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23 - Abril - 2024
>>>> Sticky Fingers

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Los Rolling Stones tardaron dos años en acabar Sticky Fingers, el álbum más emblemático de su carrera, famoso tanto por sus canciones sombrías y revolucionarias como por su atrevida portada. Fue el primer trabajo que grabó la banda bajo su propio sello discográfico y también el primero en que se les unía Mick Taylor.

Lanzado el 23 de abril de 1971, Sticky Fingers contiene algunas de las canciones más populares de los Rolling Stones, incluidas Wild Horses y Brown Sugar. Con temas que aludían al consumo de drogas, como Sister Morphine, el álbum que incorporó por primera vez el mítico logo de la lengua que diseñara John Pasche ha superado la prueba del tiempo y sigue siendo, sin envejecer ni un ápice, uno de los favoritos de los amantes del rock. Su portada, clasificada en el puesto 22 de la lista Billboard de las mejores ilustraciones de todos los tiempos, alcanzó fama mundial por mostrar en primer plano el ‘paquete’ de un hombre en vaqueros.

El artífice de la portada de Sticky Fingers no fue otro que Andy Warhol, el genio estadounidense del arte pop. Sus obras, tan controvertidas como reverenciadas, lo convierten en uno de los mayores artistas del siglo XX. Según cuenta la leyenda, Warhol le presentó la idea a Mick Jagger durante una juerga loca a finales de los 70, antes de que se publicara el álbum, y obtuvo la aprobación del cantante. Con 3,5 millones de copias vendidas en todo el mundo, Sticky Fingers mantiene el título del álbum más vendido de los Rolling Stones.

La famosa portada de la foto de una entrepierna con una cremallera real fue ideada por Andy Warhol y no, no era la de Mick Jagger, sino la del actor de la pandilla de Warhol, Joe Dallesandro. Una portada que fue censurada en nuestro país y fue sustituida por unos asquerosos dedos pegajosos saliendo de una lata. Warhol le tomó fotos a varios hombres diferentes. También se quitó la canción “Sister Morphine” para sustituirla por una versión de “Let It Rock” de Chuck Berry. Cosas que solían ocurrir aquí en España por aquella época y donde los Stones ya tenían fama de estar entre los tipos más indeseables y peligrosos por los miembros de la Iglesia y la censura, espiados como la peor influencia musical y de imagen para nuestra santa juventud. Se cumplen 53 años de aquella edición y la copia española (única en el mundo) alcanza muy buenos precios en subastas y reventas. Si tienes la suerte de ser dueño de un ejemplar del LP en particular, felicidades, se sigue revalorizando año a año y te convierte en inversor meritorio. Larga vida al rock y a sus creadores.

Sticky Fingers —en español: Dedos pegajosos— es el noveno álbum de estudio de la banda de rock británica The Rolling Stones, publicado en abril de 1971. Grabado entre diciembre de 1969 y enero de 1971, fue producido por el estadounidense Jimmy Miller, en lo que supuso su tercer trabajo consecutivo con el grupo, y cuenta por primera vez con la participación íntegra del guitarrista Mick Taylor como miembro de los Stones: en Let It Bleed, el anterior disco de estudio del grupo, solo aparecía en algunas canciones. Taylor reemplazó en su puesto a Brian Jones. También fue el primer disco editado por el sello discográfico del grupo, Rolling Stones Records. Sticky Fingers contiene los sonidos clásicos de rock and roll, country, blues y rhythm and blues que la agrupación inglesa había empleado en sus trabajos anteriores, pero se diferencia de estos al incluir letras más oscuras que hacen referencia a la esclavitud, el sexo interracial y el uso de drogas. La portada fue diseñada por el conocido líder del movimiento pop art Andy Warhol; además, se incluye por primera vez el logotipo de los Stones de la lengua y los labios, realizado por John Pasche. Debutó en el número 1 de las listas de los álbumes más vendidos de Billboard y se convirtió posteriormente en una gran éxito comercial. El disco recibió muy buenas críticas, llegando a ser considerado por la crítica musical no solo como uno de los mejores materiales de la banda sino de toda la Música Contemporánea. En el 2003 la revista estadounidense Rolling Stone lo colocó en el n.º 63 en su lista de Los 500 mejores álbumes de todos los tiempos.

The Rolling Stones posando en un anuncio con las ilustraciones de Sticky Fingers en 1971, de izquierda a derecha: Charlie Watts, Mick Taylor, Bill Wyman, Keith Richards y Mick Jagger.

Las sesiones de bodega de grabación del álbum comenzaron en el invierno de 1970 en Stragroves, la casa de campo de Jagger situada cerca de Newbury (Berkshire); también se usó algo de material grabado previamente en los Muscle Shoals Studios de Alabama en diciembre de 1969. Emplearon como apoyo el estudio móvil del grupo. Durante estas primeras sesiones, también se perfilaron algunos temas de su siguiente álbum, Exile on Main St., como fue el caso de "Tumbling Dice". La grabación continuaría a lo largo del año en Stargroves y en los Olympic Studios y finalizaría en los primeros meses de 1971. El contrato del grupo con Decca Records, su primera discográfica, finalizó en 1970. Con ello, el grupo esperaba gozar de una absoluta libertad para elaborar sus trabajos, tanto en lo que se refería al contenido de las letras como al diseño de las portadas (por ejemplo, la compañía había censurado la portada preparada para Beggars Banquet, que consistía en un retrete con grafitis llenos de insultos). Como el grupo aún le debía un último sencillo a la discográfica, decidieron enviar una canción titulada «Cocksucker Blues», con una letra obscena que la hacía impublicable. En su lugar, la compañía decidió editar Street Fighting Man, que ya tenía dos años de antigüedad. No obstante, el vencimiento de este contrato no libró al grupo de un nuevo sobresalto, que se produjo cuando descubrieron que descuidadamente habían firmado la cesión de todo su trabajo de los sesenta al que pronto se iba a convertir en su exmánager, Allen Klein. Por este motivo, todos sus discos de este periodo han sido publicados desde entonces por la compañía fundada por Klein, ABKCO Records. El álbum fue precedido por la publicación el 16 de abril de 1971 del primer sencillo, «Brown Sugar», realizada en el nuevo sello del grupo, Rolling Stones Records. La canción estaba acompañada por «Bitch» en la cara B, aunque la edición norteamericana también incluía una versión en directo del tema «Let It Rock», de Chuck Berry. Dicha versión fue grabada durante una gira que el grupo había realizado Inglaterra en marzo. El sencillo alcanzó el número 1 en los Estados Unidos y el número 2 en Inglaterra. En los Estados Unidos también se publicó un segundo sencillo formado por «Wild Horses» y «Sway». Por su parte, el disco tuvo mucho éxito, consiguiendo la primera posición a ambos lados del Atlántico. Coincidiendo con la publicación del disco, el grupo se mudó de Inglaterra a Francia, con la finalidad de pagar menos impuestos. Allí trabajarían en la elaboración de su próximo disco, Exile On Main St., que sería publicado en 1972.

El logotipo de The Rolling Stones, creado por John Pasche y rediseñado por Craig Braun.

La portada del álbum fue realizada a partir de un diseño del artista pop art Andy Warhol para el que posó uno de sus modelos habituales, Joe Dallesandro: unos pantalones vaqueros con una cremallera de verdad que se abría. Mientras que la obra de arte fue concebida por Warhol, la fotografía fue de Billy Name y el diseño fue de Craig Braun. En España, la portada original fue censurada por el régimen de Franco y reemplazada con una portada "Can of fingers", diseñada por John Pasche y Phil Jude, y «Sister Morphine» fue reemplazada por una versión en vivo de Chuck Berry «Let it Rock». Esta versión fue lanzada en el álbum de recopilación Rarities 1971-2003 de 2005. En el disco también hizo su aparición el logotipo de los Stones, la lengua y labios diseñados por Mick Jagger y el diseñador John Pashe. La inspiración para el diseño procedió de la diosa hinduista Kali. El crítico Sean Egan ha dicho del logo "Sin usar el nombre de los Stones, instantáneamente los evoca, o al menos a Jagger, así como una cierta lascivia que es propia de los Stones... Rápidamente y merecidamente se convirtió en el más famoso Logo en la historia de la música popular ". En 1992, el lanzamiento del álbum en Rusia presentó un tratamiento similar al de la portada original, pero escrito en cirílico, los jeans coloreados y mostrando la hebilla del cinturón con el logo del ejército soviético que muestra un martillo y una hoz inscritos en una estrella. El modelo parece ser femenino. En el año 2003, el canal estadounidense VH1 eligió la portada original del álbum como la primera de su lista de las cincuenta mejores portadas.

Sticky Fingers alcanzó el primer lugar en las listas británicas en mayo de 1971, permaneciendo allí durante cuatro semanas antes de regresar al número uno por una semana más a mediados de junio. En Estados Unidos, el álbum alcanzó el número uno a los pocos días del lanzamiento, y permaneció allí durante cuatro semanas. En Alemania fue uno de los dos álbumes no alemanes que alcanzaron el número uno en 1971. En una crítica contemporánea para el Los Angeles Times, el crítico musical Robert Hilburn dijo que aunque Sticky Fingers es uno de los mejores álbumes de rock del año, es sólo "modesto" según los estándares de los Stones y tiene éxito en la fuerza de canciones como «Bitch» y «Dead Flowers», que recuerdan el estilo previamente desinhibido, furioso de la banda. Jon Landau, escribiendo en Rolling Stone, sintió que carecía del espíritu y la espontaneidad de los dos álbumes anteriores de la banda y, aparte de «Moonlight Mile», está lleno de "intentos forzados de estilo y control" en los que la banda suena desinteresada, particularmente en canciones formalmente correctas como «Brown Sugar». En una revisión positiva, Lynn Van Matre del Chicago Tribune vio al álbum como a la banda "en su mejor racha" y escribió que, aunque es "apenas innovador", es lo suficientemente consistente como para ser uno de los mejores álbumes del año. Sticky Fingers fue votado como el segundo mejor álbum del año en la votación anual de The Village Voice de 1971. Lester Bangs la eligió en el número uno en la encuesta y dijo que era su álbum más reproducido del año. Robert Christgau, el creador de la encuesta, clasificó el álbum 17.º en su propia lista de fin de año.

Mick Jagger y Keith Richards en Nellcóte, Francia, 1971.

En 1994, Sticky Fingers fue clasificado número diez en All Time Top 1000 Albums de Colin Larkin. Él dijo: "El rock sucio como este todavía tiene que ser mejorado, y todavía no hay ningún rival a la vista". En una revisión retrospectiva, la Q magazine dijo que el álbum fue "Los Stones en su pico ... una fórmula mágica de soul pesado, el blues drogadicto y rock machista". La revista Record Collector dijo que exhibe a Jagger y Richards mientras "profundizan aún más en el blues primitivos que los inspiraron e intensifican sus investigaciones en otro gran estilo estadounidense, el country". En su crítica para la revista Goldmine, Dave Thompson escribió que el álbum sigue siendo superior a "la mayoría del catálogo de The Rolling Stones". En 1994, Sticky Fingers fue remasterizado y reeditado por Virgin Records. Esta remasterización fue lanzada inicialmente en una edición coleccionista en CD, que replicó en miniatura muchos elementos del empaquetado original del álbum del vinilo, incluyendo la cremallera. Sticky Fingers fue nuevamente remasterizado en 2009 por Universal Music Enterprises y en 2011 en una versión japonesa de SHM-SACD. En 2003, Sticky Fingers fue listado en el puesto 63 en la lista Los 500 mejores álbumes de todos los tiempos según Rolling Stone.

«Brown Sugar», fue la canción más exitosa del álbum. Fue compuesta principalmente por Jagger, durante el rodaje en Australia de la película Ned Kelly. Su letra era controvertida y ambigua, admitiendo dos posibles interpretaciones: que canción y título se refieren a una muchacha de color o a la heroína (Brown Sugar significa "azúcar morena" en español). Precisamente las alusiones a las drogas eran constantes en todo el disco y se produjeron en un momento en el que se agravaron los problemas de adicción de Keith Richards.

Mick Jagger y Marianne Faithfull en Alemania, 1970.

Esta canción es absolutamente sucia. Tiene uno de los mejores riffs de guitarra del gran repertorio de riffs de The Rolling Stones, escrito por Mick Jagger y no por Keith Richards como era lo usual. “Soy el maestro del riff. El único que me perdí y que recibió Mick Jagger fue ‘Brown Sugar,’ y ahí me quito el sombrero”, contó Keith en Life. “Ahí me ganó. Lo arreglé un poco, pero eso era suyo, letra y música”. Un momento que le aporta mucho a la atmósfera sórdida de la canción es el solo de saxofón tocado por Bobby Keys, gran colaborador y amigo de la banda. De hecho fue en una fiesta de cumpleaños de Keith Richards donde nació el solo, pues a altas horas de la noche la fiesta se convirtió en una sesión de improvisación donde tocaron la canción inédita con invitados tan ilustres como el guitarrista Eric Clapton. George Harrison también estaba y lo invitaron a tocar, pero se negó. Aquí fue que Bobby Keys improvisó el solo de saxofón y a la banda le gustó tanto que decidieron grabarlo, reemplazando el solo de guitarra original de Mick Taylor. Pero lo que realmente remata el ambiente de decadencia es la letra, con la cual Mick Jagger constantemente cruza la línea de lo aceptable. Esclavitud, racismo, machismo, sexo oral y drogas pesadas; esta canción lo tiene todo. Quizás si no fuera un reventón tan bueno sería más fácil ofenderse. Igual, trivializar la cruel historia de la esclavitud para impulsar una canción rockera es uno de los niveles más bajos a los que han llegado los Stones. ¡Y eso que la versión que escuchamos es Mick Jagger censurándose! El título original de la canción era “Black Pussy”, por si quedan dudas sobre la cuestionable metáfora de Jagger. Estas palabras fueron escritas en un estado de frenesí, según Jim Dickinson, pianista que participó en las sesiones de Muscle Shoals: "Vi a Mick escribir la letra. Le tomó unos cuarenta y cinco minutos; fue asqueroso. La escribió tan rápido como podía mover su mano. Nunca había visto nada parecido […] y cuando tenía tres páginas llenas, comenzaron a grabar. ¡Fue increíble!" El mismo Jagger admite que no escribiría la canción hoy en día, haciéndose un poco el loco en una entrevista con Jann Wenner: "Dios sabrá de qué hablo en esa canción. Es una mezcolanza. Todos los temas desagradables de una vez ”. Sin duda es una canción con pocas cualidades redentoras. Pero como escribió el crítico Jack Hamilton en la revista Slate, “¿Es ‘Brown Sugar’ una gran canción? Sí. ¿Es ‘Brown Sugar’ una canción imperdonable? También sí. Pero muchas bandas han hecho música imperdonable; solo una hizo Sticky Fingers”.

«Sway», al igual que «Moonlight Mile», contaba al final con arreglos de cuerda de Paul Buckmaster, que trabajaba habitualmente para Elton John.

Mick Jagger anuncia la cuenta con “one, two, three, four” y entramos en una reflexión amarga y triste sobre cómo Jagger y el resto de los Stones se estaban sintiendo luego de Altamont y la muerte de Brian Jones. La vida de sexo, drogas y rock & roll tiene sus límites y el narrador de “Sway” está hastiado. La canción fue grabada principalmente en Stargroves, la mansión de Jagger, gracias al estudio móvil de The Rolling Stones, básicamente un camión equipado para servir como control room de un estudio de grabación. Esta innovación les daba la posibilidad de grabar en cualquier lugar y a cualquier hora. Es el debut en la guitarra eléctrica de Jagger, quien creó la canción en colaboración con Mick Taylor, durante una ausencia de Keith Richards. A Keith no le gustaba ir a las sesiones en Stargroves y estaba cada vez más alejado por su creciente adicción a la heroína. Lo que más se destaca en la canción son los dos solos de guitarra de Taylor, que muestran un nivel más en línea con el pulido trabajo de los maestros británicos del blues Eric Clapton y Peter Green, quienes también pasaron por la banda anterior de Taylor, John Mayall & the Bluesbreakers. Agregando al impresionante nivel que demuestra Taylor en la canción, los dos solos fueron grabados en una sola toma.

Mick Jagger y Keith Richards durante el "soundcheck", la prueba de sonido, en Suecia, el 30 de Agosto de 1970.

«Wild Horses» era, por su parte, una emotiva balada con influencia de la música country. La música no fue compuesta por Richards, corrió a cargo de Jagger. Esta canción ha conocido numerosas versiones de otros grupos y artistas como Dave Matthews, Garbage o los Guns N'Roses. The Flying Burrito Brothers, grupo dirigido por Gram Parsons (quien había intimado con Richards), publicó su propia versión del tema antes de que lo hicieran los Stones.

Keith Richards escribió “Wild Horses” luego de pasar tiempo con su amigo Gram Parsons, el miembro de The Byrds que lo había introducido más a fondo en la música country, especialmente en el sonido de Bakersfield, un subgénero que rechazaba la sobreproducción asociada con Nashville. La influencia de Parsons se siente en los arreglos instrumentales y la atmósfera melancólica. De hecho, Parsons grabó su propia versión de “Wild Horses” con The Flying Burrito Brothers, aportando aún más melancolía y peso a la canción. Aunque Richards reconoce que el coro lo terminaron en el baño de Muscle Shoals justo antes de grabar, la idea venía del dolor que sentía al tener que separarse de su hijo recién nacido Marlon para salir de gira. Jagger luego le dio la vuelta convirtiéndola en una canción sobre la ruptura de una relación de pareja. “Todo el mundo siempre dice que fue escrita sobre Marianne [Faithfull], pero no creo que lo fuera; para ese entonces todo había terminado”, recordó Jagger en las notas que acompañan el compilado Jump Back. “Pero definitivamente estaba muy metido en esta pieza emocionalmente. Esto es muy personal, evocador y triste. Todo suena muy deprimente ahora, pero fue un momento bastante pesado”. Marianne Faithfull lo recuerda diferente, y ha dicho que “Wild horses couldn’t drag me away” fueron las primeras palabras que ella le dijo a Mick Jagger en el hospital cuando salió de un coma de seis días causado por una sobredosis de pastillas en el verano de 1969. Cualquiera que haya sido la génesis real de la canción, no se puede negar que es uno de los momentos más emotivos y trascendentales de la banda.

De las diversas fechas de aquella gira existe material de dudosa legalidad.

La siguiente canción, «Can't You Hear Me Knocking» mostraba las aptitudes del nuevo guitarrista del grupo, Mick Taylor. Frente a la versatilidad de su predecesor, Brian Jones, quien era capaz de tocar un importante número de instrumentos, Taylor, que había tocado para John Mayall & the Bluesbreakers, era más destacado como solista y su presencia reforzó el tono de blues de los trabajos de los Stones de la primera mitad de los setenta.

Principalmente un muy buen groove introducido por la guitarra de Keith Richards al cual se unen muy hábilmente la batería de Charlie Watts y el bajo de Bill Wyman, “Can’t You Hear Me Knocking” toma un giro inesperado antes de los 3 minutos. Aunque los Stones inicialmente se la imaginaban como una canción de rock para radio durando entre dos y tres minutos, al final entran en una improvisación extendida con un nuevo color para la banda, más hacia el jazz-rock o el Latin-rock de Santana. Incluye otro solo estelar de Bobby Keys en el saxofón, quien admitió, “No tenía idea de lo que iba a tocar. Simplemente me clavé el saxofón en la cara y comencé a soplar. Fue una primera toma, algo de una sola vez ”. La larga improvisación también es protagonizada por Mick Taylor, quien toca un solo de guitarra fluido y épico mientras se oye una voz alentando al fondo, posiblemente de Jagger. “Ni siquiera sabíamos que todavía estaban grabando”, dijo Keith Richards en una entrevista con Guitar World. “Pensamos que habíamos terminado. Estábamos divagando y ellos mantuvieron la cinta rodando. Fue solo cuando escuchamos la reproducción que nos dimos cuenta que teníamos dos piezas de música. Está la canción y está la improvisación”.

Helsinki.

«You Gotta Move», que cerraba la primera cara del álbum, era una versión de un tema blues obra de Fred McDowell y del reverendo Gary Davis.

Esta versión de los Stones de un tradicional gospel blues popularizado por Mississippi Fred McDowell se mantiene bastante fiel a la versión del Delta bluesman. La banda proporciona un acompañamiento minimalista y una inquietante línea de guitarra tocada por Mick Taylor utilizando un slide, un pequeño tubo que se desliza entre notas para generar un llanto emotivo. Hay que recordar que en sus inicios The Rollling Stones soñaban con ser una banda purista de blues, incluso tomando su nombre de una canción de Muddy Waters, uno de los iconos del blues de Chicago. Su profundo conocimiento y amor por el género es evidente aquí.

Con un título desafortunado, «Bitch» refuerza la reputación de Mick Jagger de escribir letras misóginas. El protagonista se encuentra en un estado de abstinencia, y lo único que lo va a satisfacer es…sí, lo adivinaron, tener sexo. Según Jagger, cuando utiliza el término “bitch” se esta refiriendo al amor en sí, no a una mujer. Sin embargo, la cosificación de las mujeres permea la canción. Pero no todo es malo. “Bitch” tiene un riff poderoso más cercano al estilo de hard rock de bandas como Led Zeppelin que sacude hasta los huesos, en especial cuando entra la sección de vientos a apoyar a la guitarra y el bajo. Según el ingeniero Andy Johns, Keith Richards llegó tarde como siempre y Jagger y Mick Taylor habían comenzado la canción sin él. “No sonaba muy bien”, recordó Johns. Keith estaba sentado en el piso sin zapatos, comiendo una taza de cereal y de repente exclamó que le pasaran una guitarra. “Se la colgó, pateó el tempo de la canción hacia arriba y simplemente le puso la vibra que era”.

Mick Jagger y Keith Richards minaron su amor por el soul sureño de Stax Records y Otis Redding en “I Got the Blues”, una canción sobre un hombre desesperado recordando a la mujer que ama, posiblemente inspirada en la ruptura de Jagger con Marianne Faithfull. La canción cuenta con un invitado muy especial: Billy Preston, el tecladista estadounidense quien fue de los pocos músicos en colaborar con The Beatles. Preston le aportó su talento a canciones de los últimos dos álbumes de los Fab Four, como “Get Back”, “Don’t Let Me Down”, y “Something”, y se puede ver en acción con ellos en su última aparición en vivo, el famoso concierto en la azotea de Apple Corps. En “I Got The Blues”, Billy Preston contribuye un solo de órgano que eleva el alma de la canción a otro nivel.

Marianne Faithfull (1966).

La letra de «Sister Morphine» era obra de la exnovia de Jagger, Marianne Faithfull, y la música era de los Stones. Ya había sido editada como sencillo por parte de la primera en 1969, aunque la polémica que provocó su letra provocó que las ventas fuesen bajas. La canción narra con intensidad la agonía de un hombre en el hospital, presublimente a causa de una sobredosis, y sus deseos de conseguir morfina. «Sister Morphine» fue censurada en España y sustituida por la versión de «Let It Rock».

Llena de imágenes fantasmagóricas, “Sister Morphine” retrata la experiencia de una persona agonizando en su cama de hospital. La canción fue escrita por Mick Jagger, Keith Richards y Marianne Faithfull, quien por fin logró su crédito de compositora cuando Sticky Fingers fue reeditado en 1994 tras imponer una demanda. “Marianne tuvo mucho que ver con 'Sister Morphine’”, dijo Keith en su autobiografía. “Conozco la escritura de Mick, y él vivía con Marianne en ese momento, y sé por el estilo que había algunas líneas de Marianne allí”. Mick Jagger lo expresó con desdén en su entrevista con Jann Wenner: “Ella escribió un par de líneas; aunque siempre dice que lo escribió todo. Ni siquiera puedo decirte cuáles”. Es muy probable que Marianne Faithfull haya sido un catalizador importante de la canción, tomando inspiración de su experiencia de ser hospitalizada en Sydney tras un intento de suicidio. Ella lanzó su propia versión en 1969 con una letra ligeramente diferente y una instrumentación más country que vale la pena escuchar. La versión de Sticky Fingers fue grabada en marzo de 1969, con los Stones acompañados por Jack Nitzsche en el piano y Ry Cooder en la guitarra slide. Estos dos invitados le aportaron mucho a la atmósfera alucinante de la canción, en especial la guitarra de Cooder, que junto con la letra tenebrosa convierten esta balada en una pesadilla increíble.

«Dead Flowers» era otra muestra de un género muy cultivado por el grupo: el de la parodia de la música country. Ya en Let It Bleed habían incluido una versión country de una de sus canciones más populares, «Honky Tonk Women», que rebautizaron como «Country Honk». En su siguiente disco, Exile On Main St. seguirían la línea con «Sweet Virginia».

Menos de diez días después de la tragedia de Altamont, los Stones entraron a Olympic Sound Studios en Londres para grabar una auténtica canción de country con Jagger cantando en un exagerado acento vaquero. Un guiño de humor en una canción que de resto está llena de melodrama. El protagonista expresa resentimiento por una ruptura y se hunde cada vez más, mientras su expareja disfruta de la vida en la alta sociedad. Jagger y Richards tienen pocas letras tan deprimentes como: I'll be in my basement room with a needle and a spoon, and another girl to take my pain away. De no perderse son los coros cantados en armonía por Keith y Jagger y el juego de guitarras eléctricas. Keith Richards le responde a la voz de manera más suelta y desaliñada, mientras que Mick Taylor proporciona líneas compactas de muy buen gusto que culminan en uno de sus mejores solos de guitarra del álbum. La muerte impregna la canción, así como lo había hecho durante ese año en la existencia de The Rolling Stones. En este caso el protagonista invita a su expareja a enviarle flores muertas, e incluye un golpe bajo donde sugiere que ella se va a morir primero que él: I won't forget to put roses on your grave. El cinismo y la melancolía convierten a “Dead Flowers”, en una de las primeras canciones de country gótico.

«Moonlight Mile» ponía el broche final al disco. La canción fue elaborada a partir de tomas incompletas de Richards, que Taylor se encargó de desarrollar y transformar, aunque su labor no se vio reconocida con un crédito de autor. La guitarra acústica corrió a cargo de Mick Jagger. Además de los miembros del grupo, el productor Jimmy Miller participó tocando la percusión en algunas canciones. El disco también contó con una importante sección de viento a cargo de Bobby Keys y de Jim Price, que habían estado tocando con Derek and the Dominos. Keys, cuya colaboración con el grupo había empezado con Let It Bleed, interpretaba el solo de saxofón en «Brown Sugar»; su presencia y la de Price también era muy notoria en «Bitch». En el piano intervinieron artistas habituales de los Stones como Nicky Hopkins e Ian Stewart.

Cerrando el European Tour con triplete en París.

Una de las canciones más poéticas y contemplativas del álbum, de todos modos incluye una referencia a la cocaína en su segunda línea. Esto es Sticky Fingers, después de todo. Jagger dijo en una entrevista con el Wall Street Journal que comenzó a escribir la canción mientras estaban de gira en el verano de 1970: “En ese entonces estaba cada vez más nostálgico y cansado de la carretera. Estoy seguro de que la idea de la canción se me ocurrió por primera vez una noche mientras estábamos en un tren y había salido la luna”. Keith Richards estuvo completamente ausente de la grabación, la primera vez que el guitarrista no participaba de ninguna manera en una canción de The Rolling Stones. Sin embargo, aprobó el resultado final: “Fue genial escuchar eso porque estaba muy ido al final del álbum y era como escuchar, escuchar de verdad”, dijo en las notas que acompañan la reedición de 2015 de Sticky Fingers. Mick Taylor entrega otra actuación estelar en la guitarra eléctrica, impresionando al baterista Charlie Watts de manera singular: “Estuvo absolutamente fantástico en esa sesión. ‘Moonlight Mile’—ahí es cuando recuerdo a Mick Taylor en su mejor momento”. La canción fue grabada en una sesión nocturna en Stargroves, que usualmente iban desde las 9 de la noche hasta las 7 del día siguiente. Según el ingeniero Andy Johns, Jagger grabó la voz a las “cuatro o cinco de la mañana con el sol saliendo”. Los arreglos de cuerda y el toque instrumental delicado evocan una noche solitaria de purificación y contemplación bajo el brillo de la luna. Un final reflexivo necesario después del mugre y los excesos de un álbum perfecto de rock & roll.

Sticky Fingers, un álbum de excesos marcado por la tragedia. La ingenuidad de los sesenta había llegado a su fin y la banda se apoyó en el country, el blues y en el virtuosismo de su nuevo guitarrista Mick Taylor para producir diez canciones crudas y drogadas que se sumergen en la oscuridad. Antes de empezar a grabar su noveno disco, en junio de 1969 la banda despidió al integrante fundador y genio creativo Brian Jones por su inconsistencia y adicción a las drogas. Un mes después fue encontrado muerto en el fondo de la piscina de su casa, a los 27 años. “Él formó la banda. Él eligió a los miembros. Él nombró a la banda. Él escogió la música que tocábamos. Él nos consiguió conciertos...de cualquier cosa que pusiera en sus manos podía sacar una melodía y convertir las canciones en algo que no eran cuando comenzaron”, recordó el bajista Bill Wyman en una entrevista en Daily News. “Fue muy influyente, muy importante, y luego lo perdió lentamente—muy inteligente—y simplemente lo desperdició y lo arruinó todo”. En diciembre de ese mismo año, la banda organizó su respuesta al festival Woodstock de unos meses antes en el autódromo de Altamont en California. Alrededor de 300,000 personas asistieron al concierto gratuito protagonizado por los británicos y algunas de las bandas más importantes de la California hippie: Santana, Jefferson Airplane, Crosby, Stills, Nash & Young, y The Grateful Dead. Pero la paz y el amor de la década de los sesenta ya se estaban agotando, y el consumo de drogas y el idealismo irresponsable empezaban a cobrar factura, así como lo habían hecho en la vida de Brian Jones.

The Rolling Stones se presentan en Altamont bajo la mirada de los Hells Angels.

Por sugerencia de The Grateful Dead, The Rolling Stones llegaron a un acuerdo con la tumultuosa pandilla de motociclistas los Hells Angels: prestarían seguridad al evento a cambio de cerveza. Que confiaran en una horda de motociclistas intoxicados y armados con cadenas, cuchillos y tacos de billar es un símbolo de la ingenuidad de los tiempos que estaban llegando a su fin. El concierto rápidamente descendió al caos y la violencia. El vocalista de Jefferson Airplane fue noqueado por un Hells Angel por intentar intervenir en su comportamiento violento. Meredith Hunter, un joven afroamericano que sacó un revólver luego de haber sido golpeado por varios de los Hells Angels, fue asesinado por un ‘ángel del infierno’ mientras los Stones miraban desde el escenario. Tres personas más murieron en accidentes y 850 individuos fueron tratados por sobredosis de LSD. En el documental Gimme Shelter se puede ver el terror en la cara de Mick Jagger al darse cuenta del potencial violento de 300,000 personas borrachas y drogadas. Los Stones habían perdido el control por completo del evento y tuvieron que ser evacuados en helicóptero. Así, Altamont marcó el fin del idealismo de los sesenta, y reforzó para The Rolling Stones el peso de los excesos y la realidad oscura y violenta de la sociedad. Antes de su escape temprano de Altamont, los Stones alcanzaron a estrenar una canción de su próximo álbum. “Fue la primera vez que tocábamos ‘Brown Sugar’ ante una audiencia en vivo”, recordó Keith Richards en su autobiografía, Life. “Un bautismo del infierno, en un confuso estruendo en la noche californiana”.

Esa canción y dos otras—“You Gotta Move” y “Wild Horses”—hicieron parte de una sesión temprana para el álbum en el estudio Muscle Shoals Sound en Alabama unos días antes del fiasco de Altamont. Fundado por integrantes de The Swampers, famosos músicos de sesión, el estudio tenía un sonido de batería inigualable. “Era la crème de la crème, excepto que era solo una choza en medio de la nada”, recuerda Keith. El pianista Jim Dickinson vio a Keith Richards y Mick Jagger juntarse para cantar las voces de las tres canciones sucesivamente: “Fueron increíbles, las voces crudas. Ambos se pararon juntos en el micrófono con una botella de bourbon, pasándola de un lado al otro, y cantaron la parte principal y la armonía de las tres canciones en un solo micrófono, tan rápido como pudieron hacerlo la última noche”. El resto del álbum lo completaron en un periodo relativamente largo, trabajando hasta enero de 1971. Grabaron también en el estudio Olympic Sound en Londres y el estudio móvil de The Rolling Stones parqueado afuera de Stargroves, la mansión de Jagger. Pero la sesión relámpago de tres días que hicieron en el sur de los Estados Unidos terminó definiendo el sonido y la atmósfera de todo el álbum.

Andy Warhol fue un artista plástico y actor estadounidense que desempeñó un papel crucial en el nacimiento y desarrollo del pop art.

La parte gráfica de Sticky Fingers es tan icónica como su música, con una portada creada por Andy Warhol y la primera aparición del logo de la lengua. Mick Jagger abordó a Warhol en una fiesta en Nueva York en 1969 para preguntarle si estaría dispuesto a diseñar la portada del próximo álbum de The Rolling Stones. Poco después, Warhol les mostró una foto de un modelo en jeans con cremallera, y por dentro, la entrepierna de un hombre en calzoncillos de algodón. A Mick Jagger le gustó la idea, pero tuvo una petición especial: la cremallera debería funcionar. El álbum se lanzó de esta manera, hasta que las tiendas de discos empezaron a quejarse. La cremallera estaba rayando y dañando los discos. Para resolver el problema, a alguien se le ocurrió la idea de enviarlos con la cremallera mitad abierta, así cualquier daño se concentraba en el sello del disco y no en la parte que contiene la música. Sin embargo, las siguientes ediciones eliminaron la cremallera real de su portada. El diseño fue un trabajo colaborativo entre Warhol, quien concibió el arte, el fotógrafo Billy Name y el diseñador Craig Braun. Muchos fanáticos y fanáticas asumieron que la foto mostraba a Mick Jagger, pero él no posó para Warhol.

Sticky Fingers también fue el estreno del famoso logo de la lengua. Mick Jagger le encomendó el diseño a John Pasche, un joven artista gráfico de la Royal College of Art. “Me presentó esta imagen impresa que había obtenido en una tienda india de Kali, la diosa hindú del tiempo, el cambio, el poder y la destrucción”, recordó Pasche en las notas de la reedición de Sticky Fingers de 2015. “Había conseguido que la despegaran de la pared. Inmediatamente vi la boca y la lengua”. Pasche partió de ahí para hacer un diseño donde quería plasmar la actitud antiautoritaria de la banda, así como la boca característica de Mick Jagger y “cierta sensualidad propia de los Stones” como describió el crítico Sean Egan. Pache luego recordó: “Lo diseñé de tal manera que se pudiera reproducir fácilmente y con un estilo que pensé que podría resistir el paso del tiempo”. Luego Craig Braun le hizo algunas modificaciones, convirtiéndolo en el logotipo eterno que conocemos hoy en día. “En mi opinión, el logo de la lengua de los Stones es el logo más icónico, potente y duradero de la historia del rock & roll”, dijo el artista Shepard Fairey, creador del afiche Hope de Barack Obama. “Creo que no solo captura los labios y la lengua característicos de Mick Jagger, sino también la esencia de la rebelión y la sexualidad que es el encanto del rock & roll en su máxima expresión”. Y eso es Sticky Fingers, la máxima expresión de un género, creada por una banda que estaba en la cima de sus poderes. Fue número 1 en muchos países, incluyendo el Reino Unido y Estados Unidos. Recibió un codiciado y casi imposible “10/10” de Pitchfork en una reseña contemporánea, y está de número 63 en la lista de los 500 Mejores Álbumes de Todos los Tiempos de la revista Rolling Stone. Es simplemente un álbum crudo, obsceno, lleno de mugre y drogas y melancolía, y es jodidamente genial.

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