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11 - Junio - 2019
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En una gran victoria legal para la comunidad LGBTI, Botsuana ha juzgado como inconstitucionales aquellas normas que criminalizan las relaciones con personas del mismo sexo.

En el contexto africano, donde 33 de 54 países prohíben tajantemente la homosexualidad (cinco de ellos bajo pena de muerte), una decisión como esta supone un enorme paso adelante en la lucha por los derechos humanos. Un mes después del revés que supuso la decisión del Tribunal Supremo de Kenia de no derogar las antiguas leyes coloniales que penalizaban las prácticas homosexuales, la victoria de los activistas LGBTI puede suponer un avance para otros países del entorno que luchan contra la persecución de personas por su condición sexual.

"En nuestra opinión, las leyes 164 y 165 menoscaban el derecho del demandante a la dignidad, la privacidad y la libertad y, en último término, son discriminatorias en la práctica", declaró uno de los tres magistrados instructores del caso, Michael Leburu. Los magistrados también han rechazado el argumento principal del Gobierno, para quien la sociedad botsuanesa no estaba aún preparada para este cambio legal.

"El Estado no puede actuar como un policía en las camas de la gente. La opinión pública en casos como estos es relevante, pero no decisiva. Se trata de derechos fundamentales más que del punto de vista del público", considera Leburu.

Con este fallo, Botsuana pasa a engrosar la lista de 21 países africanos que o bien han despenalizado la homosexualidad (como Ruanda, Costa de Marfil o Seychelles) o bien tienen vacíos legales sobre ella. En el otro extremo encontramos países como Uganda, con una enorme influencia de pastores ultrarreligiosos, que ha intentado en varias ocasiones aprobar la ley más restrictiva contra los derechos de las personas homosexuales, la conocida como "matagays". El jefe de estado, Yoweri Museveni, impulsó en 2018 una ley antihomosexual con pena de cárcel que oscilaban desde los 7 años hasta la cadena perpetua, aunque la justicia desestimó esta ley. Dicha norma no sólo prevé pena de muerte en algunos casos (como que uno de los homosexuales tenga el VIH) sino que dice que cualquiera que "aconsejase o ayudase a otra persona a cometer actos de homosexualidad" (por ejemplo, alquilar una habitación a un homosexual) se enfrentaría a siete años de prisión. En Nigeria, otro ejemplo de represión contra los homosexuales, la pena por mantener relaciones con personas del mismo sexo es de 14 años de cárcel.

Botsuana, un país sin litoral en el sur de África, tiene un paisaje definido por el desierto del Kalahari y el delta del Okavango, que se transforma en un abundante hábitat animal durante las inundaciones estacionales. La enorme Reserva de Caza del Kalahari Central, con sus valles de ríos fosilizados y llanuras onduladas, alberga una gran cantidad de animales, entre ellos jirafas, guepardos, hienas y perros salvajes.

El desafío al código penal del país fue realizado por un hombre gay anónimo conocido únicamente por las iniciales LM. En marzo, en una declaración escrita dijo al Tribunal Superior que dichas leyes le «limitan a la hora de interactuar con otros de la misma manera por temor a ser encarcelados. No estamos buscando personas que acepten la homosexualidad sino que sean tolerantes».

Una victoria histórica para los movimientos LGBTI en Botsuana, quienes han estado luchando para reconocer sus derechos en los últimos años con éxito. En 2010, la Ley de Empleo hizo ilegal que las empresas rescindieran los contratos debido a la orientación sexual de sus trabajadores. En 2016, el tribunal dictaminó que el gobierno no podía negarse a registrar organizaciones de derechos LGBTIG. Un año después, la mujer transexual Tshepo Ricki Kgositau se ganó el derecho a que su verdadero género fuera reconocido oficialmente en Botsuana. Kgositau declaró a las puertas del tribunal supremo que «ya era hora» de que se deshicieran de las leyes discriminatorias de la época colonial y «interpretara su propia humanidad».

Ante un público expectante en la sala del tribunal, los jueces dieron la razón a varios litigantes, entre ellos, Letsweletse Motshidimang, un ciudadano gay de Botsuana que cuenta también con el apoyo de organizaciones locales e internacionales como el Centro de Litigación de África del Sur (SALC, siglas en inglés).

Los miembros de la comunidad LGTBI que acudieron al juzgado abandonaron la sala entre cantos y abrazos de alegría y las redes sociales se han llenado también de felicitaciones.

En África Oriental la situación para el colectivo es difícil, donde encontramos, por ejemplo, Tanzania, donde mantener relaciones homosexuales puede suponer hasta 30 años de prisión. En Dar es Salam, principal ciudad comercial del país anunciaron la creación de un a "brigada" para perseguir al colectivo, aunque el gobierno se desvinculó de esta noticia.

La Corte Constitucional de Ecuador aprobó a su vez el matrimonio entre personas del mismo sexo, una decisión que ha sido inmediatamente aplaudida por organizaciones que defienden los derechos de la comunidad LGBTI del país sudamericano. El Constitucional se ha pronunciado con cinco votos a favor y cuatro en contra en dos casos de matrimonio de dos parejas homosexuales, según ha informado el diario ecuatoriano 'El Comercio', en un fallo histórico en el país.

Christian Paula, presidente de la organización Pakta, que impulsó ambos casos, ha expresado su satisfacción. "La justicia ecuatoriana ha reflexionado sobre el avance de la historia de los derechos, ha tomado en cuenta la realidad y brinda luces al entregar a los LGBTI la ciudadanía completa finalmente", ha dicho. "Esperamos la resolución escrita para conocer los términos y el comunicado oficial de la Corte Constitucional. Todo lo que sabemos es de gente de dentro, no tenemos el comunicado", ha agregado. Por su parte, la Federación Ecuatoriana de Organizaciones LGBT ha aplaudido el fallo, que ha descrito como "icónico", y ha expresado su deseo de que "no sólo sea referencia para los países andinos, sino para toda la región latinoamericana". "Estamos avanzando por la vía Constitucional, pero queremos más: vamos camino hacia la adopción homoparental", ha agregado la organización, tal y como ha recogido el diario local 'El Telégrafo'.

El fallo de la Corte Constitucional ecuatoriana ha llegado un día después de que la Justicia de Botsuana ordenara la despenalización del sexo entre personas del mismo sexo que regía en el país en virtud de una legislación que se remontaba a la era colonial.

En el día Internacional contra la Homofobia, Taiwán hizo historia al legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Esto lo convierte en el primer país asiático que legitima la unión entre parejas homosexuales. Con este, ya serían 28 países en los que el matrimonio gay ya es legal. Luego de una larga jornada de debate, los diputados taiwaneses aprobaron esta propuesta con 66 votos a favor y 27 en contra. "Taiwán hoy debe resonar como una llamada de atención, iniciando un movimiento más amplio en toda Asia para garantizar la igualdad para las personas LGBTI y una protección proactiva de sus derechos por parte de los gobiernos de toda la región”, escribió Phil Robertson, subdirector para Asia de Human Rights Watch en Twitter. Este es un avance para los derechos de personas LGBTI y aunque en 78 países sigue siendo ilegal el matrimonio homosexual, incluso en algunos es delito ser gay, el listado de los países que lo han legalizado ha aumentado año tras año. Los países en los que es posible que las personas del mismo sexo contraigan matrimonio son: 1. Países Bajos (2001) 2. Bélgica (2003) 3. España (2005) 4. Canadá (2005) 5. Sudáfrica (2006) 6. Noruega (2009) 7. Suecia (2009) 8. Portugal (2010) 9. Islandia (2010) 10. Argentina (2010) 11. Dinamarca (2012) 12. Brasil (2013) 13. Francia (2013) 14. Uruguay (2013) 15. Reino Unido (2013) 16. Nueva Zelanda (2013) 17. Inglaterra (2014) 18. Gales (2014) 19. Escocia (2014) 20. Luxemburgo (2015) 21. Estados Unidos (2015) 22. Irlanda (2015) 23. Colombia (2016) 24. Finlandia (2017) 25. Malta (2017) 26. Alemania (2017) 27. Australia (2017) 28. Taiwán (2019) Además, en 62 países prohíben la discriminación en el empleo basado en la orientación sexual. Israel, Sudáfrica, Alemania, Nueva Zelanda y Colombia, algunos de ellos. También hay 31 países en donde está prohibida la incitación al odio basada en la orientación sexual. Algunos de ellos son: Bélgica, Dinamarca, Canadá, Sudáfrica, Bolivia, Ecuador, Paraguay o Colombia.

Se llama movimiento LGBTI al movimiento social y político que lucha contra la discriminación, ya sea por orientación sexual o identidad de género, y en favor de la equiparación y el reconocimiento de derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero y transexuales. En los últimos años, el movimiento ha incluido también otros colectivos relacionados con la sexualidad. Es habitual afirmar que el movimiento LGBTI se inició en Occidente con el «movimiento de liberación LGBT», que normalmente se considera surgido en 1969 con los disturbios de Stonewall en Estados Unidos. Sin embargo, diversas investigaciones han ido revelando, que existen desde el mundo antiguo, y en diversas culturas, movimientos impulsados por personas que coinciden con los términos modernos de LGBTI. Una de las principales acciones del movimiento LGBTI es el Día del Orgullo LGBTI, usualmente mediante manifestaciones multitudinarias, dedicadas centralmente a exteriorizar ante la sociedad el orgullo que sienten las personas participantes de ser coherentes con sus deseos, orientaciones e identidades.

La primera manifestación no oficial del colectivo LGTBI en La Habana (Cuba) a mediados de 2019, terminó con enfrentamientos y dos detenciones.

Los siete sabios del bosque de bambú fueron un grupo de filósofos, poetas y músicos chinos, de la corriente qingtan (pura conversación) del taoísmo, en el inicio de la dinastía Jin (265-420). El historiador Louis Crompton lo compara con el movimiento hippie surgido en Estados Unidos en el siglo XX. El grupo generó un movimiento cultural crítico de las intrigas, la corrupción y la agobiante atmósfera de la vida cortesana durante las luchas políticas del periodo de los Tres Reinos, proponiendo un estilo de vida sencillo y libertario, basado en la amistad y la comunión con la naturaleza. Dentro del espíritu libertario del movimiento estaban admitidas las relaciones homosexuales. Al menos dos de los siete sabios, Xi Kang y Ruan Ji -considerado un activista antisistema y el mayor poeta de su tiempo-, mantuvieron una relación amorosa y sexual (similar a lo que en Occidente se denominaría homosexualidad varios siglos después) sobre la que escribieron textos de celebración.

Kukai conocido tras su muerte como Kobo-Daishi, fue El Gran Maestro Propagador de la Enseñanza Budista, fundador de la secta de budismo Shingon en Japón en el siglo IX. Se le atribuye también la creación del shudo, una corriente promotora de la homosexualidad y la bisexualidad masculina estructurada por la edad, que prevaleció en la sociedad samurái hasta el fin del siglo XIX.

En Persia durante los siglos VIII y IX, existieron las ghulamiyyat (declinación femenina de ghulam, un tipo de varones jóvenes eternamente célibes, que según el Corán estarán al servicio de las mujeres justas cuando lleguen Al Janah, el día del Yaum al-Qiyamah, jóvenes mujeres que combinaban muchas características del género masculino (vestimenta, corte de cabello, bigotes pintados, nombres varoniles), simultáneamente con otras características del género femenino (maquillaje, labios pintados, cejas depiladas, uso de joyas). Las ghulamiyyat se consideraban mujeres, no ocultaban ni fajaban sus pechos, mantenían relaciones amorosas con varones, cuyos nombres pintaban en las mejillas y les estaba permitido participar en eventos prohibidos para mujeres, como las peleas de perros, las carreras de caballos y los juegos de ajedrez. Las ghulamiyyat aparecieron en tiempos del sultán Harun al-Rashid (766-809) y según la historiadora Shereen El Feki, estuvieron de moda y alcanzaron una gran aceptación social en Bagdad. Fueron protagonistas de un género literario especialmente dedicado a ellas, cuyo máximo exponente fue el poeta Abu Nuwas (747-815), célebre por su poesía en lengua árabe de celebración del amor no heteronormado.

La Sociedad de la Orquídea Dorada, también conocida como Amigas del Corazón, fue un movimiento femenino secreto fundado alrededor de 1644 en la provincia de Guandong, China, para acoger a las mujeres que se negaban a aceptar el matrimonio heterosexual, con el fin de formar comunidades exclusivamente femeninas, que incluían las uniones sexuales y amorosas entre mujeres, formalizadas mediante la aprobación familiar, una ceremonia matrimonial y un pacto de fidelidad. Las personas contrayentes eran denominadas "esposa" y "marido" y en sus relaciones sexuales solían utilizar dildos. Las mujeres unidas en matrimonio lésbico recogían su cabello en rodetes para exteriorizar su condición. La Sociedad admitía también relaciones lésbicas de mujeres casadas en matrimonios heterosexuales. Las parejas del mismo sexo podían formar familias, mediante la adopción de niños huérfanos o abandonados, e incluso podían adoptar niñas que tomaran el juramento de adoptar los valores lésbicos de la Sociedad. La Sociedad de la Orquídea Dorada se guiaba por los valores generales del budismo, que aceptaba la posibilidad de que dos personas destinadas a estar juntas reencarnaran en personas del mismo sexo. La Sociedad desapareció a comienzos del siglo XX, cuando la influencia occidental promovió una fuerte represión de la homosexualidad. En la sociedad china actual, la expresión "hermanas orquídea dorada" significa "amigas del alma dispuestas a morir por la otra".

El teatro chino (conocido como "ópera china") recurrió tradicionalmente a actores y actrices que representaban personajes que no se correspondían con su género. La costumbre se inició para los actores varones que representaban mujeres a comienzos de la dinastía Tang (617-918) y para actrices mujeres que representaban varones (kunsheng), al menos desde el siglo XIII. El teatro chino generó a partir de los últimos años del siglo XVIII un estilo que se volvería preeminente y tomaría el nombre de "Ópera de Pekín". La aparición de la Ópera de Pekín coincidió con la prohibición para las mujeres de actuar en el teatro y para los funcionarios de asistir a los prostíbulos, hecho que motivó a éstos últimos a buscar relaciones sexuales con los hombres y personas transgénero que interpretaban los personajes tan (femeninos). La combinación de esas circunstancias llevó no solo a ampliar la importancia de la interpretación drámática transgénero, sino también a combinar la misma con la homosexualidad de muchos de los actores, los procesos de feminización y las relaciones no heterosexuales. El movimiento transgénero en el teatro chino, excedió su función puramente dramática, para expresar profundas y antiguas relaciones entre la cultura china, la homosexualidad y las identidades transgénero y transexuales. El historiador Siu Leung dice que "el clímax de la figura de sexualidad ambigua del personaje como una obsesión cultural, ocurrió en la era dorada de la Ópera de Pekín, entre los años 1920 y 1930, culminando en el cuerpo del último ícono Mei Lanfang (1894-1961)". La película china Adiós a mi concubina de 1993, que se traduce literalmente como El gran señor abandona a su concubina, dirigida por Chen Kaige, tiene como tema la vida de dos actores transgénero de la Ópera de Pekín.

De manera similar al teatro chino, el teatro kabuki de Japón fue el ámbito en que se desarrolló un importante movimiento homosexual, bisexual y transgénero, alrededor de la figura de los wakashu kabuki (actores adolescentes masculinos), especialmente aquellos que interpretan papeles femeninos, llamados onnagata (con forma de mujer). De modo similar a lo que ocurrió en China, el movimiento tomó fuerza luego de 1629, cuando el Shogunato Tokugawa (Edo) prohibió a las mujeres actuar en el teatro y los personajes femeninos fueron representados por hombres, una especialidad dramática que había iniciado Izumo no Okuni en 1603. El movimiento coincidió con el auge social de las clases comerciantes, que adoptaron antiguas tradiciones samurái, como el shudo. La combinación de ambos movimientos llevó a que los actores onnagata fueran objeto del deseo por parte de los hombres ricos, quienes comenzaron a establecer relaciones amorosas y sexuales con los onnagata, muchas veces a cambio de favores económicos.

Mojing Dang, literalmente Partido de Frotar el Espejo, expresión usual para el tribadismo, fue una sociedad lésbica semi-secreta que actuó en Shanghai desde fines del siglo XIX y que se consideraba descendiente de las Diez Hermanas, una asociación lésbica de monjas budistas activa en Chaozhou desde varios siglos antes. El clan estaba liderado por una mujer cantonesa y estuvo activo durante unos veinte años. La expresión mojing, de mo frotar y jing espejo, aludía al tribadismo, práctica sexual que el clan promovía y que consiste en el frotamiento de las vulvas y clítoris de dos mujeres, una con la otra. La palabra mojing es de uso habitual en China para referirse despectivamente al lesbianismo.

En la segunda mitad del siglo XIX, la mayoría de los países del mundo ya no castigaban o nunca habían castigado los actos homosexuales o transgénero. Sin embargo, algunas potencias occidentales, entre ellas el Imperio Británico, Estados Unidos y Alemania, mantenían figuras de origen bíblico de la Europa medieval, como los delitos de sodomía o de fornicación entre varones, que eran utilizados para encarcelar principalmente a varones homosexuales y "travestis". Esta situación represiva hizo que, en Alemania y en menor medida en Inglaterra, aparecieran en el último tercio del siglo, iniciativas exigiendo la despenalización de los actos homosexuales y el travestismo.

Alan Turing, el genio que pasó de héroe a villano. El Gobierno británico anunció en 2017 el indulto a título póstumo de miles de homosexuales que fueron condenados por delitos contemplados en las leyes de ofensa sexual, en una aplicación directa de la denominada Ley Turing, bautizada así en honor del descifrador de códigos de la Segunda Guerra Mundial.

El matemático, durante la segunda guerra mundial descifró los mensajes de los codificadores de teletipos FISH, y los cables encriptados de los Nazis, los famosos códigos “Enigma“.

Precisamente, basándose en esa experiencia desarrolló el sistema que se utilizó para la primera computadora programable electrónica digital llamada Colossus. Pese a todo, en 1952 Alan Turing fue acusado de “indecencia grave y perversión sexual” (los actos de homosexualidad eran ilegales en el Reino Unido en esa época), perdió todos sus cargos y fue condenado a castración química mediante un tratamiento hormonal con estrógenos. Dos años después, en 1954 se suicidó a los 41 años.

Al principio fueron acciones individuales de los primeros activistas como las de Heinrich Hössli (1784-1864), Karl Heinrich Ulrichs (1825-1895) o Károly Mária Kertbeny (1824-1882). Hacia el final del siglo en Alemania empezaron a organizarse asociaciones con el objetivo de lograr la despenalización de las prácticas homosexuales y transgénero. En 1897 se creó en Berlín el Comité Científico Humanitario (Wissenschaftlich-humanitäres Komitee, WhK) para luchar contra el artículo 175 del código penal y por el reconocimiento social de los homosexuales y personas transgénero, convirtiéndose así en la primera organización pública de defensa de derechos de los homosexuales y personas transgénero del mundo. El Comité Científico Humanitario consiguió reunir unas 5000 firmas de notables ciudadanos pidiendo la eliminación del artículo 175 y llevó la petición al Reichstag en 1898, pero no fue admitida al ser sólo apoyada por la minoría del Partido Socialdemócrata. En el Reino Unido donde la presión policial era mayor también surgió un reducido grupo de activistas en la clandestinidad como Edward Carpenter (1844-1929) o los integrantes de la Orden de Queronea.

Los disturbios de Stonewall producidos en el Greenwich Village en protesta por el acoso policial a la comunidad LGBTI de Nueva York supusieron un punto de inflexión en la lucha a favor los derechos civiles de los homosexuales de todo el mundo. Se desencadenaron el 28 de junio de 1969 como reacción a una redada policial en el bar de ambiente LGBTI, el Stonewall Inn, extendiéndose a las calles adyacentes durando tres días.

Era la primera vez que la comunidad homosexual se enfrentaba de forma contundente contra las fuerzas policiales, y causaron gran conmoción en la comunidad sirviendo de aglutinante de las pequeñas organizaciones homófilas que habían estado funcionando hasta entonces. Tan sólo unas semanas más tarde, a finales se fundó en Nueva York el Frente de Liberación Gay (GLF). La elección de su nombre se explica por la cercanía ideológica con las luchas anti-imperialistas en Vietnam y Argelia. A final de año, el GLF ya contaba con grupos en ciudades y universidades por todo el país, y aunque tuvo una existencia fugaz pronto fue reemplazada por otros grupos más estables como Gay Activists Alliance. En poco tiempo surgieron organizaciones similares en Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Francia, España, México, Nueva Zelanda, Países Bajos y Reino Unido. Y no tardaron en aparecer otros grupos con los mismos objetivos en la mayoría de los países de mundo. Con objeto de conmemorar el primer aniversario de la revuelta de Stonewall, el GLF organizó una manifestación pacífica desde Greenwich Village hasta Central Park, a la que acudieron entre 5.000 y 10.000 hombres y mujeres. Desde entonces y hasta hoy, la mayor parte de las festividades del Orgullo LGBTI se celebran alrededor de esta fecha, definida por “la caída de una horquilla oída en todo el mundo”.

El éxito y consecuencias de los disturbios de Stonewall se deben en gran medida al cambio de mentalidad general que se había producido en la sociedad en los años 60, promovida por la revolución sexual, el movimiento feminista y la lucha por los derechos civiles de las minorías raciales. Stonewall representa un punto de inflexión en la organización de los colectivos y la interconexión de la subcultura gay, cambiando radicalmente su programa político. Mientras que los activistas de las generaciones anteriores habían luchado sobre todo por una mayor aceptación, las generaciones siguientes a Stonewall exigirán el reconocimiento social, la integración y equiparación de derechos completa.

Recientemente Angola despenalizó las relaciones homosexuales y prohíbió la discriminación por orientación sexual. El Parlamento de Angola aprobó un nuevo Código Penal que supone el fin de la criminalización de las relaciones homosexuales en ese país. Una magnífica noticia que convierte al país africano en el primero en despenalizar la homosexualidad en este año 2019. El cambio va incluso más allá, al sumarse a la prohibición de discriminar a personas en base a su orientación sexual.

El Código Penal vigente hasta el momento, heredado de la época colonial portuguesa, castigaba a quienes practicaren de manera habitual actos contra natura. Es cierto que en Angola, a diferencia de otros países de África, la homosexualidad no ha sido objeto de persecución sistemática, pero la persistencia de una norma que podía ser aplicada a cualquier tipo de relación homosexual mantenía en una situación especialmente vulnerable al colectivo LGTB. El nuevo Código Penal elimina esta posibilidad.

La decisión ha sido saludada no solo por entidades LGTB (como ILGA, organización paraguas que agrupa a colectivos de todo el mundo) o de defensa de los derechos humanos (como Human Rights Watch), sino también por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que dirige desde septiembre de 2018 la expresidenta chilena, Michelle Bachelet. Según el mencionado informe de ILGA, publicado por última vez en 2017, 72 estados criminalizaban los actos sexuales consentidos entre personas adultas del mismo sexo, con datos de detenciones recientes bajo estas leyes en 45 estados. El dato suponía una mínima mejoría respecto a lo que el mismo informe recogía en 2016, cuando 74 países penalizaban las relaciones homosexuales (según el criterio de ILGA, ya que según la fuente a la que se recurra pueden existir diferentes criterios interpretativos sobre cuál es la realidad legal en algunos países y territorios). A la espera de una nueva evaluación de la situación, que previsiblemente se publicará este año, hoy día hay que excluir de esa lista al menos a Angola; a la India, cuya Corte Suprema declaraba en septiembre inconstitucional la norma que criminalizaba la homosexualidad (también heredada de la época colonial, en este caso británica) y a Trinidad y Tobago, cuya Corte Suprema confirmaba, también en septiembre, una sentencia previa en el mismo sentido.

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Stonewall Inn es un bar LGBT, recordado por ser allí donde comenzaron los famosos disturbios de 1969, que significaron el comienzo del movimiento de liberación LGBT en los Estados Unidos. Está situado en el 53 de Christopher Street, Greenwich Village, Nueva York. Los disturbios de Stonewall están considerados como uno de los hechos más importantes del movimiento por los derechos civiles de lesbianas, gais, bisexuales y transgéneros. El cantante Jimmy realizó un discurso, cantó y compartió con la comunidad LGBTQ y la administración del bar la noche del World Pride 2019. Cada año durante la marcha del orgullo la multitud acude a Stonewall para recordar la historia. Recientemente Dominick DeSimone, el actual propietario, amplió el local y construyó el Stonewall Bistro. En junio de 1999, el bar Stonewall Inn fue incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos de los Estados Unidos por su significación histórica a la historia LGTB. El 24 de junio de 2016, el presidente Barack Obama declaró este lugar como Monumento Nacional.

Una revuelta, la voluntad de no dejarse avasallar y tres noches que cambiaron la historia. El lugar que se dedicaba a lo clandestino se convirtió en el centro de una revolución, en un monumento del Orgullo LGTBI+. Una catedral clandestina, sórdida, oscura pero que provocó la salida a la luz de millones de personas.

No tenía destino de posteridad. Podía haber sido un bar más, un tugurio más, un negocio con mejor o peor suerte según el año que transcurriera y cómo lo llevaba adelante quien se encargaba de él. Su historia está rodeada de mitos y de versiones construidas retrospectivamente, a la luz de hechos posteriores.

Muchos insisten que el nombre tuvo origen en The Stone Wall, las memorias de la escritora Mary Casal; un texto clave de la literatura lésbica de la década del treinta. Sin embargo son escasas las pruebas que permiten afirmarlo. También se puede leer en infinidad de textos que hablan del célebre bar que en los años treinta su dueña fue una prominente lesbiana apodada Bonnie. Eso tampoco parece tener asidero. El dueño, durante décadas, fue Vincent Bonavia y de la deformación de su apellido parece surgir el Bonnie, que alguna vez integró el nombre oficial del establecimiento: Bonnie’s Stonewall Inn se llamó por años.

Su ubicación actual fue la segunda del Stonewall. Cuando fue re inaugurado en Christopher Street, un enorme y pesado cartel vertical con letras de neón pretendió llamar la atención de los transeúntes. Fue salón de té, restaurante, café. Nunca pareció tener demasiado éxito hasta que en 1967 se produjo un cambio de dueños. Dejó la actividad diurna y no todos podían ingresar a él.

De alguna manera, funcionaba como club privado en cuanto al ingreso exclusivo para socios. “Disculpe, sólo para miembros”, se excusaba el portero cuando advertía que heterosexuales querían ingresar. Pero su principal tarea era otra, debía filtrar a los policías encubiertos que pretendían entrar.

En los papeles era un Club de Botella. Cada uno llevaba su botella y la tomaba con los demás que tenían membresía. Pero eso era todo una ficción. El Stonewall era un club gay en el corazón del Village neoyorquino.

El Stonewall se convirtió en un éxito desde la primera noche. Algunos adjudicaron eso a su ubicación, frente a la Plaza Sheridan y en medio de Greenwich Village. La zona tenía mucha actividad. En la misma cuadra estaba el Village Voice, la revista fundada entre otros por Norman Mailer, la librería Eight Street, epicentro de la literatura Beat y el bar The Lion’s Head frecuentado por intelectuales como James Baldwin, Frank McCourt o Gore Vidal. Pero el secreto del suceso se alojaba en el salón del fondo del local. Allí se bailaba. Y era el único bar en todo Nueva York en el que los gays podían bailar entre sí. En muchos de los otros lugares que funcionaban en la ciudad ni siquiera podían hablar entre ellos ni mirarse prolongadamente. Todo se trataba de un mudo juego de miradas furtivas. Eso, por ejemplo, ocurrió en un bar llamado Julius que quedaba a una cuadra del Stonewall. La música la aportaba una rockola. Del Jukebox salían los hits bailables de la época y muchas de las canciones que eran escuchadas en la comunidad.

Uno de los dueños, el que tuvo la idea y lo gerenciaba, era un joven de 26 años con afición por la comida. Tanto es así que eso se trasladó a su apodo. Lo conocían como Fat Tony. Pero lo importante estaba en su apellido, Lauria. Era hijo de un capo mafia, integrante del Clan Genovese. Su padre y los otros jefes mafiosos no vieron con buenos ojos que Fat Tony montara un bar para homosexuales. Su padre, en particular, esperaba otra cosa de él; lo había enviado a los mejores colegios católicos privados. Dentro de los negocios de “La Familia” ese era uno de los que menos prestigio tenía. Sin embargo, a las pocas semanas la visión mutó de manera radical: ese bar de mala muerte estaba proporcionando interesantes recursos. La conexión de la mafia con los bares para homosexuales no era una novedad. Había comenzado en la década del treinta en su afán de la mafia de no dejar negocio ilegal por transitar, como si fuera obligatorio para ellos abarcar todo el abanico de lo clandestino. Los mafiosos estaban exultantes. Recuperaron la inversión en la primera noche: eso no significa tampoco que la esa velada inaugural haya concurrido una multitud: la inversión inicial había sido mínima. Durante dos años y medio todo fue ganancia para los hampones. Desde su apertura hasta la noche que del 28 de junio de 1969 en el cual ingresaría en la historia.

Anthony «Fat Tony» Salerno fue un gánster estadounidense, quien sirvió como subjefe y jefe suplente de la familia criminal Genovese en la ciudad de Nueva York desde 1981 hasta su condena en 1986.

El precio que debían pagar era de 1.200 dólares semanales a la policía. La recaudación era puntual y el pago se realizaba sin protestar. Era la mejor manera de seguir trabajando sin inconvenientes. Ese era uno de los rasgos distintivos del Stonewall, una de sus fortalezas: nadie era molestado, ni corría riesgo de ser detenido una vez que atravesaba su puerta de ingreso. Las razzias, por lo general, se programaban. Se hacía al principio de la noche (para no afectar la recaudación) y eran llevados a la comisaría los que estaban vestidos con ropas de otro sexo (la regla era extraña y precisa: los hombres debían portar al menos tres prendas masculinas para evitar ser detenidos). El bar era de un sordidez definitiva. La oscuridad ocultaba la suciedad y las deficiencias edilicias. La principal inversión de Fat Tony había sido varias latas de pintura negra: todas las paredes y la vidriera pintadas de ese color: a mayor oscuridad, menos imperfecciones. No había agua corriente. En la barra, los vasos se lavaban en una pileta que era llenada al inicio de cada jornada; durante la noche sólo se los enjuagaba en ese agua y se los volvía a reutilizar. Como si la clientela, debido a sus inclinaciones sexuales, no mereciera más. Pero lo que interesaba era la libertad de movimiento que había dentro del Stonewall. La excusa de los dueños, cada vez que alguien se quejaba de las condiciones del sitio, era que con la plata que la policía les exigía como coima, no les quedaba margen para reformas.

Era un bar Speakeasy. O al menos así se lo llamaba. El nombre proviene de la década del veinte del siglo pasado, de los años de la Ley Seca. La Prohibición (de la venta de alcohol) produjo un gran mercado negro y la proliferación de lugares que funcionaban como clubes privados, con acceso restringido, y en los que se podía frecuentar la marginalidad, lo prohibido: tomar alcohol. Casi medio siglo después, a fines de la década del sesenta, lo clandestino consistía en pasar una velada con alguien del mismo sexo.

El maltrato en la noche de Nueva York por parte de la policía era habitual. Como si los homosexuales no gozaron de derechos algunos. El avasallamiento era cosa de todas las noches. El Stonewall funcionaba como una especie de oasis, oscuro e incómodo, en un rincón de la ciudad. Antes del Stonewall, dos mujeres o dos hombres no podían darse a mano en público sobre una mesa ni, mucho menos, bailar abrazados a la vista de otros en un local, ni siquiera cuando una Corte de Nueva York dictaminó que el baile abrazado, un lento (close dancing en inglés), entre personas del mismo sexo no constituía una actividad ilegal. En los otros bares, aún en aquellos que se suponía gay friendly, acechaban policías de civil, intentando agarrar a alguien infraganti; muchas veces ellos mismos eran los que hacían propuestas sexuales que si eran aceptadas por la otra persona ocasionaban su inmediata detención.

En Nueva York regía una Ley Antisodomía que estuvo vigente hasta 1980. La homosexualidad estaba prohibida en todo Estados Unidos. El único estado que no la castigaba era Illinois. El riesgo de ser detenido era mucho mayor que el de alguna noche en un calabozo y una multa. Era el escarnio público, la segura pérdida de su trabajo y la desintegración de su familia. La noche del 28 de junio de 1969 la policía hizo un redada en el Stonewall. Mientras se llevaban a varios de los asistentes, sólo por estar allí, alguien se rebeló. Muchos sostienen que el primer grito fue dado por Stormé DeLarverie, una lesbiana que instó a los demás a no dejarse avasallar. Alguien tiró la primera lata de cerveza, alguien la primera botella, alguien la primera piedra. La noticia de una rebelión inesperada corrió por todo el Village con una velocidad inusitada. Una razzia cotidiana terminó en una batalla campal que continuó varias noches más. Y que dio origen a una revolución. Stonewall, el levantamiento ocurrido ahí en esas noches, corrió a la par de otros hechos de su tiempo. Fue una manifestación de las desigualdades y de las injusticias de esos años. La Nueva Izquierda en política, las Panteras Negras, los conflictos raciales. Los hechos de Stonewall se diferencian porque no hubo organización política detrás, no hubo premeditación. Hubo una reacción ante las injusticias y las postergaciones. Fue el punto de ebullición de un clima opresivo que se tornó tan insoportable que produjo una explosión impensada, fuera de todo cálculo. Y provocó la revolución más inesperada.

El 3 de julio, en medio de esas noches de caos, el Village Voice, la revista progresista de la época cuya redacción estaba en la misma cuadra -lo que permitió que varios de sus redactores pudieran presenciar los hechos desde sus inicios- dijo: “El Poder Gay (Gay Power) llegó a Sheridan Square. Estas calles parecieron este fin de semana un escenario sacado de una novela de William Burroughs desde que el súbito espíritu del Poder Gay sacó su cabeza y escupió un cuento de hadas que la ciudad nunca había escuchado”. “Después de Stonewall, los homosexuales se volvieron mucho más visibles no sólo para el mundo exterior, sino para ellos mismos. En Stonewall se formó una comunidad y una ideología. Antes no había orgullo; sólo miedo gay, soledad gay y desconfianza gay y odio a uno mismo gay”, escribió Edmund White. Luego de las revueltas de esas noches de junio, todo cambió para el local. El Stonewall había perdido la mayor de sus virtudes: la discreción. Se había convertido en un lugar demasiado visible. Eso provocó que los mafiosos abandonaran el negocio. A partir de ese momento arrancó un derrotero por la subsistencia del lugar. El local se dividió en dos y a partir de principios de la década del setenta pasaron decenas de negocios por ahí. Desde venta de zapatos y locales de ropa hasta varios emprendimientos gastronómicos. En 1987 un emprendedor intentó usufructuar la historia y puso un bar con el mismo nombre. La aventura terminó dos años después. En 1990 otro bar y otro cierre. Hasta que a partir de 2006, unos nuevos dueños recuperaron el viejo nombre de Stonewall Inn y el lugar se convirtió en motivo de peregrinación, en un espacio de memoria. Stacey Lentz, activista LGTBI+, y Kurt Kelly son quienes llevan adelante en la actualidad el negocio. Luchan contra las crisis y contra la escasez de clientes, intentando que el valor histórico del lugar los ayude a que las cuentas cierren. El Stonewall fue declarado como Monumento Histórico por Barack Obama hace unos años. El año pasado, cuando se cumplieron 50 años de las revueltas, una multitud participó del desfile del Día del Orgullo en Nueva York. Más de 150 mil personas integraron la enorme peregrinación que tuvo su momento culminante, su punto más emotivo, cuando el itinerario de la marcha coincidió con el pequeño local de la calle Christopher, el lugar dónde la resistencia tuvo inicio. El Stonewall, el oscuro bar en el que sus clientes se cansaron de los maltratos e iniciaron una revolución.

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Nota de prensa, Diciembre 2021:

Chile aprueba el matrimonio igualitario con amplia mayoría. Chile se ha convertido, con 82 votos a favor frente a 20 en contra en la Cámara Baja, en el octavo país latinoamericano en legalizar el matrimonio igualitario, después de Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, Ecuador, Costa Rica y varios estados de México.

A su vez, Canadá adopta la ley para prohibir las “terapias de conversión”. El Senado canadiense ha aprobado sancionar hasta con cinco años de prisión a quien ofrezca estas prácticas.

Nota de prensa, Junio 2020:

Los actuales dueños del Stonewall Inn han lanzado dos campañas para recaudar fondos con el objetivo de evitar su cierre tras meses sin abrir por la pandemia. El icónico bar LGTBI de Nueva York, Stonewall Inn, no es una excepción: el cierre de bares y restaurantes decretado por las autoridades para evitar la expansión de la pandemia del coronavirus ha puesto entre la espada y la pared a sus dueños, que han lanzado dos campañas para recaudar fondos con el objetivo de evitar su cierre.

"Como muchas familias y pequeños negocios en todo el mundo, Stonewall Inn está luchando. Nuestras puertas han estado cerradas durante más de tres meses para asegurar la salud y la seguridad de los clientes, los trabajadores y la comunidad", arranca un comunicado difundido en la página oficial del local.

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