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12 - Enero - 2024
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Un grupo internacional de investigadores, liderado por figuras como Eske Willerslev de las Universidades de Cambridge y Copenhague, y con la participación de Thomas Werge (Universidad de Copenhague) y Rasmus Nielsen (Universidad de California en Berkeley), ha arrojado luz sobre un aspecto crucial de nuestra historia médica. Mediante el análisis de ADN antiguo extraído de huesos y dientes de casi 5.000 individuos, algunos datando de hace 34.000 años, los científicos han trazado la evolución y la diseminación de enfermedades como la esclerosis múltiple (EM) y el alzhéimer. Estas investigaciones, publicadas en Nature, revelan que las variantes genéticas asociadas a estas enfermedades han viajado a través del tiempo y el espacio, acompañando a las migraciones humanas. Este estudio, que incluye ADN de poblaciones euroasiáticas desde el Mesolítico hasta la Edad Media, muestra cómo variantes genéticas particulares, introducidas en Europa hace unos 5.000 años por pastores de ganado que migraban desde el este, han influido en la prevalencia de enfermedades en regiones específicas.

Rasmus Nielsen es un biólogo danés y profesor del Departamento de Biología Integrativa de la Universidad de California, Berkeley. Su investigación se centra en la genética estadística y la genómica computacional en relación con la biología evolutiva.

Los Yamnaya, pastores de la estepa póntica, llevaron consigo variantes genéticas que proporcionaban ventajas en términos de inmunidad contra infecciones de sus animales, pero que paradójicamente incrementaban el riesgo de EM. Este descubrimiento no sólo cambia nuestra comprensión de la esclerosis múltiple sino que también explica por qué la prevalencia de esta enfermedad es significativamente más alta en el norte de Europa. Además, se cree que el pueblo Yamnaya es antepasado de los actuales habitantes del noroeste de Europa, lo que establece una conexión directa entre las prácticas y migraciones antiguas y los perfiles de enfermedad actuales.

Enterramiento de la cultura de tumbas yamna, en el óblast de Volgogrado.

Otro estudio relevante, dirigido por Evan Irving-Pease del Globe Institute de la Universidad de Copenhague, compara el ADN de 1.664 esqueletos arqueológicos con perfiles genéticos de más de 400.000 europeos actuales. Los resultados indican que los estilos de vida y migraciones durante los últimos 10.000 años han dejado un legado genético significativo, impactando no solo en características físicas sino también en la predisposición a ciertas enfermedades. Por ejemplo, los europeos del sur, con mayor ADN de antiguos agricultores, muestran predisposición al trastorno bipolar. Por otro lado, los del noroeste tienen más probabilidad de desarrollar esclerosis múltiple, y los del este, un mayor riesgo genético de alzhéimer y diabetes. Estos hallazgos sugieren que la variación regional en ciertos rasgos y enfermedades se debe más a los patrones de dispersión de los migrantes que a la adaptación a condiciones específicas en Europa.

Esta investigación, que es un verdadero tour de force en el campo de la genética poblacional, ilustra de manera ejemplar cómo el estudio de cuestiones antropológicas y genómicas fundamentales puede informar y transformar la medicina moderna. El banco genético de ADN antiguo creado por estos investigadores no solo aporta conocimientos sobre migraciones humanas y perfiles de riesgo genético, sino que también abre nuevas avenidas para entender y tratar enfermedades como la EM. En resumen, estos estudios no solo profundizan nuestra comprensión de las enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y el alzhéimer, sino que también nos ofrecen una perspectiva única sobre cómo el legado genético de nuestros ancestros sigue influyendo en nuestra salud y susceptibilidad a enfermedades en el mundo moderno.

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La esclerosis multiple (EM) es una enfermedad autoinmunitaria que afecta el cerebro y la médula espinal (sistema nervioso central). La EM afecta con mayor frecuencia a las mujeres que a los hombres. El trastorno se diagnostica con mayor frecuencia entre los 30 y 40 años de edad, pero se puede observar a cualquier edad. La EM es causada por el daño a la vaina de mielina. Esta vaina es la cubierta protectora que rodea las neuronas. Cuando esta cubierta de los nervios se daña, los impulsos nerviosos disminuyen o se detienen.

El daño al nervio es causado por inflamación. La inflamación ocurre cuando las células inmunitarias del cuerpo atacan el sistema nervioso. Esto puede ocurrir a lo largo de cualquier zona del cerebro, el nervio óptico o la médula espinal. No se sabe exactamente qué causa la EM. La creencia más frecuente es que es causada por virus, un defecto genético o ambos. Los factores ambientales también pueden influir. Puedes ser ligeramente más propenso a presentar esta enfermedad si tienes antecedentes familiares de EM o si vives en una parte del mundo donde esta enfermedad es más común (áreas más alejadas del ecuador).

Los síntomas varían debido a que la localización y magnitud de cada ataque puede ser diferente. Los episodios pueden durar días, semanas o meses. Los ataques van seguidos de remisiones. Estos son períodos en los que hay una reducción o una desaparición de los síntomas. La fiebre, los baños calientes, la exposición al sol y el estrés pueden desencadenar o empeorar los ataques. Los nervios en cualquier parte del cerebro o la médula espinal pueden resultar dañados. Debido a esto, los síntomas de la EM pueden aparecer en muchas partes del cuerpo. La fatiga es un síntoma común y molesto a medida que la EM progresa. Con frecuencia es peor por la tarde.

Los síntomas de la EM pueden simular los de muchos otros problemas neurológicos. La EM se diagnostica al determinar si hay signos de más de un ataque en el cerebro o la médula espinal y al descartar otros padecimientos. Las personas que tienen una forma de EM llamada esclerosis múltiple remitente-recurrente tienen evidencia de al menos dos ataques, separados por un período de remisión. En otras personas, la enfermedad puede empeorar lentamente entre un ataque claro y otro. Esta forma se llama EM secundaria progresiva. Una forma que tiene una progresión gradual, pero que no presenta ataques claros se denomina EM primaria progresiva. Su proveedor de atención médica puede sospechar la presencia de EM si hay disminución en el funcionamiento de dos partes diferentes del sistema nervioso central (como los reflejos anormales) en dos momentos diferentes. Un examen del sistema nervioso puede mostrar disminución en la función nerviosa en un área del cuerpo. O la reducción en la función nerviosa puede extenderse a muchas partes del cuerpo.

Hasta el momento no se conoce cura para la EM, pero existen tratamientos que pueden retrasar la enfermedad. El objetivo del tratamiento es detener su progreso, controlar los síntomas y ayudar a la persona a mantener una calidad de vida normal.

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