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2 - Noviembre - 2019
>>>> Clave de Fa > Ravi Shankar

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Discípulo de Allauddin Khan (fundador del Maihar gharana de música India clásica), Pandit Ravi Shankar es probablemente el instrumentista indio más reconocido, famoso tanto por sus ejecuciones en todo el mundo como por su papel pionero en la importación en el mundo occidental de la música India clásica tradicional.

Su asociación con el violinista Yehudi Menuhin y con el músico inglés George Harrison, del grupo The Beatles, así como por su carisma personal, contribuyeron a su enorme proyección. Su carrera musical ha durado más de seis décadas y Shankar actualmente posee el Récord Guinness por la carrera internacional más larga. Ravi Shankar es el padre de la cantante estadounidense Norah Jones y de la sitarista y directora de orquesta Anoushka Shankar.

Su casa ancestral es hoy en día Kalia Upozila en el Distrito Narail, Jessore, Bangladés. El nombre de su madre era Hemanginee, y su hermano mayor Uday Shankar era un famoso bailarín clásico hindú. De adolescente, Ravi tocó el sitar con la compañía de baile de Uday Shankar, y también con la de Anna Pávlova en la Unión Soviética.

Ravi Shankar abandonó una carrera en el baile y a partir de 1938, pasó muchos años de estudio bajo la enseñanza de su gurú Allaudin Khan. Su primera presentación en público en la India tuvo lugar en 1939. Después de dar por terminado el periodo de formación en 1944, empezó a trabajar en las afueras de Bombay. Comenzó a escribir canciones para películas y ballet clásico y comenzó una carrera de grabaciones con la filial india de la casa de grabación HMV. Fue director musical de All India Radio, de Nueva Delhi, de 1949 a 1956. Sucesivamente Shankar empezó a ser conocido fuera de la India, primero presentándose en la Unión Soviética en 1954 y luego en Europa en 1956. Actuó en acontecimientos importantes como el Festival de Edimburgo así como en salas de tanto prestigio como el Royal Festival Hall.

Nacido en una familia religiosa, su precocidad musical propició que se incorporase, con apenas diez años, a la troupe de su hermano Uday Shankar, mítico bailarín que hizo con la danza y la escenografía teatral indias algo similar a lo que haría él muchos años después, llevando por toda Europa un espectáculo que logró que todas las miradas se volviesen hacia la India. Uday actuó incluso en la Unión Soviética revolucionaria, a mediados los años veinte, con la no menos mítica Anna Pavlova. Y no fue sino una década después, en los años treinta, cuando Ravi Shankar lo acompañó en las giras, como bailarín e instrumentista, familiarizándose muy pronto con la cultura occidental. La primera grabación de Ravi Shankar, con esta formación, data de 1937 y está incluida en un disco antológico (en sentido real y figurado), Flowers from India (2007), absolutamente recomendable. El solista de la agrupación era Baba Allauddin Khan, multinstrumentista y gran maestro de la música clásica india, quien se convertiría en el maestro y gurú de Ravi Shankar. En 1938, Allaudin Khan volvió a Maihar con su discípulo y le sumergió en el severo aprendizaje del sitar, que concluyó en 1944. Entonces Shankar se mudó a Bombay, donde comenzó a componer música para ballet, compañías de teatro, orquestas de música, radio y bandas sonoras para la incipiente industria de Bollywood, entre ellas las de la clásica Trilogía de Apude Satyajit Ray.

En 1956 se embarcó en una gira mundial por Europa y EE.UU. que coronó en Londres, con la grabación de su primer disco de proyección internacional: “Three Ragas”. Quizá el punto culminante de esta época fueron las extraordinarias sesiones con el violinista Yehudi Menuhin, recogidas en tres discos con el significativo título de East meets West, el primero de los cuales obtuvo, en 1967, el premio Grammy a la mejor obra de cámara. Fue un encuentro fascinante al que Shankar aportó su original aproximación a la música clásica india, abierta a otras influencias (por ejemplo a la música carnática del sur, muy diferente de la tradición indostaní del norte) y que, por ello, nunca fue del gusto de ortodoxos, puristas y demás pedantes culturales. De cualquier manera, estas piezas infinitas de ragas (unas bases melódicas repetitivas que crean distintas atmósferas emocionales) sobre las que se superponen larguísimas improvisaciones de una sonoridad envolvente y texturas sin fin invitan a girar entrópicamente hasta el corazón de la música, en un progresivo estado de trance. Y ello llamó la atención de muchos jóvenes músicos norteamericanos, que partían de ideas totalmente opuestas, con canciones de pocos minutos de duración y un desarrollo que las llevaba directamente hacia el desenlace, como si la experiencia musical fuese un paréntesis momentáneo en la sorda realidad cotidiana, que apenas arañase la superficie del sonido. La contaminación india de la música popular occidental comenzó con la fascinación de David Crosby y The Byrds por Shankar, cuyo sonido traspuesto a la guitarra asoma en la canción “Why”. Grupos más psicodélicos como The Doors también se sintieron atraídos por la idea de llegar a una experiencia total a través de la música. Al comienzo de “The end” te sorprenden los acordes y escalas indias del guitarrista Robbie Krieger, quien por aquella época tomaba clases de sarod y sitar en la Kinnara Music School, que fundó Shankar en Los Ángeles en 1967.

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George Harrison, miembro de The Beatles, comenzó a experimentar con el sitar en 1965. Los dos se encontraron eventualmente debido a este interés común y se hicieron amigos, lo cual contribuyó a aumentar la fama de Shankar como estrella pop y como el maestro de Harrison. Esto desarrolló enormemente su carrera. Lo invitaron a tocar en lugares que eran insólitos para un músico clásico, como el Monterey Pop Festival, 1967 en Monterrey, California. También fue uno de los artistas que tocaron en el Festival de Woodstock (1969) y en el Concierto para Bangladesh en 1971. Ravi Shankar y Amigos acompañó también como apertura la gira de Harrison de los Estados Unidos en 1974. Shankar escribió dos conciertos para sitar y orquesta, composiciones para sitar y violín que interpretó junto con Yehudi Menuhin, música para el virtuoso de flauta Jean Pierre Rampal,y también para Hozan Yamamoto, maestro del shakuhachi (la flauta japonesa), y para el virtuoso del koto Musumi Miyashita.

Mención aparte merece la relación e influencia que tuvo como gurú y maestro de George Harrison y, por contagio, de The Beatles, quienes ya en Rubber soul(1965) y en Revolver(1966) incluyeron canciones tan sugerentes y novedosas como “Norwegian wood”, “Tomorrow never knows” y “Love you to”. El aroma oriental impregnó también el emblemático Sgt. Pepper’s lonely hearts club bandcon “Within you without you.” La discografía posterior de George Harrison –All things must pass (“My sweet lord”) y Living in the material world– confirma la profunda impronta musical y espiritual de Shankar. Y esta conexión fue mucho más allá de unos pocos artistas hasta alcanzar a la sociedad misma: los principios de paz, espiritualismo y goce de vivir del movimiento hippie sintonizaban con el hinduismo y, de manera casi involuntaria, Ravi Shankar se vio inmerso durante unos años en la vorágine del rock, como una megaestrella más, actuando en los Festivales de Monterrey (1967) y Woodstock (1969), etapa que cerraría con el concierto de Bangladesh (cuyo disco le deparó, en 1971, el segundo Grammy de su carrera). A partir de entonces se distanció del polimórfico y excesivo mundo del rock y de sus infinitos círculos viciosos. Por otro lado,desde finales de los 50, también uno de los gigantes del jazz, el saxofonista John Coltrane, se había fijado en la estela del músico indio, pero su prematura muerte en 1967 impidió que grabaran juntos. Los caminos paralelos en busca de la espiritualidad del creador de “A love supreme” y de Ravi Shankar nunca se cruzaron en un estudio, pero la honda impresión que le causó su relación con el pandit explica por qué su hijo, también saxofonista, se llama Ravi Coltrane.

Ravi Shankar, no pudo acabar 2012, disfrutó de una vida plena. Sus 92 años fueron lo bastante intensos para justificar dos autobiografías (My music, my life y Raga mala), donde explicaba cómo amplió los límites de la tradición musical que encarnaba, aplicando sus poderes al cine, el teatro y el ballet, aparte de abrirse a experimentos internacionalistas. "Aunque la operación fue exitosa, la recuperación resultó demasiado difícil para el músico", informó en un comunicado conjunto la fundación que lleva su nombre y su sello discográfico East Meets West Music.

El artista tenía su domicilio en el sur de California aunque mantenía también residencias en India. El primer ministro indio, Manmohan Singh, ha expresado su tristeza y ha dicho que con su muerte se pierde "un tesoro nacional y un embajador global de la herencia cultural de India". Ningún otro músico clásico tuvo tanta influencia en la evolución del pop. Es posible que Segovia despertara idéntica veneración entre los guitarristas de los sesenta pero don Andrés no se mezcló con los melenudos. Ravi lo hizo, aún a sabiendas del riesgo de trivialización. Se recuerda su humor punzante en el Madison Square Garden neoyorquino, en agosto de 1971. Se celebraba el benéfico Concert for Bangladesh, que partía de una idea suya. Iba a tocar un jugalbandi, un dueto con el prodigioso Ali Akbar Khan y su sarod. Según la costumbre, afinaron sobre el escenario. Les respondió un aplauso general. Ravi advirtió al público: "Si apreciáis tanto la afinación, espero que disfrutéis aún más con la música".

Algunas grabaciones de John Coltrane apuntan en aquella dirección: la canción “India” en el disco “Impressions” (1963) y el disco “Om” (1965), una suite de casi 30 minutos con cantos extraídos del Bhagavad Gita y cuyo título es un mantra de la tradición hinduista con un significado nebuloso en torno a la plenitud de Dios. En su última época Ravi Shankar colaboró con músicos orquestales clásicos, André Previn y Zubih Meta, o contemporáneos, Philip Glass, con quien grabó el interesantísimo Passages(1990). Unos años antes había vuelto a componer una banda sonora, la de Gandhi(1982), nominada para los Óscares de Hollywood, y derrotada finalmente por la música extraterrestre de John Williams para ET.

Su talento se ha perpetuado a través de sus hijos, el malogrado Shubhendra Shankar, la cantante Norah Jones y la compositora e intérprete del sitar Anoushka Shankar. Precisamente esta última acompañó a su padre en el memorable concierto que dio origen a su último gran disco y tercer premio Grammy: Full circle: Carnegie Hall 2000. El círculo completo o la música entendida como una experiencia total para alcanzar la armonía y la perfección espiritual. Pero no siempre es así o, al menos, no para todos. En su libro Chasin’ the trane: The music and mystique of John Coltrane, J. C. Thomas reproduce el comentario de Shankar tras un concierto de Coltrane: “La música fue fantástica. Me impresionó mucho, pero algo me angustiaba. Había turbulencia en su música, y eso a veces me producía sensaciones negativas, pero no llegué a adivinar de qué se trataba. Ahí teníamos una persona creativa que se había hecho vegetariana, que estudiaba yoga, leía el Bhagavad-Gita y, sin embargo, en su música yo percibía todavía mucho desasosiego interior.” Definitivamente, aunque el Este y el Oeste se encuentren, resulta ilusorio pensar que la filosofía hinduista pueda iluminar totalmente a los desorientados espíritus solitarios que deambulan las inhóspitas megápolis del siglo XXI, el territorio de las sombras. ”En nuestra cultura, debemos tener mucho respeto por los instrumentos musicales, porque ellos, simplemente, son parte de Dios”. Londres, comienzos del año 1980, se intentaba promocionar el album “The Spirit of India”, en el que el sello clásico de Hamburgo, de la Deutsche Grammophon había pagado una importante cantidad de dinero para un album de ragas. Virtuoso del sitar, fue la primera gran estrella de la órbita musical que no tenía cultura occidental. Shankar creó una nueva conciencia en la sociedad, introduciendose en todos los ambitos culturales y sociales, fenómeno conseguido por los Beatles, George Lucas y un par de iluminados mas. Benarés en las entrañas, el humo de los espíritus elevandose a la luz de la luna y las canciones sonando desde unas colinas cercanas. Apple Records, el sello de los Beatles, lanzó un maravilloso disco doble, titulado Pandit Ravi Shankar y Alí Akbar Kahn, en concierto 1972. Alí Akbar Kahn era un genio, un virtuoso del extraño instrumento de cuerda que es el sarod. Un album imprescindible, dificil de conseguir. ¿Alguien me lo presta? En el famoso Concierto por Bangla Desh, en el Madison Square Garden, Shankar comenzó a tocar, con sus músicos en la tabla y tambura.

Unos cinco minutos despúes, se detuvo. La audiencia brotó con un aplauso entusiasta. Shankar se quedó perplejo y dijo : “Estoy seguro de que vamos a triunfar, porque si son ustedes tan entusiastas mientras hemos afinado, espero que con el concierto disfruten de verdad”.

Compuso abundantemente para películas y ballets clásicos en la India, Canadá, Europa y los Estados Unidos; entre estas obras destacan Chappaqua, Charly, Gandhi, y Apu Tryology. Su grabación Tana Mana, lanzada por el sello Private Music en 1987, penetró en el género New Age con una combinación única de instrumentos tradicionales y música electrónica. El compositor clásico Philip Glass reconoce a Shankar como una influencia importante en su carrera y los dos colaboraron para producir Passages, una grabación de composiciones en las cuales cada uno adapta temas compuestos por el otro. Shankar también compuso la parte de sitar en la composición de Glass de 2004, Orión. En 1998 recibió el Polar Music Prize, un premio concedido por la Real Academia de Suecia de Música.

Ravi Shankar tuvo dos hijas, la cantante Norah Jones (que Ravi Shankar tuvo con la productora de conciertos Sue Jones) y Anoushka Shankar (que Ravi Shankar tuvo con la empleada bancaria Sukanya Rajan), una de las más destacadas intérpretes femeninas de sitar de India, que ha obtenido numerosas distinciones y reconocimientos a lo largo de su carrera.

En Woodstock, 1969.

En su libro "Mi música, mi vida" confiesa que tuvo una intensa relación con Sue Jones de 1973 a 1986 y que permanecieron juntos hasta que Norah Jones, la popular cantante norteamericana, cumplió cuatro años de vida. Perdió por años todo contacto con su hija, hasta que “Geetu”, como cariñosamente la llamaba el maestro, cumplió los 18 años. “Ella es una mujer extraordinaria, con muchísimo talento y estoy muy orgulloso de ella. Su voz, que sale del alma, es tan única y fluida que hace vibrar profundamente a sus fans. Durante los últimos diez años, nos hemos visto siempre que ha sido posible e intentamos recuperar el tiempo perdido. Ahora también se siente muy cercana a su hermanastra Anoushka”, relató el maestro en su libro biográfico. Por su parte, Norah Jones, en una entrevista donde se refiere al tema, cuenta que en un comienzo se ponía nerviosa con el vínculo. “No es común ser hija de un músico prominente, te atrae la atención y el temor es más fuerte si te equivocas. Además mi relación fue un poco distante, pero confío mucho en mi trabajo y es muy diferente al que hacía mi padre”, dijo la artista. Murió en su casa estilo hindú de Encinitas, en la playa, cerca San Diego (California), quizás con la duda del verdadero sentimiento occidental hacia el hinduismo. Nacido en ciudad santa en el colonialismo de 1920 y muerto en ciudad pagana, con 92 años, frente al océano Pacífico. Dió su ultimo concierto unos días antes, el 4 de noviembre, en el teatro Terrace de Long Beach, a poco más de cien kilómetros de casa, con su hija Anoushka, que también tiene joyas como el DVD de su concierto, “Live in Escondido”. Llegó al encuentro de la cultura en Occidente, con más de 100 grabaciones, no admite parangón, su espíritu abierto, la actividad incesante y el enorme talento atravesaron todo el siglo XX, cambiando decisivamente, el curso de la historia de la música popular. Shankar acortó su nombre de pila de Robindro a Ravi, que en sánscrito e hindi quiere decir sol. Sol que iluminó. Bendito Sol. Si no lo conoces puedes partir en el viaje con el documental que hizo Howard Worth, titulado simplemente “Raga”, la vida de Ravi Shankar, con música también del gran violinista, su gran amigo judío, Yehudi Menuhin. “El pop cambia semana a semana, mes a mes, pero la gran música es siempre como la buena literatura. Para siempre.".

Ravi Shankar nunca tuvo la certeza de si los occidentales amábamos en realidad a su música o si, simplemente, nos comportábamos como estúpidos snobistas, a lo Boris Vian, que tratábamos de penetrar en el alma del hinduísmo. Los locos años sesenta habían penetrado en esa cultura del sitar, de las drogas y la psicodelia, siempre con la música de Shankar como banda sonora.

Debido a problemas respiratorios, Shankar fue ingresado en el Scripps Memorial Hospital, en La Jolla, San Diego. Falleció el 11 de diciembre de 2012 a los 92 años.

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