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24 - Junio - 2019
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Al igual que millones de inmigrantes que buscaban un futuro mejor para sus hijos y los hijos de sus hijos, los padres y abuelos de estos candidatos buscaron el sueño americano. Hoy, sus descendientes aspiran a la presidencia de Estados Unidos en 2020. Descubramos a algunos de ellos.

PETE BUTTIGIEG

Hijo único de un maltés y una estadounidense. Su padre, Joseph Buttigieg, originario de la nación europea de Malta, fue profesor de Literatura de la Universidad de Notre Dame, Indiana, y su madre, Jennifer Anne Montgomery, quien fue también profesora esa institución académica durante 29 años.

Es el más joven de todos los precandidatos a la presidencia, con 37 años, y se desempeña como alcalde de South Bend, Indiana, desde 2012. Se graduó de la Universidad de Harvard, especializado en Historia y Literatura. Habla español –uno de los siete idiomas que conoce– y defiende la importancia de los inmigrantes en Estados Unidos. En 2014 interrumpió su mandato como alcalde para servir por siete meses como teniente en una unidad antiterrorista en Afganistán. Es crítico de los presentadores de la cadena Fox, a quienes culpa por menospreciar a los inmigrantes y acusarlos de los males de la nación americana Su plan para una reforma integral contempla la protección de los soñadores que buscan un futuro en Estados Unidos.

JULIAN CASTRO

Su abuela Victoria procedía de México y llegó a Estados Unidos a los 7 años de edad. Es hermano gemelo del congresista Joaquín Castro, y ambos son hijos de la activista política chicana María "Rosie" Castro y Jessie Guzmán, nativo de Texas, profesor jubilado y también activista político.

Fue el miembro más joven del gabinete del presidente Barack Obama, desempeñándose como Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano entre 2014 y 2017. Tiene 44 años. Las raíces texanas de los Castro se remontan a 1920, cuando su abuela inmigrante Victoria Castro se unió a los miembros de la familia radicada allí. “Mi abuela nunca tuvo casa propia. Limpió casas ajenas para pagar su alquiler. Pero vio a su hija ser la primera de la familia en graduarse de la universidad. Y mi madre luchó mucho a favor de los derechos civiles para que en lugar de un trapeador, yo pudiera sostener un micrófono”, recordó Castro en un discurso ante la Convención Demócrata en 2008. Se manifiesta partidario de buscar un camino hacia la ciudadanía para la mayoría de los residentes indocumentados, se opone al muro fronterizo del presidente y cree que la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) necesita ser reformada.

KAMALA HARRIS

Hija de una mujer india y un jamaicano. Su madre, Shyamala Gopalan Harris, era una científica especialista en cáncer de seno que emigró desde Madrás, India, en 1960; su padre, Donald Harris, llegó un año después desde Jamaica y es profesor de Economía de la Universidad de Stanford.

Harris, de 54 años, es abogada y se desempeñó anteriormente como Fiscal General de California (2011-2017). Dice que está orgullosa de sus orígenes hindú tamil y africano. Harris califica de “miope” la propuesta del presidente para crear un sistema de inmigración basado en las habilidades laborales y educativas de las personas. "Esta es una nación que fue fundada sobre el principio que se declaró en 1776: que todos somos iguales y que debemos ser tratados de esa manera", consideró la senadora en un reciente encuentro con líderes latinos. Es una defensora de DACA. Ha lanzado un ambicioso plan para expandir el uso de programas de inmigración de acción diferida por parte del presidente y usar acciones ejecutivas para eliminar la amenaza de deportación de millones de personas indocumentadas, consciente de que el Congreso sería incapaz de aprobar una reforma migratoria.

MICHAEL F. BENNET

De madre judía polaca.

Nació en Nueva Delhi, India, donde su padre servía como diplomático. Su madre es sobreviviente del Holocausto, que nació en Polonia y emigró a Estados Unidos con su familia en 1950. El padre, Douglas J. Bennet, dirigió la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) bajo la presidencia de Jimmy Carter, fue presidente de National Public Radio (1983-1993) y secretario de Estado adjunto para Asuntos de Organizaciones Internacionales en la Administración Clinton (1993-1995). Los abuelos maternos de Bennet sobrevivieron a la prisión en el gueto de Varsovia. Bennet fue uno de los copatrocinadores del original DREAM Act, que otorgaba estatus legal a quienes servían en las fuerzas armadas o buscaban títulos universitarios. Fue integrante de la llamada Gang of Eight, un grupo bipartidista de senadores que en 2013 intentó impulsar reformas migratorias integrales como el camino hacia la ciudadanía para los indocumentados.

WAYNE MARTIN MESSAM

De padres jamaicanos.

Es el cuarto de cinco hijos y el primero nacido en Estados Unidos. Su padre se ganó la vida cortando caña para la industria azucarera en el área de South Bay y Belle Glade, Florida. Empresario y alcalde de la ciudad de Miramar, Florida, desde 2015. Meesam, de 44 años, es graduado con una Licenciatura en Sistemas de Información Administrativa por la Universidad de Florida. Aunque con bajo perfil, sus posiciones son claramente favorables a la inmigración, el control de las armas y la protección del medio ambiente. Defiende la contribución de la comunidad caribeña en Estados Unidos, la cual debe constituir su mayor potencial de votantes.

BERNIE SANDERS

Su padre era judío polaco, su madre hija de judíos emigrados de Polonia y Rusia.

Cree que “somos una nación de inmigrantes”, y que en eso se basa la fortaleza de Estados Unidos. Su convicción proviene directamente de la herencia familiar. El senador considera que todos los estadounidenses tienen una conexión, de una u otra forma, con los inmigrantes y deberían estar orgullosos de ello. Es partidario de una reforma migratoria desde 2007, considera necesario abrir rutas viables a la ciudadanía para personas de diferentes procedencias nacionales, y respalda otorgar residencia permanente para los soñadores.

ANDREW YANG

De padres taiwaneses. Sus padres son inmigrantes de Taiwán que se conocieron cuando estudiaban en la Universidad de Berkeley. Su padre es doctor en Física y trabajó en los laboratorios de investigación de IBM y General Electric; su madre se graduó con una Maestría en Estadística y se dedicó al arte. Empresario y filántropo de 44 años, fundador de Venture for America (VFA) y seleccionado como Embajador Presidencial para el Emprendimiento Global en 2015, en reconocimiento a su trabajo con empresas en fase inicial de crecimiento.

Respalda aumentar el programa de trabajadores invitados y buscar un camino hacia la ciudadanía de millones de inmigrantes que viven sin documentos en el país. Se opone a las deportaciones masivas y aboga por la aprobación del DREAM Act para los hijos de inmigrantes indocumentados.

Con antecedentes migratorios menos cercanos aparecen otros 11 candidatos demócratas, quienes también han manifestado, con mayor o menor intensidad, su rechazo a las políticas del presidente respecto a la inmigración irregular, las deportaciones y la construcción del muro fronterizo con México.

El presidente Trump aspira a la reelección como candidato del partido republicano.

El presidente Trump es nieto de Frederick Trump, nacido en Alemania y que emigró a Estados Unidos a los 16 años de edad. Además de la rama paterna, el presidente también tiene raíces inmigrantes por la parte materna. Su madre Mary Anne MacLeod, nació en Escocia y emigró a Estados Unidos, donde conoció a Fred Trump. La pareja tuvo cinco hijos, uno de ellos es Donald J. Trump.

Las raíces históricas de Estados Unidos no se pueden explicar sin la inmigración. Desde su independencia a finales del siglo XVIII, el país ha vivido diversas oleadas migratorias. A día de hoy, un modo estupendo de comprender el alcance real de las migraciones pasadas y presentes en Estados Unidos es observando su composición étnica, los ancestros de la mayor parte de sus habitantes.

Desde la fundación de la misión católica Nombre de Dios, en San Agustín, Florida, en 1565, y la llegada de los llamados Peregrinos en 1620 hasta nuestros días, Estados Unidos ha experimentado olas migratorias sucesivas que han fortalecido el concepto de que éste es un país de inmigrantes.

Entre 1892 y 1954 ingresaron a Estados Unidos 12 millones de inmigrantes sólo a través de la famosa Ellis Island, donde está colocada la Estatua de la Libertad, en la bahía de Nueva York. Allí estableció el presidente Benjamin Harrison la primera oficina federal de inmigración. El 2 de enero de 1892, Annie Moore, una niña irlandesa de 15 años, acompañada de sus dos hermanos, pasó a la historia al convertirse en la primera inmigrante procesada en Ellis Island.

El 14 de junio de 1897, un incendio destruyó totalmente la oficina. Pero esta se reconstruyó y se abrió de nuevo el 17 de diciembre de 1900. Sólo ese día, la oficina recibió a 2,251 inmigrantes. En noviembre de 1954, con la liberación del último detenido allí, un marino mercante noruego, se clausuró Ellis Island como centro receptor de inmigrantes. En 1965, el presidente Lyndon Johnson declaró la Ellis Island, parte del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad, obra que fue donada a Estados Unidos por el pueblo de Francia, en 1876, con motivo del centenario de la Declaración de Independencia norteamericana. La estatua es una obra del escultor Frederic Auguste Bartholdi, que llegó a la bahía de Nueva York en junio de 1885 a bordo de la fragata Isere y se inauguró el 28 de octubre de 1886.

De acuerdo con las autoridades norteamericanas, únicamente el dos por ciento de los inmigrantes que arribaron a Ellis Island en todos esos años, fue rechazado. Había dos razones principales para la exclusión: una enfermedad contagiosa y un contrato laboral ilegal.

El siglo XIX fue intenso en materia de inmigración, pero desde el siglo XVIII, con la llegada de más de medio millón Promo de ContactoMagazine.comde esclavos africanos hasta los días de la Revolución, se consolidó uno de los procesos migratorios más fuertes. En la década anterior a la elección del presidente Abraham Lincoln, arribaron a Estados Unidos dos millones 598,214 inmigrantes procedentes en su mayoría de Gran Bretaña, Irlanda y Alemania, pero también de Noruega, Suecia y Holanda. En la década de 1840 a 1850, llegaron alrededor de un millón y medio de inmigrantes, en una mezcla de europeos, chinos e inclusive latinoamericanos, éstos dos últimos grupos arrastrados por la famosa Fiebre del Oro de 1848, en California.

La inmigración japonesa que había estado produciéndose fue limitada en 1907, mientras que la china se detuvo entre 1892 y 1902. En el período de 1855 a 1890, sólo la oficina migratoria de Nueva York, procesó a ocho millones de recién llegados, la mayor parte de países del norte y el oeste de Europa. Se calcula que entre 1905 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914 entraron a Estados Unidos un millón de inmigrantes por año. Al concluir la guerra, entre 1915 y 1918 el flujo migratorio fue de aproximadamente 250 mil personas por año. Esa cantidad se redujo hacia el final de la confrontación bélica europea. En 1924, Estados Unidos aprobó el Acta de Orígenes Nacionales, que impuso límites al número de inmigrantes que se permitía entrar por año al país.

Con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, concluye la llamada Guerra Mexicana, entre Estados Unidos y México. Como resultado de la guerra, Estados Unidos adquiere 2,378,539 kilómetros cuadrados que pertenecían a México, en territorios de lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nevada y Utah, y parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming. Aproximadamente 100 mil mexicanos se convierten de pronto en extranjeros dentro de su propia tierra. Aquellos mexicanos no eran emigrantes, pero se integraron a Estados Unidos y aportan al país sus costumbres, su religión, su arte y su literatura. Con el paso de los años se mezclan, aunque con sus características propias, tanto con el resto de la población norteamericana como con los nuevos inmigrantes mexicanos y otros latinos. Durante la Revolución Mexicana de 1910, que cobró la vida de casi dos millones de personas y dejó al país en ruinas, miles de mexicanos ingresaron a Estados Unidos.

En la década de los años 40, Estados Unidos abre un programa de trabajadores agrícolas que permite la entrada de millones de los llamados "braceros" a partir del 4 de agosto de 1942. Según una crónica del diario El Paso Herald Post, del 28 de abril de 1956, "más de 80 mil braceros pasan por el Centro (migratorio) de El Paso anualmente, como parte de 350 mil o más que cruzan la frontera para ayudar a plantar, cultivar y cosechar algodón y otros cultivos en todo Estados Unidos". El programa concluyó en 1964, cuando el entonces funcionario norteamericano del Departamento del Trabajo, Lee G. Williams, a cargo del programa, lo describió como "una esclavitud legalizada". De acuerdo con varias fuentes, el programa permitió en 22 años la entrada total de unos cuatro millones de trabajadores mexicanos, los cuales, según muchos, convirtieron los campos agrícolas norteamericanos en "los más productivos del planeta". Miles de estos trabajadores todavía no han cobrado parte de sus salarios, que fueron entregados por Estados Unidos al gobierno de México hace décadas.

A mediados del siglo XIX la práctica totalidad de la inmigración recibida en Estados Unidos era europea.

Países como Irlanda, Reino Unido y Alemania fueron la primera generación y la más exitosa, la que mejor se ha asimilado con el paso del tiempo, hasta el punto de, como la alemana, pasar desapercibida pese a ser la mayoritaria en todo el país.

Conforme avanzan los años, el patrón migratorio hacia Estados Unidos cambia: a finales del siglo XIX son los países de Europa del Este (húngaros, polacos), Irlanda y muy especialmente Italia los que más población expatriada aportan al nuevo continente. Se suman también los escandinavos: suecos y noruegos que pueblan el norte del país (Minnesota, las Dakotas).

Hasta la Segunda Guerra Mundial, el grueso de la inmigración hacia Estados Unidos es europeo, con puntuales aportaciones de México, Canadá o China. Tras el conflicto, el patrón se modifica sustancialmente. A partir de los sesenta, México comienza a liderar la inmigración a Estados Unidos, acompañada de otros países latinoamericanos como Cuba, Colombia o Argentina, mucho más minoritarios. Y a partir de los setenta, el foco, además de en México, se traslada a Asia: la India, China y muy especialmente Filipinas, de pasado colonial estadounidense, comienzan a copar los primeros puestos.

Durante los noventa aumenta el flujo migratorio (se alcanzan los casi 10.000.000 de inmigrantes) con dos países a la cabeza: México, cuya aportación neta de inmigrantes en las últimas cuatro décadas ha sido superior a la de cualquier otro país del mundo, y China, además de otros estados asiáticos.

Cuba, que había sido ocupada dos veces por Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX, mantuvo un flujo migratorio discreto en esas dos centurias. Pero a partir de 1959, con la llegada de Fidel Castro al poder, las olas migratorias cubanas se vuelven desproporcionadas. Castro elimina las libertades fundamentales, confisca la propiedad privada, se vuelve aliado de la Unión Soviética en medio de la Guerra Fría y se declara comunista. En los primeros 20 años de castrismo, más de 600 mil cubanos viajan a Estados Unidos por distintas vías. Otro flujo de 125 mil cubanos llega al país en 1980 mediante el llamado éxodo del puerto cubano de Mariel. Otros 30 mil llegan de un golpe durante el éxodo de balseros del verano de 1994. Desde la década de los 60, los cubanos se convierten en el tercer grupo latino con mayor número de personas, después de los mexicanos y los puertorriqueños, que son ciudadanos norteamericanos por la condición de Puerto Rico de Estado Libre Asociado. Los cubanos que reúnen ciertos requisitos pueden acogerse a los beneficios de la Ley de Ajuste Cubano aprobada por el Congreso en 1964. Por otra parte, en los últimos años, más de un millón de dominicanos se ha asentado también en Estados Unidos. El predominio de los inmigrantes del Caribe se encuentra fundamentalmente en la costa este del país.

Pero es a partir de la década de 1980 que se desarrolla una de las mayores olas migratorias de todos los tiempos. En este caso son mayormente emigrantes de América Latina. Esto obliga al Congreso norteamericano a debatir varios proyectos de legalización de indocumentados. Llegan miles de inmigrantes de México, Centroamérica, Colombia, Perú, Argentina, Chile, Uruguay, Ecuador. Una fuerte crisis económica afecta a la región, además hay varias dictaduras militares en el cono sur, guerras civiles en tres naciones centroamericanas, Colombia lucha contra el narcotráfico, las guerrillas y otros grupos irregulares, Perú vive una pesadilla con las actividades terroristas de Sendero Luminoso y otras bandas insurgentes. En 1986, durante la presidencia de Ronald Reagan, se aprueba el Acta de Control y Reforma Migratoria, una amplia amnistía para los indocumentados que cumplían ciertas condiciones. Casi 3 millones de inmigrantes reciben su residencia legal mediante esta ley. Más de 2.5 millones son latinos, y de éstos 2.3 millones son mexicanos, según el desaparecido Servicio de Inmigración y Naturalización de EE.UU. Cinco años después, el presidente George Bush padre logró legalizar a un millón y medio de inmigrantes que se habían quedado fuera de la reforma del 86. Tres décadas después, hay en Estados Unidos aproximadamente 57 millones de latinos con un poder adquisitivo de 1.5 billones (trillions, en inglés) de dólares al año. Hay también más de 11 millones de indocumentados, de los cuales se calcula que 8 millones son latinos, y de éstos unos seis millones proceden de México. Recientemente, una verdadera ola de más de 60 mil niños centroamericanos han cruzado solos las fronteras de México y Estados Unidos huyendo de la violencia de las pandillas y el crimen organizado, y de la miseria que impera en sus países. La aprobación de una reforma migratoria integral en Estados Unidos ha recorrido un arduo camino hacia la nada. En 2006 y 2007, ambas cámaras del Congreso aprobaron proyectos encaminados cambiar las leyes de inmigración, con el propósito de legalizar a los inmigrantes que viven en las sombras y otorgar más seguridad a las fronteras de la nación. Ambos proyectos se diluyeron en comités de conferencia que se proponían conciliar los textos de las dos cámaras en uno solo. Esto nunca ocurrió. En junio de 2013, el Senado de Estados Unidos aprobó un proyecto de reforma migratoria que incluía la legalización de gran parte de los indocumentados pero imponiéndoles fuertes multas por haber vivido ilegalmente en el país, hecho este último que es un delito federal de tipo civil. Ocho senadores, demócratas y republicanos, dieron el visto bueno al proyecto pero éste nunca fue considerado en la Cámara de Representantes.

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