www.juezyverdugo.es --- contacto@juezyverdugo.es

 

28 - Noviembre- 2019
>>>> Destacado

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Puede que aún no sepamos quiénes somos ni adónde vamos, pero los humanos comenzamos a responder a otra de las grandes preguntas: de dónde venimos. Y todos procedemos de una región que hoy en día está marcada por un paisaje desértico con salinas, pero que hace miles de años estuvo dominada por un enorme lago. Una investigación publicada por Nature asegura que es ahí, al norte de Botsuana y al sur del río río Zambeze, donde comenzó la historia de los humanos modernos hace 200.000 años.

Los científicos ya sabían que esa patria común de todos los Homo sapiens actuales estaba en África, pero determinar un lugar concreto había sido un reto hasta que ahora, la investigadora australiana Vanessa Hayes y su equipo han analizado el genoma mitocondrial de 1.000 habitantes de esta zona del sur del continente y han comparado los datos sobre el clima del pasado. El resultado es que la población original que luego se extendió por el mundo probablemente surgió en torno al antiguo lago Makgadikgadi y de lo que hoy se conoce como delta del Okavango.

El delta del Okavango, el lugar en el que, según un nuevo estudio, procede el ser humano moderno.

“Creo que es un estudio interesante y bastante completo, combinar los datos genéticos con la modelización climática es una buena forma de intentar reconstruir un escenario evolutivo”, explicó María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, que no ha participado en la investigación pero valora la importancia de este hallazgo.

Hasta ahora las excavaciones arqueológicas indicaban que el origen de la humanidad actual debía estar en África Oriental, pero la genética ya apuntaba hacia el sur del continente. “El principal problema es que tanto la evidencia genética disponible como los fósiles siguen siendo muy incompletos, y de ahí la aparente divergencia entre los resultados que se derivan de estudios genéticos y los paleontológicos y arqueológicos. Ambos puzles están incompletos”, señala.

“Curiosamente sabemos mucho genéticamente sobre los neandertales, sobre los denisovanos y sobre los pre-neandertales a través del análisis del ADN de la Sima de los Huesos de Atapuerca, pero nuestro conocimiento sobre la variabilidad actual y, especialmente, sobre el genoma de los primeros representantes de nuestra especie sigue siendo muy limitado”, comenta. El motivo es que “no se ha recuperado hasta ahora ningún ADN de ningún potencial early H. sapiens u Homo sapiens temprano y ahí estaría la clave para poder comprender muchas cosas sobre nuestro origen”.

Por eso esta nueva investigación ha optado por analizar el genoma de habitantes del sur de África actuales, buscando sus conexiones. En concreto, se ha utilizado el ADN de las mitocondrias, orgánulos celulares, que es diferente al del núcleo de la célula y sólo se hereda de la madre.

Esta información se combina con los datos sobre cambios climáticos de la región. En concreto, el gran lago comenzó a desaparecer hace 200.000 años, dando origen a un gran humedal. Según este estudio, los humanos modernos se establecieron en esta exuberante región verde y permanecieron unos 70.000 años, hasta que el clima cambió y comenzaron a dispersarse. La aparición de nuevas zonas verdes les llevó a migrar primero al noreste y luego al suroeste. Estos pasos habrían allanado el camino para que los humanos modernos migraran más tarde a otras zonas de África y fuera del continente.

A pesar de la publicación de Nature, la experta cree que “quizá es momento de abandonar narrativas lineales para explicar el origen y primeras dispersiones de nuestra especie. Estamos constreñidos por los diagramas con flechas, en las que nos imaginamos a los homínidos “marchando” con un origen y un destino final, cuando en realidad el “out-of-Africa” no fue un evento único ni sencillo, sino probablemente movimientos de expansión y contracción de grupos cuando las barreras biogeográficas y climáticas lo permitieron”.

Desde el punto de vista del registro fósil tampoco está clara la geografía de nuestro origen, fósiles como los de Jebel Irhoud (norte de África), los de Herto y Omo (Etiopía) o los de Florsibad (sur de África), son posibles candidatos a representar nuestras raíces más profundas. Por eso, la evidencia paleontológica y arqueológica está apuntando ahora a un modelo más complejo en el que varias regiones de África hayan tenido un peso importante en el origen de las poblaciones modernas actuales y hayan estado interconectadas.

“Probablemente había más movilidad de la que habíamos imaginado. Aunque las primeras dispersiones puedan haber partido de un lugar geográfico particular y concreto, eso no quiere decir que esa población solo esté reflejando la variabilidad genética de ese punto geográfico, pues puede ser ya un crisol genético de varios grupos humanos que habitan el continente africano y entre los que se ha producido intercambio genético”, opina Martinón.

“En mi opinión este estudio aporta evidencia no tanto hacia la idea de que el origen de nuestra especie tiene que estar en el sur de África como que también el sur de África es una zona de peso para haber contribuido a él”, señala.

En cualquier caso, las evidencias fósiles más antiguas de Homo sapiens fuera de África tienen entre 80.000 y 100.000 años y su situación (por ejemplo, Arabia Saudí o China) hacen que no sea descabellado pensar que el origen de las primeras poblaciones pueda estar en el sur, ya que un viaje así requeriría menos adaptaciones que aventurarse a las inclemencias climáticas y cambiantes de las latitudes del norte.

La investigadora Vanessa Hayes con habitantes de Namibia que han participado en el estudio de ADN.

La evolución humana u hominización es el proceso de evolución biológica de la especie humana desde sus ancestros hasta la actualidad. El estudio de dicho proceso requiere de un análisis interdisciplinario en el que se complementen conocimientos desde ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología, la estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística. El término humano, en este contexto, se refiere a los individuos de la especie Homo sapiens. Evidencias morfológicas, genéticas y moleculares han determinado que la especie viva más cercana a Homo sapiens es el chimpancé (Pan troglodytes). De esta manera, el estudio específico de la evolución humana es el estudio del linaje, o clado, que incorpora a todas las especies más cercanas a los humanos modernos que a los chimpancé. Evidencias moleculares y paleontológicas han estimado que el ancestro común entre Homo sapiens y Pan troglodytes, vivió en África entre 5 a 7 millones de años (Ma). A partir de esta divergencia, dentro del linaje hominino continuaron emergiendo nuevas especies, todas ellas extintas actualmente a excepción de Homo sapiens.

La taxonomía se encarga de la clasificación de los organismos. Por ende, la definición de especie es un aspecto fundamental para clasificar especímenes como pertenecientes a distintas o mismas especies. En organismos vivos es posible definir especies bajo el criterio de la capacidad que tienen distintos individuos de reproducirse y tener descendencia fértil (definición de especie biológica). Sin embargo, el registro fósil plantea más problemas, ya que es imposible ver el potencial reproductivo entre organismos extintos. Esto hace que el definir especies en paleontología sea extremadamente complejo. Un supuesto para definir y nombrar especies basadas en el registro fósil es a partir de la morfología; bajo esta premisa esperamos que exista mayor variación morfológica entre especies que entre individuos de la misma especie. En el estudio de la evolución humana, definir y nombrar especies es, como en toda disciplina paleontológica, no sólo un fenómeno científico pero también político. En ese sentido, podemos dividir a los paleontólogos en dos extremos de acuerdo a la cantidad de especies que están dispuestos a definir en el registro fósil: los agrupadores (lumpers) tratarán de definir unas pocas especies, con mayor variación inter-específica (es decir, dentro de la especie), mientras que los divisores (splitters) definirán nuevas especies cuando existe una pequeña diferencia morfológica entre especímenes. Obviamente estos son dos extremos de un fenómeno y la mayoría de los paleontólogos se ubicarán en algún punto medio.

Al analizar el genoma humano actual se ha descubierto que en su proceso evolutivo hay varios hechos que destacar. Así, se observa por ejemplo que el Homo sapiens comparte casi el 99 % de los genes con el chimpancé y con el bonobo. Para mayor precisión, el genoma de cualquier individuo de nuestra especie tiene una diferencia de sólo el 1,24 % respecto al genoma de Pan troglodytes (chimpancés) y de 1,62 % respecto al genoma de los gorilas.

A partir del análisis genético, se ha postulado que la historia evolutiva humana, dentro de la genealogía humana se habría producido introgresión en varias ocasiones; Ejemplo de ello, el cromosoma Y actual más antiguo (cromosoma-Y A00), el cual se remontaría hasta los Homo sapiens arcaicos (hace unos 340 000 años aprox.). También destaca el descubrimiento de la existencia de hibridación con otras especies homínidas más antiguas, tales como el Homo neanderthalensis (de un 1 % a un 4 % de genes neandertales por persona, principalmente en Europa), y con el homínido de Denisova (la población local que vive actualmente en Papúa Nueva Guinea, en el Sudeste Asiático, le debe al menos el 3 % de su genoma por persona a los homínidos de Denisova). Sin embargo, destaca que al analizar el porcentaje total de ADN del Homo neanderthalensis dentro de la población humana actual no africana (no dentro de un solo individuo actual), este porcentaje aumenta significativamente a un 20 %; estando este genoma neandertal relacionado con genes que produjeron una "heterosis" a adaptaciones ambientales (como fenotipos de la piel), pero también implicado en enfermedades como la diabetes tipo 2, la enfermedad de Crohn, el lupus y la cirrosis biliar.

Igualmente destaca que los retrovirus endógenos humanos (ERV) (Secuencia de ADN derivado de virus pertenecientes al grupo de los retrovirus) comprenden una parte significativa del genoma humano. Con aproximadamente 98 000 fragmentos y elementos ERV, estos componen casi el 8 % del genoma actual del ser humano, los cuales ha adquirido el ser humano en diferentes periodos temporales de su evolución.

Etapas en la línea evolutiva humana:

Pre-australopitecinos.

Los primeros posibles homínidos bípedos (homininos) son Sahelanthropus tchadiensis (con una antigüedad de 7 millones de años y encontrado en el Chad, pero que genera dudas acerca de su adscripción a nuestra línea evolutiva), Orrorin tugenensis (con unos 6 millones de años y hallado en África Oriental) y Ardipithecus (entre 5,5-4,5 millones de años y encontrado en la misma región). Los fósiles de estos homínidos son escasos y fragmentarios y no hay acuerdo general sobre si eran totalmente bípedos. No obstante, tras el descubrimiento del esqueleto casi completo de un individuo de Ardipithecus ramidus apodado Ardi, se han podido resolver algunas dudas al respecto; así, la forma de la parte superior de la pelvis indica que era bípedo y que caminaba con la espalda recta, pero la forma del pie, con el dedo gordo dirigido hacia adentro (como en las manos) en vez de ser paralelo a los demás, indica que debía caminar apoyándose sobre la parte externa de los pies y que no podía recorrer grandes distancias.

Australopitecinos.

Los primeros homínidos de los que se tiene la seguridad de que fueron completamente bípedos son los miembros del género Australopithecus, de los que se han conservado esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy). Este tipo de homininos prosperó en las sabanas arboladas del este de África entre 4 y 2,5 millones de años atrás con notable éxito ecológico, como lo demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica. Su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició hace unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos, esteparios. Como resultado de esta presión evolutiva, algunos Australopithecus se especializaron en la explotación de productos vegetales duros y de escaso valor nutritivo, desarrollando un impresionante aparato masticador, originando al Paranthropus; otros Australopithecus se hicieron paulatinamente más carnívoros, originando a los primeros Homo.

Primeros Homo.

No se sabe con certeza de qué especie proceden los primeros miembros del género Homo; se han propuesto Australopithecus africanus, A. afarensis y A. garhi, pero no hay un acuerdo general. También se ha sugerido que Kenyanthropus platyops pudo ser el antepasado de los primeros Homo. Clásicamente se consideran como pertenecientes al género Homo los homínidos capaces de elaborar herramientas de piedra. No obstante, esta visión ha sido puesta en duda; por ejemplo, se ha sugerido que Australopithecus ghari fue capaz de fabricar herramientas hace 2,5 millones de años. Las primeras herramientas eran muy simples y se encuadran en la industria lítica conocida como Olduvayense o Modo 1. Las más antiguas proceden de la región de Afar (Etiopía) y su antigüedad se estima en unos 2,6 millones de años, pero no existen fósiles de homínidos asociados a ellas. De esta fase se han descrito dos especies, Homo rudolfensis y Homo habilis, que habitaron África Oriental entre 2,5 y 1,8 millones de años atrás, que a veces se reúnen en una sola. El volumen craneal de estas especies oscila entre 650 y 800 cm³.

Esta es sin duda la etapa más confusa y compleja de la evolución humana.

El Homo erectus, en ocasiones se alude a él como «Homo erectus africano», se supone que fue el primero de nuestros antepasados en abandonar África; se han hallado fósiles asimilables a H. ergaster (o tal vez a Homo habilis) en Dmanisi (Georgia), datados en 1,8 millones de años de antigüedad y que se han denominado Homo georgicus que prueban la temprana salida de África de nuestros antepasados remotos.

El homo erectus fue una especie muy longeva. Duró caminando sobre la superficie de nuestro planeta durante casi un millón de años hasta algún momento hace 50.000 o 100.000 años atrás. Debido a este tiempo de existencia, fácilmente se podría interpretar que hicieron lo posible por sobrevivir. Sin embargo, no fue así; estudios recientes apuntarían que una de las razones de la extinción del homo erectus habría sido la pereza.

Arqueólogos de la Universidad Nacional de Australia habrían revelado este hecho. Los investigadores estuvieron analizando artefactos obtenidos en una excavación ubicada en Saffaqah, Arabia Saudí en 2014. Estos habrían pertenecido a grupos de homo erectus que habitaron la zona hace miles de años.

Por vago, se fue al carajo.

En ese momento los científicos se dieron cuenta que los instrumentos hallados eran de muy mala calidad. Argumentaron que era notorio que sus creadores pusieron el mínimo esfuerzo posible en ellos, a comparación de otros que datan de la misma época. Al parecer no tenían cuidado ni siquiera del tipo de material que usaban. Básicamente, tomaban lo que veían a su alrededor sin hacer algún esfuerzo adicional.

Así lo explicó Ceri Shipton, un arqueólogo del grupo de investigación: "Para hacer sus herramientas, usarían cualquier piedra que pudieran encontrar en su campamento, que en su mayoría eran de baja calidad en comparación con lo que otros creadores de herramientas de piedra lograban hacer".

Además, mencionan que una de las razones de la pereza de los homo erectus era el buen lugar que frecuentaban. Allí generalmente tenían agua, roca y otros recursos a la mano, por lo que no se tenían que esforzar casi.

Un hallazgo cercano proporcionó más evidencia para esta teoría. En una colina cercana a la excavación se logró identificar piedra de mejor calidad que la que se usó para las herramientas. Todo lo que tenían que hacer los homo erectus era escalar un poco, pero prefirieron ahorrarse el esfuerzo. Así, prefirieron solo coger algunas de las que habían rodado cuesta abajo en vez de recolectar una buena cantidad en la cima.

En ese tiempo los homo erectus alcanzaron a existir al mismo tiempo que los Homo neanderthalensis y los homo sapiens (nosotros). En comparación, estas dos últimas especies demostraron tener mas iniciativa que los primeros.

Según describen los arqueólogos, los neandertales y nuestros ancestros se esmeraban por hacer buenas herramientas. Sabían dónde buscar buenos materiales y trataban de aplicar técnicas para una correcta fabricación de los elementos. Esto sumando al hecho de que solíamos hacer planes de un año o más en el futuro, previendo ciertas rutas de migración, por ejemplo. En cambio, los homo erectus no parecían planear nada más allá de lo que concernía al día a día.

También se notó lo conservadora y poco preparada para el cambio que estaba la especie. La región en la que vivían comenzó a secarse y a tomar las características que conocemos hoy en día como el desierto árabe. A pesar de darse cuenta de ello no tomaron medidas para migrar o hacer frente al cambio del clima.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NUBE DE

ETIQUETAS

LIBRERÍA

RELACIONADA

FILMOGRAFÍA

RELACIONADA

NOVEDADES EDITORIALES