cuerpo. Comienza cuando las células crecen descontroladamente sobrepasando a las células normales, lo cual dificulta que el cuerpo funcione de la manera que debería. Para muchas personas, el cáncer puede tratarse muy eficazmente; de hecho, ahora más que nunca hay un mayor número de personas que tienen una vida plena después de haber recibido su tratamiento contra el cáncer.

El cáncer no es una sola enfermedad. Existen muchos tipos de cáncer, pues no es una sola enfermedad. El cáncer puede originarse en los pulmones, en el seno, en el colon o hasta en la sangre. Los diferentes tipos de cáncer tienen algunas similitudes, pero son diferentes en la manera en que crecen y se propagan.

Cada una de las células de nuestro cuerpo tiene ciertas funciones. Las células normales se dividen de manera ordenada. Éstas mueren cuando se han desgastado o se dañan, y nuevas células toman su lugar. El cáncer se origina cuando las células comienzan a crecer sin control. Las células del cáncer siguen creciendo y formando nuevas células que desplazan a las células normales. Esto causa problemas en el área del cuerpo en la que comenzó el cáncer (tumor canceroso).

Las células cancerosas también se pueden propagar a otras partes del cuerpo. Por ejemplo, las células cancerosas en el pulmón pueden viajar hasta los huesos y crecer ahí. La propagación de las células de cáncer se denomina metástasis. Cuando las células del cáncer de pulmón comienzan a crecer en los huesos, se sigue llamando cáncer de pulmón. Para los médicos, las células cancerosas en los huesos lucen justo como las que se originaron en el pulmón. La enfermedad no es referida como cáncer óseo (cáncer en los huesos) salvo que se haya originado en los huesos.

Algunos tipos de cáncer crecen y se propagan rápidamente mientras que otros crecen más lentamente. También responden al tratamiento de diferente manera. Algunos tipos de cáncer se tratan mejor con cirugía; otros responden mejor a los medicamentos, lo cual se conoce como quimioterapia. A menudo se administran dos o más tratamientos para obtener los mejores resultados

Cuando una persona tiene cáncer, el médico necesita saber qué tipo de cáncer es. Las personas con cáncer necesitan un tratamiento específico que sea eficaz para su tipo de cáncer.

La mayoría de los cánceres forman una masa referida como tumor o crecimiento. Sin embargo, no todas las masas (tumores) son cancerosas. Los médicos extraen un fragmento de la masa y la analizan para determinar si es cáncer. Las masas que no son cancerosas se denominan tumores benignos, y las cancerosas se denominan tumores malignos.

Hay algunos tipos de cáncer, como la leucemia (cáncer en la sangre) que no forman tumores. Estos tipos de cáncer se desarrollan en los glóbulos (células sanguíneas) o en otras células del cuerpo.

El médico también necesita saber si el cáncer se ha propagado y cuánto desde donde se originó. Esto se conoce como la clasificación de la etapa del cáncer. Es posible que usted haya escuchado a otras personas decir que el cáncer estaba en etapa 1 o etapa 2. Saber la etapa del cáncer ayuda a su médico a decidir cuál tipo de tratamiento es el óptimo para usted.

Para cada tipo de cáncer hay pruebas que pueden hacerse para determinar la etapa del cáncer. Como regla, una etapa menor (como etapa 1 o 2), significa que el cáncer no se ha propagado o no tanto. Un número mayor (como 3 o 4) significa una mayor propagación. La etapa 4 es la mayor.

Los tratamientos más comunes del cáncer incluyen cirugía, quimioterapia y radioterapia.

La cirugía se puede usar para extraer el tumor canceroso. El médico también puede extirpar alguna parte o completamente la parte del cuerpo que el cáncer esté afectando. En el caso de cáncer de seno, es posible que se extirpe parte o todo el seno. En el caso de cáncer de próstata, es posible que se extirpe toda la glándula prostática. La cirugía no es útil para todos los tipos de cáncer. Por ejemplo, los tipos de cáncer de la sangre son mejor tratados con medicamentos.

La quimioterapia (o quimio) es el uso de medicamentos para matar las células cancerosas o para reducir su crecimiento. Algunos tipos de quimioterapia se pueden administrar por vía intravenosa (en una vena por medio de una aguja) y otros consisten de píldoras que se tragan. Como los medicamentos de la quimioterapia alcanzan a casi todas las partes del cuerpo, son útiles para el cáncer que se ha propagado.

La radioterapia también se usa para matar o disminuir el crecimiento de las células cancerosas. Puede usarse solo o junto con cirugía o quimioterapia. La radioterapia es similar a someterse a una radiografía. Algunas veces se puede administrar implantando en el área cancerosa una “semilla” que liberará radiación.

¿Son demasiados los tumores que reciben la etiqueta de "cáncer"?

Al menos eso piensan los expertos que proponen que los profesionales médicos dejen de utilizar esa palabra para referirse a algunos tumores de bajo riesgo. La razón es que creen que cada vez hay más evidencia de que afecta la respuesta psicológica de los pacientes y, también, sus decisiones sobre el tratamiento.

Al mismo tiempo, la supervivencia a algunos tipos de cáncer cada vez es mayor en muchos países, por lo que la percepción de esta enfermedad -que durante mucho tiempo estuvo asociada a una muerte casi segura- está cambiando. "La utilización de etiquetas más medicalizadas puede aumentar tanto la preocupación con respecto a la enfermedad como el deseo de recibir un tratamiento más invasivo", argumentan los expertos, liderados por la psicóloga de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sydney Kirsten McCaffery.

Como ejemplo, los autores ponen algunos tipos de cáncer de tiroides, un cáncer que es cada vez más detectado gracias a las nuevas tecnologías, el aumento del acceso a los servicios de salud y las revisiones. Mientras su incidencia ha aumentado en muchos países desarrollados, las tasas de metástasis y de progresión de la enfermedad entre los pacientes que son operados inmediatamente y los que solo se someten a un seguimiento de cerca son similares. Otro ejemplo es el del carcinoma ductal in situ, un tipo muy común de cáncer de mama no invasivo, o el cáncer localizado de próstata. En ambos casos, hay una creciente preocupación por el sobrediagnóstico, es decir, la detección de cánceres asintomáticos que nunca habrían causado problemas para el paciente.

El tratamiento de estos tumores sobrediagnosticados puede causar daños al paciente, por lo que es importante que los pacientes sepan que no todos los cánceres que se detectan con exámenes necesitan un tratamiento, afirma el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos en su página web. Los autores proponen utilizar nombres como "células anormales" o "microtumores". Algunos tipos de cáncer no crecen o lo hacen tan despacio que nunca causarán ningún daño si no son detectados.

Las iniciativas para retirar algunas de las etiquetas de cáncer no son nuevas. Los autores citan el ejemplo de cuando la Organización Mundial de la Salud y la Sociedad Internacional de Patólogos de Urología decidieron retirar la etiqueta del cáncer a algunos tumores de vejiga. "En 1998, decidieron que una condición que raramente avanza hacia un cáncer invasivo no debería ser llamada cáncer", afirman. La propuesta, sin embargo, genera dudas en algunos especialistas. "Esto nos lleva de nuevo a una forma paternalista de la medicina, en la que los médicos son los que saben y dicen al paciente lo que necesitan saber y lo que no", declaró Harry Nespolon, presidente del Real Colegio Australiano de Médicos de Familia. "Todo el mundo merece toda la verdad sobre un diagnóstico", añadió. "Cambiar palabras da la impresión de que la profesión les está escondiendo cosas. Si un médico de primaria está proporcionando el contexto de un diagnóstico, no se dará la frecuente búsqueda en Google".

La idea de que sea el propio sistema inmunitario el que se encargue de eliminar las células cancerosas como si fueran una bacteria, un virus o cualquier otro organismo extraño ha explotado en los últimos años. El camino ha sido largo. Pero, hoy día, todos los laboratorios punteros que trabajan en oncología están en esa carrera.

De momento, “estamos ante la punta del iceberg”, advierte José Luis Pérez Gracia, de la Clínica Universitaria de Navarra, que presentó en 2016 datos del uso del atezolizumab (de Roche) en cánceres del sistema urinario (sobre todo, vejiga) que ya han recibido cirugía y quimioterapia y que actualmente no se pueden curar. “Son pacientes que fallecen en un tiempo relativamente breve”, afirmó. En un estudio con 310 enfermos se vio que alrededor del 20% respondían al nuevo medicamento, y, sobre todo, que su efecto era continuado y que se beneficiaban de que tienen menos efectos adversos. “Hablamos de que al año y medio el 80% seguían bien”, declaró satisfecho el oncólogo, cuando antes vivían “dos, cuatro, seis meses”. El resultado ha hecho que la agencia estadounidense del medicamento (FDA) lo aprobara sin necesidad de comparar sus resultados con el de la mejor alternativa actual, lo que es una prueba de su impacto, afirmó Pérez Gracia satisfecho.

Este caso es solo un ejemplo del mecanismo que lideraba en ese momento la investigación en inmunoterapia: la interacción entre una de las proteínas de la superficie del tumor, la PD1, y una de los linfocitos (las células encargadas de destruir a los microorganismo extraños), la PDL-1.

El proceso en el que intervienen es el siguiente: muchas células cancerígenas tienen muchas proteínas PD1 en la superficie (están sobreexpresadas, en argot científico). Son su mecanismo (o, mejor dicho, el que ahora mejor se conoce) para evitar ser atacadas como un cuerpo extraño por los glóbulos blancos que deberían localizarlas y destruirlas. Funcionan uniéndose a las PDL-1 de los linfocitos. Es como si le dieran al interruptor que apaga su función defensora, con lo que los desactivan. Evitar esa unión por cualquier medio es, ahora, el objetivo. Por eso dos de las palabras que más se oyen estos días en las presentaciones del congreso son “anti-PD1”, si bloquean la proteína de la célula cancerígena, y “anti-PDL1”, si lo hacen con las del linfocito. En ambos casos el efecto es el mismo: la llave no entra en la cerradura, y el proceso natural no se altera.

Pero el juego de disfraces va más allá. En algunos cánceres, como el de colon, las células tumorales no muestran las proteínas PD1, explicó Josep Tabernero, del hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Por eso lo que se intenta es obligarlas a que los asomen. Para ello se está ensayando es tenderles una emboscada: tratarlas primero con otro medicamento que haga que las células cancerosas reaccionen, y, al intentar defenderse, saquen sus PD-1. Entonces quedan expuestas al ataque de la inmunoterapia.

El hecho de que la PDL-1 de los linfocitos exista independientemente de que la persona tenga un cáncer o no, y de que muchos tumores sobreexpresen la PD-1 permite, además, que los medicamentos destinados a impedir su unión para desactivar el escudo cancerígeno se prueben en múltiples neoplasias diferentes. Es el caso de los ensayos CheckMate de BMS en cáncer de pulmón, cabeza y cuello y melanoma, cuyo inhibidor de la PD-1, nivolumab, fue aprobado en abril de 2016 por la Comisión Europea para carcinoma renal metastásico. También en próstata.

Otro ejemplo de esta importancia es que dos grandes laboratorios como Merck y Pfizer se hayan unido para desarrollar un anti-PDL-1, el avelumab, para tratamiento de cánceres avanzados de células de Merkel, mesoteliomas, vejiga y gástrico, ovario, riñón y pulmón.

Este último merece una mención aparte, porque los distintos avances en identificación de moléculas de superficie y procesos inmunitarios hacen que se hable ya de 14 tipos de estas neoplasias. De los cuatro cánceres más frecuentes (mama, próstata, colorrectal y pulmón) es, en general, el que peor pronóstico tiene. Por eso los avances en esta patología son tan importantes. En general, se divide entre tumores de células pequeñas y de no pequeñas. Y, estos últimos, pueden tener marcadores ALK, EGFR o ser sensibles a quimioterapia y, ahora a inmunoterapia, afirma Enriqueta Felip, del Instituto de Oncología del hospital Vall d’Hebron.

Como ejemplo, aparte de los ya mencionados, también MSD y Roche presentan resultados de inmunoterapia. Y, también, centrados en la pareja PD1-PDL1. El ensayo POPLAR, afirma Ángel Artal, del hospital Miguel Servet de Zaragoza, demuestra beneficios de esta aproximación similares a la quimioterapia (un 20%), pero con dos ventajas, son más duraderos en el tiempo y ofrecen menos efectos secundarios, que, además, no aumentan con el tiempo.

No son soluciones definitivas, pero la oncología actual avanza pequeños grandes pasos.

La radioterapia y la quimioterapia son tratamientos utilizados para frenar los avances del cáncer. Sin embargo, aunque algunos lo consideren lo mismo, son métodos distintos en la lucha contra esta enfermedad, sobre todo en lo que se refiere a finalidad, administración, tiempo o efectos secundarios. A continuación te mostramos qué diferencias hay entre radioterapia y quimioterapia.

La primera diferencia entre ambas se encuentra en el tipo de tratamiento y la vía de administración. En la radioterapia se utilizan varios rayos de radiación que se intensifican en una zona concreta del organismo, que es donde se localiza el tumor. Por su parte, en el caso de la quimioterapia, se emplean fármacos quimioterápicos que se combinan entre sí. Estos medicamentos suelen administrarse por distintas vías, aunque las más comunes son la vía oral y la endovenosa. No inciden sobre una única zona.

La radioterapia suele usarse sobre todo para dos objetivos. Uno paliativo, con el propósito de disminuir el tamaño del tumor, mejorar los síntomas del cáncer y el retraso en el avance del cáncer, pero no consigue curar la enfermedad. También suele utilizarse como tratamiento adyuvante, lo que implica que se aplique sobre una parte operada para disminuir la posibilidad de que vuelva a aparecer.

Hay que diferenciar además los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia según la forma de administración. En la primera opción hallamos una sintomatología más vinculada con la parte irradiada, mientras que con la quimioterapia existirá clínica generalizada, ya que las propiedades alcanzarán las distintas partes del organismo. Por último, también se debe valorar que la radioterapia sólo puede usarse una vez sobre una parte, ya que la radiación es absorbida por el órgano de forma indefinida, pero sí que podrá utilizarse en otras partes del cuerpo que anteriormente no hayan sido sometidas a la radiación. En lo referente a la quimioterapia, el tratamiento puede administrarse las ocasiones que el médico considere necesarias.

Las buenas noticías siguen llegando ...

Científicos españoles han desarrollado un nuevo fármaco que administra por vía subcutánea nanopartículas que eliminan las células madre metastáticas y previenen la metástasis en un modelo de cáncer colorrectal, sin efectos adversos o tóxicos detectables. Investigadores del Hospital de Sant Pau, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el CIBER-BBN han comprobado que esta nueva forma farmacéutica, una vez administrada subcutáneamente, libera nanopartículas que se dirigen hacia los tejidos tumorales aumentando su captación en las células madre metastásicas.

Según han explicado los investigadores, que publican su trabajo en la revista 'Advanced Materials', el nuevo fármaco tendrá un elevado impacto clínico al no ser necesaria la administración hospitalaria, como sucede en la mayoría de fármacos antitumorales actuales.

El fármaco, que afecta a un receptor presente en niveles elevados en la membrana de las células madre metastásicas, podría ser utilizado, según los científicos, para tratar como mínimo 23 tipos de cáncer que también expresan altos niveles de este receptor en las células tumorales. El grupo de investigadores está formado por el equipo de Antonio Villaverde y Esther Vázquez, del Instituto de Biotecnología y Biomedicina de la UAB (IBB), y liderados por Ramón Mangues, del Instituto de Investigación del Hospital de Sant Pau (IIB Sant Pau).

En su investigación han creado cuerpos de inclusión de fibras amiloides y nanoestructuradas que, cuando se administran por vía subcutánea en ratones de laboratorio, son capaces de liberar nanopartículas citotóxicas solubles de manera continuada, portadoras de una exotoxina que consigue mantener una concentración estable de esta nanomedicina en la sangre y en los tejidos. Según los investigadores, esta nueva forma farmacéutica de administración subcutánea para liberación sostenida permite administrar altas dosis de este nanofármaco, en intervalos prolongados (semanas en ratones y probablemente meses en humanos) sin toxicidad en el punto de inyección o en los tejidos normales, mientras genera un potente efecto antimetastático.

También indican que el desarrollo del fármaco para su administración en humanos reduciría la necesidad de inyectar dosis frecuentes, por vía intravenosa, de los fármacos antitumorales citotóxicos actuales, que requiere hospitalización. En las pruebas en laboratorio, el nuevo fármaco ha conseguido una reducción notable del tamaño del tumor en el colon a la vez que bloquea el desarrollo de metástasis en los ganglios linfáticos, el pulmón, el hígado y el peritoneo, sin captación ni toxicidad apreciable en tejidos sanos (no tumorales), según han publicado los autores.

"Esta terapia ofrece una respuesta a la urgente necesidad médica de inhibir el desarrollo de las metástasis, que representa la principal causa de muerte en pacientes con cáncer", han señalado Villaverde y Vázquez. También han destacado que la destrucción selectiva de las células tumorales y metastáticas aumenta el índice terapéutico de esta nanomedicina, obteniendo un potente efecto antimetastático sin generar efectos adversos asociados, lo que la diferencia de la mayoría de los fármacos antitumorales usados actualmente, que producen efectos adversos frecuentemente severos.

Nanopartículas, ¿el futuro de los tratamientos contra el cáncer?

Luchar contra el cáncer mediante fármacos de quimioterapia, pero ahora de manera teledirigida y sin dañar el tejido sano. A este fin van encaminados diversos estudios, que trabajan en el desarrollo de nanopartículas para portar los medicamentos directamente hacia las células tumorales. El último de ellos ha sido protagonizado por investigadores del Centro de Nanociencias y Nanotecnología (CNyN) de la Universidad Autónoma de México (UNAM), quienes han diseñado y producido nanopartículas biocatalíticas que, mediante enzimas, hacen que el fármaco a administrar sea más eficaz.

Al no dañar las células sanas, las nanopartículas permitirán reducir las dosis del tratamiento, y así sus efectos secundarios Concretamente, la nanopartícula, de un tamaño microscópico, está formada por proteínas, en las que se introducen eznimas que activan los fármacos al entrar en contacto con las células tumorales. Al no dañar células sanas, el dispositivo ayudaría a reducir las dosis de los medicamentos y, por tanto, sus efectos secundarios. Si bien, el sistema aún está en una fase primaria y tardará varios años en comercializarse, según sus desarrolladores.

También haciendo uso de las nanopartículas, pero con otra tecnología diferente, científicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) desarrollaron nanopartículas porosas de sílice, las cuales liberan el fármaco en el tumor al ser activadas por un equipo de ultrasonidos, similar al que se usan en los servicios de rehabilitación de cualquier hospital. Así, el dispositivo dispone de un recubrimiento especial, que retiene el fármaco hasta que se le aplica el ultrasonido, transmitiéndole calor y provocando que se libere la medicación.

Y es que el recubrimiento de estos minúsculos dispositivos son esenciales para lograr engañar al sistema inmune del organismo, y llegar hasta las células contra las que se quiere acabar. De este modo, desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) lograron desarrollar una nanopartícula con un revestimiento de polietilenglicol (PEG). Gracias a este material, la nanopartícula lograba permanecer más tiempo circulando en la sangre del paciente, sin que sus sistema de defensas le atacara, y así tener más posibilidades de llegar al tumor para administrar la dosis del quimioterápico. Si bien, y pese a los avances en esta materia, los científicos aún tienen pendientes retos como la disminución de los dispositivos para llegar a los capilares más pequeños sin dañar tejido sano o el perfeccionamiento de los sistemas de liberación de los fármacos, que por ahora no logran ser efectivos al 100%.

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