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8 - Marzo - 2024
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Aunque en España seguimos con nuestra particular (y a veces agónica) lucha contra la sequía, es innegable que estos días están siendo muy buenos. Tanto es así que, pese al déficit hídrico acumulado, cada vez hay más zonas del país que han conseguido alejar los fantasmas y comenzar a respirar con tranquilidad. Sin embargo, las predicciones a largo plazo ponen nervioso a cualquiera. ¿El invierno ha muerto? Esta vez ha sido el último informe del Observatorio Global de la Sequía de la Comisión Europea el que ha puesto negro sobre blanco que (con los datos climáticos en la mano), en amplias regiones de la cuenca mediterránea, "el invierno parece haber estado completamente ausente".

Sin embargo, las predicciones a largo plazo ponen nervioso a cualquiera. ¿El invierno ha muerto? Esta vez ha sido el último informe del Observatorio Global de la Sequía de la Comisión Europea el que ha puesto negro sobre blanco que (con los datos climáticos en la mano), en amplias regiones de la cuenca mediterránea, "el invierno parece haber estado completamente ausente". Pero es que, además, las heladas han disminuido hasta un 30%: hay más días calurosos y menos noches frías. El invierno, tal y como lo conocíamos hasta ahora, se está desdibujando.

De hecho, llevamos años hablando de que deberíamos de empezar a replantearnos el uso de las estaciones. Cuando los veranos se vuelven larguísimos, pasamos las primaveras a temperaturas extremas, sufrimos otoños secos y los inviernos se dan a la fuga, hablar de cuatro estaciones pierde sentido. Y no solo por una cuestión comunicativa. Es que, la pérdida del invierno supone cambios sustantivos para la cuenca mediterránea. Como explicaba Sergio Messina, "perder el invierno" supone perder "la temporada de recuperación vegetativa"; es decir, supone "empezar una temporada de verano como si hubiera estado precedida por otra temporada de verano". Y sabiendo que cada verano será un poco peor.

El Mediterráneo aumentará un metro su nivel del mar y hasta cinco grados su temperatura para 2100.

En ese sentido, la Organización Meteorológica Mundial no deja de insistir en que las políticas de adaptación no deben depende del "estado meteorológico" del país, sino que debe de fundarse en las tendencias climáticas a medio y largo plazo. Eso es algo que tenemos que tener en mente aquí en España. Tenemos muchos ejemplos que muestran prepararse e invertir da resultados. En la peor sequía desde los años 90, Andalucía ha conseguido no restringir el suministro a pesar de tener el doble de regadío activo que en los años 90. Queda mucho trabajo por hacer y el camino está cada vez más claro. Aunque conlleve despedirnos del invierno.

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En 2020, un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) examinó por qué la región mediterránea supondrá una anomalía para el cambio climático y encontró que incluso con diferentes modelos climáticos, el resultado es que, dentro de las próximas décadas, la región será significativamente más seca, con un descenso en las precipitaciones del 40% durante la temporada de lluvias de invierno.

Los investigadores revelaron las condiciones subyacentes que causan esos efectos anómalos en la región, especialmente en el noroeste de África y en el Oriente Medio, y esperaban que sus proyecciones ayuden a mejorar las políticas agrícolas y de gestión de los recursos hídricos de la región. El estudio, publicado en la revista científica 'Journal of Climate', fue dirigido por Elfatih Eltahir, profesor de Ingeniería civil y Medioambiental del MIT, quien aseguró que, tras analizar los diferentes modelos de cambio climático, hay una anomalía en el caso de la zona del Mediterráneo.

Mientras que en la mayoría del planeta las temperaturas aumentarán y se producirá un aumento de las precipitaciones, en parte debido a que el aire más caliente puede transportar más vapor de agua, la región del Mediterráneo muestra una mayor disminución de las precipitaciones previstas para el resto de regiones mundiales, que rondan entre el diez y el 60% de descenso. En un principio, se desconocía las razones de este hecho, pero Eltahir y su equipo detectaron que la excepción mediterránea se debe a dos consecuencias del cambio climático actuando conjuntamente: una es una alteración en la dinámica de la circulación de la atmósfera superior, mientras que la segunda es una disminución de la diferencia de temperatura entre la tierra y el mar.

El Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que los otros mares de la Tierra.

El primer efecto es un fenómeno a gran escala, relacionado con los poderosos vientos de gran altitud llamados corrientes en chorro de la latitud media, que impulsan un fuerte y constante patrón climático de oeste a este a través de Europa, Asia y América del Norte. Los investigadores sostienen que los modelos muestran que "una de las cosas que ocurren con el cambio climático es que a medida que aumentas la temperatura global, vas a aumentar la fuerza de estos chorros de latitud media".

Pero en el hemisferio norte, esos vientos se topan con obstáculos, con cadenas montañosas como las Rocosas, los Alpes y el Himalaya, y éstos, colectivamente, imparten una especie de patrón de ondas a esta circulación constante, lo que da lugar a zonas alternas de mayor y menor presión atmosférica. La alta presión se asocia con el aire claro y seco, y la baja presión con el aire más húmedo y los sistemas de tormentas. Pero a medida que el aire se calienta, este patrón de ondas se altera. "La geografía donde está el Mediterráneo, y donde están las montañas, impacta el patrón de flujo de aire en lo alto de la atmósfera de una manera que crea una zona de alta presión sobre el Mediterráneo", explican en un comunicado. Esa área de alta presión crea una zona seca con poca precipitación.

Sin embargo, ese efecto por sí solo no explica la proyección de menos precipitaciones en la zona del Mediterráneo. Esto requiere la adición de un segundo mecanismo, la reducción de la diferencia de temperatura entre la tierra y el mar. Esa diferencia, que ayuda a impulsar los vientos, también se reducirá en gran medida por el cambio climático, porque la tierra se está calentando mucho más rápido que los mares. "Lo que es realmente diferente del Mediterráneo en comparación con otras regiones es la geografía", explican los científicos. "Básicamente, tienes un gran mar rodeado de continentes, lo cual no ocurre en ningún otro lugar del mundo". Mientras que los modelos muestran que las masas de tierra circundantes se calentarán entre tres y cuatro grados centígrados durante el próximo siglo, el mar mismo sólo se calentará unos 2 grados más o menos. "Básicamente, la diferencia entre el agua y la tierra se reduce con el tiempo".

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés), afirma que el mar Mediterráneo alberga entre 15.000 y 25.000 especies, de las cuales, un 60% son únicas de la región.

Esto, a su vez, amplifica el diferencial de presión, sumándose a la zona de alta presión que impulsa un patrón de circulación de vientos en el sentido de las agujas del reloj que rodea la cuenca del Mediterráneo. Y debido a las particularidades de la topografía local, las proyecciones muestran que las dos zonas más afectadas por la tendencia a la desecación serán el noroeste de África, incluido Marruecos, y la región del Mediterráneo oriental, incluido el Levante y Turquía. Esa tendencia no es sólo una proyección, sino que ya se ha hecho evidente en las recientes tendencias climáticas en todo el Oriente Medio y el oeste de África del Norte, dicen los investigadores. "Estas son áreas donde ya detectamos disminuciones en la precipitación", indica Eltahir. Es posible que estas disminuciones de las lluvias en una región ya reseca puedan incluso haber contribuido a los disturbios políticos en la región, añade. Según Eltahir, el hecho de que los procesos físicos subyacentes se entiendan ahora ayudará a asegurar que estas proyecciones sean tomadas en serio por los gobernantes de la región. Proporcionará una confianza mucho mayor, señala, al permitirles "entender los mecanismos exactos por los que va a ocurrir ese cambio".

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